Crítica de ‘Bella’, un manual de red flags para detectar el maltrato y arrancarlo de raíz

Nominada a los premios Forqué en la categoría de Mejor largometraje de animación, ‘Bella’ es mucho más que una película. Es la historia de Ana Bella Estévez Jiménez de los Galanes y de todas las mujeres que han sido víctimas de maltrato a lo largo de su vida. Un humilde proyecto de la fundación Ana Bella que ha requerido más de diez años de esfuerzos para ver la luz y cuya intención no es sino la de concienciar a los más jóvenes para que identifiquen las distintas situaciones de violencia que por desgracia pasan desapercibidas en el día a día. Un estreno perfecto para la semana del 25N, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

La película narra el caso de Bella, una joven que no tuvo infancia, sino una mochila llena de piedras. Su madre la abandonó cuando era pequeña tras decenas de discusiones con su padre y este cayó en depresión y delegó en su hija todas las tareas y responsabilidades de la casa. Su vida ha consistido en hacer de cuidadora hasta que cumple los dieciocho y se enamora irremediablemente de Ponce, con quien se casa en cuestión de meses. A partir de entonces, lo que antes eran pequeños gestos pasan a evidenciarse como síntomas de un problema mayor. Seis años después, la foto que ambos enseñan al mundo es perfecta: dos hijos, una exitosa galería de arte y una mansión con coches de lujo. Pero detrás de la postal solo hay abusos y violencia. Bella tendrá que aceptar que la única salida es huir de la pesadilla que se ha tragado su matrimonio, algo que no resulta sencillo cuando tu casa ha pasado a ser una cárcel.

Hay que entender que ‘Bella’ es una película pensada para el mundo académico más que para las salas de cine. Su hábitat natural parecen los ayuntamientos y colegios, las charlas para concienciar. Es como si los 60 minutines que dura naciesen con la intención de poder ser proyectados del tirón en una sola clase. Este objetivo le hace tomar algunas decisiones que la maniatan a nivel narrativo. Está todo mascado y el mensaje es claro cristalino. Es como un manual de instrucciones con ejemplos de maltrato, consecuencias y soluciones. No da espacio a la creatividad más allá de un par de sueños de la protagonista.

Con todo, el texto de Carmen Jiménez (guionista de películas como ‘Adiós’ y series como ‘La mesías’) es bastante completo y está bien desarrollado. No se olvida de cimentar las carencias emocionales de Bella (con raíces en esa tormentosa infancia), presenta muy bien al maltratador (no como alguien agresivo y evidente, sino con encanto, un lobo con piel de cordero) y condensa con naturalidad todos los tipos de violencia (económica, emocional, física, psicológica, sexual y social). Muestra a la perfección cómo una parte va poseyendo a la otra a través de pequeños gestos, silencios y opiniones. Hace que una historia personal (inspirada libremente en la vida de Ana Bella) resuene de forma universal.

Es verdad que la animación es muy precaria, pero viendo a sus autores, parece falta de recursos más que de talento. Detrás de la película están Amparo Martínez (debutante en la dirección, pero con mucha experiencia en VFX) y Manuel H. Martín (nominado al Goya en 2011 por ‘30 años de oscuridad’, un documental de animación). En ‘Bella’ apuestan por un estilo 2D en el que apenas destacan las escenas oníricas con música de por medio. Visualmente son los momentos más desatados y llamativos. El resto es bastante planito, neutro e infantilón, aunque aplaudimos el contar una historia tan oscura con una paleta de colores tan luminosa. Todo se apoya en la expresividad de los personajes, la cual trae red de seguridad: las voces de la infalible Michelle Jenner y Víctor Clavijo. El conjunto es discreto, pero correcto.

El metraje cierra con la aparición de la propia Ana Bella y los testimonios de otras mujeres supervivientes de la violencia del género. La calidad del audio y la imagen de esas entrevistas a cámara es cuestionable, pero emocionan. La luz de sus miradas es la que justifica los esfuerzos del equipo y pone en valor el proyecto. Si logra inspirar a una décima parte de las personas a las que ha motivado y ayudado la Fundación que lleva su nombre (hoy presente en más de 82 países), todo habrá valido la pena. Apenas 1 de cada 5 mujeres maltratadas recibe ayuda y ese 80% de víctimas invisibles merecen una historia como esta, capaz de cogerles de la mano e insuflarles fuerza.

Valoración final

Al final de ‘La bella y la bestia’, el supuesto monstruo se transforma en un príncipe encantador, pero en el mundo real suele pasar al revés. Son los príncipes azules los que se convierten en monstruos, justo lo que ocurre en ‘Bella’. Estamos ante una película de animación muy humilde que tiene más de académica que de artística, pero que sin duda ayudará a la Fundación Ana Bella a lograr su gran objetivo: dejar de hablar de víctimas y empezar a hablar de supervivientes. Se ve en apenas una hora y sirve como un valioso manual de red flags para que los más jóvenes detecten el maltrato y lo arranquen de raíz.

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