Uno de los temas más famosos de la historia del cine tiene casi 60 años y convirtió este wéstern de Clint Eastwood en eterno
‘El éxtasis del oro’ es uno de los temas más icónicos de la historia del cine. Ennio Morricone inmortalizó a ‘El bueno, el feo y el malo’ con su magistral banda sonora.
Durante los años 60, Clint Eastwood se labró una reputación como una de las figuras clave del wéstern. La llamada Trilogía del Dólar de Sergio Leone, con ‘El bueno, el feo y el malo’ a la cabeza, lo consolidaron como uno de los grandes iconos del spaghetti western. En este proceso, tuvo un papel decisivo la inconfundible banda sonora de Ennio Morricone. ‘El éxtasis del oro’ es la prueba perfecta: casi sesenta años después, la composición sigue siendo tan icónica y evocadora como el tema principal de ‘Star Wars’ o la sintonía de ‘Indiana Jones’.
‘El éxtasis del oro’: la obra maestra de Ennio Morricone que convirtió en historia del cine a un cementerio español
La secuencia en la que suena ‘El éxtasis del oro’ es una de las más intensas de ‘El bueno, el feo y el malo’, la mítica película de Sergio Leone estrenada en 1966. Mientras Tuco (Eli Wallach) recorre el inabarcable cementerio de Sad Hill en una carrera desesperada en busca de la tumba de Arch Stanton —donde se supone que hay una fortuna en lingotes de oro—, Ennio Morricone despliega un crescendo imparable que mezcla voces, percusión y guitarras limpias para transmitir la fiebre del oro y la obsesión del personaje por enriquecerse a toda costa. No obstante, el espectador sabe que la búsqueda es en vano —Rubio (Clint Eastwood) le ha engañado con el nombre de la tumba—, y esa ironía trágica convierte el frenesí de la escena en un momento de puro cine.
Aquel cementerio monumental estaba en España, concretamente en la provincia de Burgos. Fue construido ex profeso para el rodaje en el valle de Mirandilla, cerca de Contreras y Santo Domingo de Silos, y tras décadas semienterrado y olvidado, un grupo de aficionados lo rescató entre 2015 y 2016, devolviéndole su diseño original con miles de tumbas reconstruidas. Hoy Sad Hill es un punto de peregrinación para fans del wéstern y uno de los puntos más pintorescos y turísticos de la provincia.
No, ‘El éxtasis del oro’ no es la melodía del duelo final de ‘El bueno, el feo y el malo’
Curiosamente, la fuerza de ‘El éxtasis del oro’ es tal que a menudo se confunde con la música del duelo final, pero en esa secuencia suena en realidad otra composición: ‘The Trio’ (’Il Triello’). La confusión es comprensible: Morricone emplea en ambos temas acordes similares de guitarra y una estructura de tensión progresiva. Sin embargo, cada pieza está pensada para una emoción distinta: la urgencia febril de la búsqueda frente a la solemnidad letal del enfrentamiento final a tres bandas.
El duelo final entre Sentencia (Lee Van Cleef), Tuco (Eli Wallach) y Rubio (Clint Eastwood) es una de las escenas más memorables del wéstern, y la banda sonora de Morricone aporta una tensión inconmensurable. Miradas que matan, la decisión de a quién disparar, y saber cuándo desenfundar son varios de los matices que se perciben sin decir prácticamente ni una sola palabra en toda la secuencia.
De Ennio Morricone a Metallica: el legado de ‘El éxtasis del oro’ se extiende hasta el presente
La escena de Sad Hill convirtió a ‘El éxtasis del oro’ en un clásico, pero su segunda vida llegó de la mano de Metallica. La banda estadounidense adoptó la pieza como introducción fija a sus conciertos desde principios de los 80 a modo de ritual, reinterpretando su crescendo con una gran potencia y sello propio al tiempo que se respetan los acordes de Morricone.
Cada actuación del grupo arranca con esta melodía sonando a volumen atronador mientras el público estalla en gritos, un momento que ha convertido la composición en parte inseparable del ADN del grupo. Esta peculiar tradición ha servido para que millones de personas (re)descubran el tema fuera del cine, manteniéndolo vigente y más vivo que nunca.
En última instancia, la banda sonora de ‘El bueno, el feo y el malo’ sigue siendo un auténtico referente del cine casi sesenta años después. Morricone convirtió un cementerio español en un escenario mítico y elevó cada plano con una elegancia que trasciende el séptimo arte. Su música no era mero acompañamiento, sino que contribuía activamente a crear la atmósfera única y casi mitológica de esta historia del oeste. Precisamente su combinación de imagen y sonido, de polvo, silencio y guitarras fueron los elementos que convirtieron a este wéstern en una obra completamente atemporal.
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