El primer hackeo de la historia ocurrió hace casi 200 años: el truco fue revelado por enfermedad y la ley no pudo juzgarles

Hoy ya los conocemos más comúnmente como ciberataques, pero los hackeos no son ni mucho menos algo exclusivo del siglo XXI. Nada más lejos, los piratas no siempre fueron informáticos, y los hackeos no siempre se llevaron a cabo sobre ordenadores o dispositivos móviles. De hecho, cuando se realizó el primer hackeo de la historia, no existía la grandísima mayoría de electrodomésticos que utilizamos en nuestra vida diaria.

Antes siquiera de la existencia de internet, fue construida en Francia la primera red nacional de datos, nada menos que en 1790, constituyendo un sistema de telégrafo mecánico que incluía unas cadenas de torres con un brazos móviles de madera en lo más alto de las mismas, creando las diferentes configuraciones de los brazos diferentes letras o números. El operador de cada torre se encargaba de ajustar los brazos para que, junto con la configuración de una torre adyacente y observadas con un telescopio, eran capaces de transmitir los datos de un extremo del sistema a otro. Esto estaba destinado a uso exclusivamente gubernamental, hasta que dos banqueros pudieron manipularla para conseguir sus propios objetivos.

Así fue el primer hackeo de la historia

Se trata de los hermanos Blanc, François y Joseph, quienes en 1834 decidieron tomar una ventaja competitiva frente a sus rivales de la banca, ya que tardaban días en recibir la información venida desde París, y veían cómo se había creado una gran rivalidad a lo largo de todo el país por ver quién llegaba antes a esa información. Ni cortos ni perezosos, los Blanc, tras el uso de métodos legales pero no muy efectivos como el uso de palomas mensajeras, decidieron sobornar al perador de los telégrafos de Tours, ciudad situada en la parte central de Francia. A cambio de este soborno, el operador introducía información falsa acerca del valor de los bonos, o mejor dicho, de alguna manera conseguía omitir la información clave, ya que justo después de esta, incluía un símbolo para hacer ver que el carácter anterior tenía que ignorarse, con lo que esta información llegaba siempre a un ayudante que los Blanc tenían en aquella ciudad, y a nadie más.

Lamentablemente para los Blanc, este operador enfermó en 1836, teniéndose que coger una baja laboral y comentando el truco a su sustituto, quien lejos de continuar con él, decidió denunciarlo. Sin embargo, al no existir leyes específicas sobre el tratamiento y pirateo de datos entonces, los Blanc salieron absueltos del juicio al que sí fueron sometidos.

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