‘The Good Asian’. Racismo y crimen en los Estados Unidos previos a la Segunda Guerra Mundial

La ola de represión hacia las minorías étnicas desatada por Trump en estos últimos meses no es un fenómeno inédito en la historia de los Estados Unidos. En 1882 se aprobó un veto a la inmigración de ciudadanos chinos acusándoles de que sus bajos salarios fueron la causa de la depresión de 1874. En 1924 la Ley Johnson-Reed amplió el veto a todos los asiáticos y árabes.

El resultado fue la creación de una red de inmigración ilegal y el confinamiento de los chinos en pequeños ghettos dentro de las ciudades que se denominaron Chinatown. En este contexto se desarrolla ‘The Good Asian’, una historia que sigue todos los pasos del cómic noir para presentar a uno de los primeros detectives asiáticos de los Estados Unidos.

Edison Hark, de origen chino, vuelve al que fuera su hogar de la infancia para investigar la desaparición de una criada asiática a la que su mentor, el magnate George Thurston, le tenía un especial cariño. Es el punto de arranque de una historia llena de mentiras y ambigüedades que le llevarán a cuestionarse sus motivaciones y lealtades, así como los vínculos que le unen a su rica familia adoptiva.

Por ‘The Good Asian’ desfilan todos los ingredientes de una buena novela negra: crímenes, un misterioso asesino vinculado a la mafia china, policías corruptos, negocios, relaciones amorosas imposibles y varios giros de guion.

Un guion demasiado ambicioso

La trama articulada por Pichetshote funciona muy bien durante dos tercios del álbum. El problema es que en determinado momento empieza a introducir nuevos elementos y personajes que distorsionan el relato y lo hacen demasiado embarullado, necesitando un último capítulo final para desenredar la madeja argumental creada.

El escritor y editor tailandés-estadounidense, conocido por su trabajo en Vertigo, realiza una excelente labor de documentación de la época, describiendo con precisión el manejo tanto de la sociedad civil como de la criminal de la comunidad china en el San Francisco de mediados de los treinta.

Pichetshote mezcla con bastante acierto un arco policial con otro sentimental, dando a entender que la todopoderosa y modélica familia Thurston tiene demasiados secretos escondidos en los lujosos salones de su mansión.

Comparativa con otros cómics noir

‘The Good Asian’ se inscribe en la tradición del cómic noir contemporáneo, y aunque aporta una perspectiva histórica y étnica poco habitual, comparte muchos elementos con obras como ‘Blacksad’ de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido, o ‘Criminal’ de Ed Brubaker y Sean Phillips.

Como en ‘Blacksad’, el protagonista se mueve en un entorno hostil, marcado por la corrupción y la violencia, y debe enfrentarse a sus propios fantasmas mientras investiga un crimen. Sin embargo, mientras ‘Blacksad’ utiliza animales antropomórficos para construir una alegoría social, ‘The Good Asian’ apuesta por el realismo histórico y la denuncia directa.

Por otro lado, ‘Criminal’ destaca por su estructura episódica y su tono introspectivo, algo que también se percibe en ‘The Good Asian’, especialmente en el tratamiento de los flashbacks y en la evolución emocional de Edison Hark. Ambas obras comparten una mirada desencantada sobre la justicia y la moral, aunque el cómic de Pichetshote añade una capa de crítica social que lo hace especialmente relevante en el contexto actual.

Un dibujo con personalidad propia

Alexandre Tefenkgi es un dibujante francés conocido internacionalmente por ‘Outpost Zero’, que fusiona dos grandes corrientes en ‘The Good Asian’. Por un lado, hereda el trazo fino y el gusto por el detalle del cómic franco-belga y, por otro, los rostros de sus personajes recuerdan la expresividad del manga.

Destacan sus composiciones de página con encuadres muy cinematográficos y, al igual que el resto de la obra, parece que la última parte se le hizo larga y adopta estructuras narrativas más simples que faciliten y ordenen el trabajo y las ideas.

El color de Lee Loughridge cumple una doble función: por un lado, indica el marco temporal en el que se desarrolla la historia, porque son frecuentes los flashbacks al pasado de sus protagonistas; y, por otro lado, construye la atmósfera necesaria para cada escena gracias a una paleta de colores ocres, azules y negros que también funciona en el cómic noir.

La edición que ofrece Planeta es un integral, pero respeta las diez portadas originales de la miniserie que están realizadas por Dave Johnson, uno de los ilustradores más reputados de Vertigo. Todo un lujo.

Conclusión

‘The Good Asian’ es un buen cómic noir, que pierde el calificativo de excelente por su extrema complicación argumental final. Pichetshote ha sido demasiado ambicioso en el planteamiento y ha rizado tanto el rizo que ha terminado por perder el hilo del lector. Una obra interesante también por la historia de fondo que cuenta y que pone de relieve que el trumpismo es algo más antiguo y enraizado en la sociedad norteamericana de lo que parece.

Ficha

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