
Keeper
- PlataformaXBS8.5PC8.5
- GéneroAventura
- DesarrolladorDouble Fine Productions
- Lanzamiento17/10/2025
- TextoEspañol
- EditorXbox Game Studios
Review
Análisis de Keeper: sublime explosión artística que se convierte en una de las grandes sorpresas del año
La nueva obra del estudio de Tim Schafer es una aventura de exploración y puzles desbordante de creatividad que nos ha maravillado.
La desarrolladora independiente Double Fine, fundada en el año 2000 por el titán de la industria Tim Schafer junto con varios ex empleados de LucasArts, es sinónimo de transgresión, de imaginación, de ensoñación. Inquieto como pocos, el señor Schafer supo rodearse de creativos con los que compartía la pasión por buscar nuevos horizontes, por ofrecer experiencias únicas y diferentes a las modas imperantes en la industria. Libres de toda atadura, nos ofrecieron títulos como la soberbia saga de plataformas Psychonauts, el metalero Brutal Legend o pequeñas joyas como Stacking, Costume Quest o The Cave.
Tras ser comprados por Microsoft en 2019 parecía lícito albergar cierto temor por el rumbo del estudio, por aquello de dudar acerca de si la gigante de Redmond les permitiría mantener su libertad creativa. Y, por fortuna para los amantes de esta bendita forma de entretenimiento electrónico, la respuesta en un rotundo sí, con mayúsculas y muchos signos de exclamación. Porque este Keeper que hoy nos ocupa es una bendita locura, una explosión exacerbada de imaginación como solo la buena gente de Double fine puede ofrecer, un canto descarnado a la creatividad y la fantasía que muestra como pocos títulos son capaces de hacer las inmensas posibilidades del videojuego como un medio diferente y único para ofrecer arte, también con mayúsculas.

Sin la participación del señor Schafer, muy activo en la promoción del título pero actualmente ocupado en otros menesteres alejados del mismo, tenemos a Lee Petty al frente de Keeper como alma mater del mismo. Veterano de la industria, Petty ha ejercido como director de arte en la mayoría de los títulos de Double Fine, y fue director de algunos de ellos, como ese Stacking que tanto nos gusta, el original metroidvania Headlander o RAD. Muy buenos juegos, especialmente esa locura de aventura gráfica protagonizada por matrioskas rusas que es Stacking, pero con su último título el bueno de Lee Petty se ha consagrado definitivamente.
Keeper es un inolvidable y espectacular viaje cuyo principal mérito recae en su maravilloso apartado artístico, imaginativo, psicodélico y onírico, con una puesta en escena original a rabiar, lleno de estampas para el recuerdo de enorme impacto y belleza. Creemos que lo mejor para su disfrute es no saber nada de él, ya que su infinita capacidad de sorpresa es otra de sus grandes bazas. Lo ideal es abstenerse por completo de ver cualquier metraje de la jugabilidad del título, ya que de hacerlo se perdería gran parte del impacto del juego. Las sensaciones una vez completamos esta aventura para el recuerdo son tremendamente satisfactorias, es un juego de esos que dejan poso.

No todo es perfecto en Keeper, quedando una sensación algo amarga al pensar que han sido los propios creadores del juego los que han querido que así sea. Y es que Keeper se preocupa demasiado por no frustrar al jugador, por no entorpecer demasiado su odisea y por que este disfrute de las excelsas bondades del juego sin excesivas complicaciones. Y no es por falta de ideas, que las hay y buenas, pero el juego siempre transmite la sensación de que teme arriesgar con su propuesta jugable y que ello choque con la paciencia del jugador y empañe su viaje. Con un poco más de ambición jugable, y un poquillo más de duración, Keeper habría bordeado la obra maestra como aventura de exploración y puzles. Pese a todo ello, creemos que estamos ante un imprescindible y uno de esos títulos necesarios y que merecen todo el reconocimiento en el un tanto alarmante panorama actual de la industria.
Una odisea sin palabras
Concebido durante la pandemia del COVID, Keeper es una canto a la naturaleza más salvaje e indómita, una onírica y fantasiosa visión de cómo se desarrollaría esta sin la presencia de esa mácula que es la raza humana. El juego transcurre en una misteriosa isla habitada por extrañas criaturas de muy diversa naturaleza, y cuenta con una pareja protagonista de lo más peculiar. Al inicio del título vemos como una bandada de aves trata de escapar de un especie de enjambre oscuro, y la más rezagada de las mismas acaba por refugiarse en un antiguo faro, el cual posteriormente se derrumba, y al que para nuestra sorpresa le crecen patas y cobra consciencia de sí mismo. Juntos, el ave de nombre Ramita y el faro, emprenderán un psicodélico viaje para liberar a la isla de una oscura infección.

El título carece por completo de diálogos, toda la narrativa del juego surge de las propias imágenes y de la enorme fuerza de las mismas. No necesita más para desplegar una genial odisea de amistad, compañerismo y superación. Sin excesos, y de forma sutil, el juego desprende ese humor inocente tan propio de Double Fine, y sin muchos artificios ni escenas cinemáticas nos deja un viaje inolvidable que consigue que empaticemos por completo con los personajes a los que acompañamos. Es una obra que logra emocionar al jugador, puede que incluso le haga soltar alguna lagrimita, y en última instancia lo deja con una enorme sensación de satisfacción y de haber vivido una aventura que recordará siempre.
Poco riesgo jugable
El juego se desarrolla como una aventura de exploración y puzles ligeros en tercera persona. Manejamos de forma directa al faro, y en ciertos momentos puntuales podremos realizar algunas acciones con el ave que le acompaña. Los puzles no son excesivamente variados, y como se ha comentado, en ningún caso supondrán un desafío excesivo. Y lo cierto es que hay buenas ideas, como la manipulación del tiempo y el empleo de la luz del propio faro, pero en última instancia la norma es huir del riesgo, no incomodar en demasía al jugador.

