Análisis The Making of Karateka. Una obra necesaria

Nos contaba nuestro compañero José María Villalobos en el análisis de Atari 50: The Anniversary Celebration que dicha compilación era un gran ejemplo de cómo preservar la historia del videojuego. Los desarrolladores, Digital Eclipse, son bien conocidos en la industria por darle una segunda vida a títulos o sagas clásicas, y además lo hacen muy bien.

The Making of Karateka, su nuevo producto, va un paso más allá y nos ofrece no solo el clásico videojuego de Jordan Mechner, si no que repasa con pelos y señales su trayectoria profesional hasta el lanzamiento de Karateka con toda suerte de materiales de archivo y una documentación fastuosa.

Prince of Persia no fue su primer éxito

El videojuego, documental o docujuego, como queráis llamarlo, se basa en un menú ordenado cronológicamente donde cuenta la historia de este exitoso desarrollador desde que era un chiquillo hasta la publicación de su primer éxito; Karateka. Ordenado por diferentes capítulos, cada uno nos cuenta los logros más importantes de su etapa entre los que se intercalan fotos de joven, sus primeros cómics, bocetos, ideas o pruebas.

Lo verdaderamente interesante, más allá del precioso cuidado que han dedicado al menú para que sea entendible y sencillo de utilizar, es que el documental aporta multitud de datos tanto visuales como verbales sobre cómo Jordan Mechner se hizo un hueco en el mundo de los videojuegos a base de mucho esfuerzo.

Para ello no solo se ha incluido lo citado dos párrafos atrás, también se ha añadido a este docujuego algunas de las primeras versiones que desarrolló con su Apple II —que le acompañaría durante su viaje al éxito y más allá—, las versiones comerciales e incluso remasterizaciones realizadas en conjunto con la editora de The Making of Karateka; Digital Eclipse.

En total son 8 juegos, entre los que se encuentran su primer clon de Asteroids llamado Asteroid Blaster, del cual compró los derechos de publicación Hayden Software —que nunca se llegó a publicar por presión de Atari—, pasando por una reinvención del mismo llamada Deathbounce, en la que Broderbund estaba interesada. También hay diferentes versiones de Karateka incluyendo la versión final, adaptaciones a otros sistemas y un remake creado por el CEO de Digital Eclipse; Mike Mika.

Como hemos comentado, algunos títulos de este catálogo son prototipos o versiones semi funcionales que fueron presentadas a las dos compañías citadas por lo que pueden contener errores o estar inacabadas, pero sirven estupendamente bien para comprobar cómo fue el desarrollo de todos sus juegos, los cambios que le requerían para poder publicarse y ahondar con más detalle en el proceso de Jordan hasta convertirse en uno de los desarrolladores más reputados de la época.

Asimismo, tenemos dos versiones mejoradas —remakes— de Broderbund y Karateka, que respetan al máximo las obras originales tanto en lo estético como en lo jugable, pero extremadamente mejoradas y muy cómodas de jugar. Además se añaden pequeños retos o misiones con los que sacarle el jugo al máximo. Para el primer título se ha contado con la ayuda del propio Jordan, mientras que en el segundo ha sido el propio Mike, forofo del videojuego original, el que se ha echado a la espalda él solo este proyecto.

Un documental excepcional

Pero no se vayan, todavía hay más. A lo largo del viaje y además de lo que ya hemos reseñado, se incluyen pequeños vídeos de aproximadamente 10 minutos de duración aproximada a modo de documental, con protagonistas como John Tobias (Mortal Kombat), Raph Koster (Star Wars Galaxies) o los hermanos Carlston (Broderbund) entre otros. Estas apariciones se intercalan entre las vivencias —en vídeo— de Jordan Mechner y su padre contando cómo diseñaron todos los videojuegos, las ideas que tuvieron durante el proceso o el especial protagonismo de su padre en la creación de Karateka.

Se añaden también documentos audiovisuales de cómo se gestó la animación de Karateka, una técnica nunca antes utilizada en los videojuegos pero sí conocida en el mundo del celuloide; la rotoscopia. Esto es, filmar una secuencia con uno o varios actores y después, con una máquina especial, calcar a mano cada fotograma de la animación de los que aparecen en la cinta. A falta de tecnología que supiera captar los movimientos como la que se usa en la actualidad, con ello se conseguía que las animaciones en el videojuego fueran reales, fluidas y creíbles.

La música también fue parte importante de Karateka. Hasta la fecha de su publicación, los videojuegos apenas tenían melodías con las que acompañar a la acción y el videojuego editado por Broderbund Software contaba con cuatro —utilizando algunos trucos del Apple II— que volvían locos a los jugadores. Este apartado también cuenta con una sección especial con comentarios de los responsables y una suerte de banda sonora que podemos escuchar a placer.

Un producto impresionante

The Making of Karateka es una joya que nadie amante de los videojuegos —y sobre todo que haya crecido en la época de los 80— debería perderse. Es el siguiente nivel al que deben de aspirar las empresas o fanáticos de la industria que quieran preservar la historia del videojuego.

El diseño de los menús, la melodía que nos acompaña en la lectura, la producción de la parte audiovisual, el esfuerzo de recopilar y empaquetar todo lo que presenta y el inmenso cariño hacia el videojuego que da nombre a este docujuego queda patente en toda nuestra experiencia. Pocas veces, por no decir ninguna, se ha visto en el mercado algo similar a The Making of Karateka.

Si bien los protagonistas de este docujuego se comunican con el espectador en el idioma de Shakespeare, Digital Eclipse ha incluido cuidadas localizaciones a varios idiomas entre las que se encuentra el español. Además con unos subtítulos fácilmente legibles que no rompen para nada la estética del conjunto.

The Making of Karateka suena mucho mejor cuando uno se da cuenta del titánico trabajo que se ha llevado a cabo en este producto y el precio para el consumidor que Digital Eclipse ha fijado para su nuevo lanzamiento. Por menos de 20 euros, el usuario recibe todo lo citado y la más que posible mueca de nostalgia que su cuerpo hará al disfrutar de esta descarga digital.