Ello hace algo de mella en la percepción del juego, especialmente en los compases iniciales, excesivamente contemplativos y faltos de entidad jugable más allá del mero placer de la exploración, que tampoco es poca cosa dado el sublime despliegue artístico e imaginativo al que asistimos. Por fortuna, a medida que avanza el juego se destapa con brío como una fuente inagotable de sorpresas, compensando en gran medida las citadas carencias. Esto gana especial fuerza en una segunda mitad memorable, que eleva muchísimo el sentir general que deja el juego. Llegado cierto punto, Keeper apuesta abnegadamente por ser un festival descontrolado de la maravilla, y no deja de subir dicha apuesta hasta coronar el memorable viaje que ofrece por todo lo alto.

Petty y su equipo han decidido jugar sus principales bazas al viaje, a la experiencia, por encima de un núcleo jugable con buenas ideas e intenciones pero que se empeña con demasiado ahínco en no entorpecer dicha experiencia, en no ser una lacra que empañe la percepción del jugador ante el incontenible despliegue de imaginación y excelencia artística con el que se le bombardea. En cualquier caso, el título tiene muy buen ritmo, y está constantemente proponiendo cosas nuevas, y en última instancia nos deja con inmejorables sensaciones, es una aventura que deja con regusto de satisfacción plena a pesar de las cosas que menos nos convencen.

Maravilla visual
Entre las influencias para el arte del juego sus creadores han mencionado entre otros nada menos que al mismísimo Salvador Dalí, resultando más que patente en el espectacular despliegue visual de Keeper la inspiración del inigualable artista de Figueres. El juego de Double Fine es una explosión incontenible de imaginación, un festín pantagruélico para la vista de surrealismo, psicodelia y fantasía gráfica que es puro arte en movimiento. A cada paso el juego nos ofrece bellísimas estampas ante las que resulta imposible no quedarse totalmente embobados contemplándolas, el arte de Keeper justifica por sí solo y de forma abrumadora el disfrutar del título.

Hay que destacar el espectacular uso del color y la iluminación, con una fantástica implementación del HDR que ofrece efectos de enorme belleza. El espectáculo en pantalla es constante, una auténtica gozada. Un punto que quizá tampoco nos convenza del todo es el uso de cámaras fijas, que si bien en general funcionan bien, nos impiden disfrutar libremente de las incomparables vistas del juego. La ecléctica banda sonora acompaña a la perfección al surrealismo visual, no igualando la brillantez de aquel pero cumpliendo con nota en su desempeño. Al no haber diálogos no tenemos voces, sustituidas estas por infinidad de sonidos graciosos que el bueno de Tim Schafer no se cansó de imitar durante las presentaciones del juego.

Conclusión
Keeper es una de esas experiencias únicas y maravillosas que muy de vez en cuando nos ofrece el sector del videojuego. Con un desarrollo de aventura de exploración y puzles ligeros en tercera persona, esta genialidad de los siempre sorprendentes Double Fine es una explosión mayúscula de creatividad, fantasía y surrealismo. Inspirándose entre otros en la obra del gran Salvador Dalí, Keeper nos ofrece un apartado visual colosal, de una belleza sublime, un auténtico festín de arte con mayúsculas que es puro deleite para la vista. Tal es el despliegue gráfico y artístico que parece que a los propios creadores les ha entrado miedo de que los jugadores se frustren con la propuesta jugable del juego y no lo disfruten como se merece, siendo dicha jugabilidad muy sencilla y poco aprovechada pese a que tiene buenas ideas que nos habría gustado que se explotaran más. En cualquier caso esto se compensa con un desarrollo lleno de sorpresas que apelan de manera soberbia a la capacidad de maravilla del jugador, especialmente en una segunda mitad del juego realmente memorable. Keeper apuesta por el viaje, por la experiencia, y sale tremendamente airoso del envite en medio de su delicioso y mayúsculo despliegue artístico. Nunca pensamos que serían un faro que cobra vida y una simpática ave quienes protagonizaran uno de los viajes más bellos y emotivos de este maravilloso medio, un medio que necesita de más lanzamientos como este en la actual situación de rumbo incierto que está viviendo. Imperfecto pero inolvidable e imprescindible, gracias una vez más a la buena gente de Double Fine por buscar nuevos horizontes para esta maravillosa forma de arte y entretenimiento que es el videojuego.
Lo mejor
- Es una deslumbrante explosión visual de creatividad, fantasía y surrealismo. Despliega en pantalla un espectáculo gráfico imaginativo y bello realmente maravilloso.
- Su capacidad de sorpresa es mayúscula, ofrece un viaje inolvidable y enormemente satisfactorio.
- Original a rabiar, con una ecléctica pareja protagonista con la que empatizamos de manera inevitable, sabiendo además ofrecer una emotiva odisea sin emplear un solo diálogo.
Lo peor
- Se empeña demasiado en no arriesgar con su propuesta jugable. Tiene muy buenas ideas pero apenas profundiza en ellas transmitiendo la sensación de que no quiere frustrar al jugador para que disfrute del viaje y del soberbio arte del juego sin excesivas complicaciones.
- Resulta un tanto extraño el empleo de cámaras fijas, nos habría gustado poder controlarlas a voluntad para apreciar el arte del juego plenamente.
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Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.
