Análisis de Warhammer 40K: Space Marine 2, el mejor regalo de la Forja

Los fans de la licencia de Games Workshop han tenido mucho y muy buen material al que echar el guante durante los últimos 13 años: desde la estrategia de Dawn of War o Total War de la mano de Creative Assembly, hasta el profundo RPG de Rogue Trader, pasando por la acción cooperativa de Vermintide o Darktide. Pero sí, hace ya más de una década que la saga se aventurara en la acción en tercera persona, así que no deja de sorprender que tanto tiempo después nos haya llegado Warhammer 40K: Space Marine 2.

En esta ocasión no son Relic Entertainment, sino los norteamericanos de Saber Interactive quienes se han encargado de sacar adelante el proyecto, algo sorprendente teniendo en cuenta que son sobremanera especialistas en ports. Eso sí, cuando lo hacen son verdaderos alquimistas, ya que son los encargados de haber llevado de manera sobresaliente, para lo exigente de ambos juegos y la capacidad del hardware, tanto The Witcher 3: Wild Hunt como Kingdom Come: Deliverance a Nintendo Switch. Con el juego que nos ocupa han demostrado su capacidad para sacar adelante proyectos nuevos.

Saber hace de la sencillez virtud

Después de tantísimo tiempo, podíamos esperar que Warhammer 40K: Space Marine 2 mostrara una gran evolución respecto a su predecesor, pero no es así del todo. Evidentemente hay un progreso, pero Saber tiene claro lo que quiere ofrecer, y aunque la fórmula sea extremadamente sencilla, hay que destacar que últimamente es tan poco frecuente que no podemos sino alegrarnos de que alguien nos ofrezca la posibilidad de matar sin descanso y sin muchas complicaciones.

Y es que si bien durante la generación de PS3 y Xbox 360 el third person shooter era uno de los géneros más prolíficos -para ambas plataformas salió la primera entrega, precísamente-, desde la anterior esta vertiente ha evolucionado, incluyendo otras mecánicas como plataformas, puzles, o incuso entornos más abiertos. Esto ha sucedido incluso en sagas tan pasilleras como Gears of War -con influencia más que obvia en Space Marine-, pero Saber se atreve con una propuesta sencillísima pero no por ello reprochable, ya que se trata de una que realmente echábamos de menos.

Warhammer 40K: Space Marine 2 es acción, y punto. No vas a saltar, no vas a solucionar acertijos basados en el entorno, no vas a explorar... Aunque haya momentos disfrazados de situación diferente, todo lo que vas a hacer es masacrar cientos, o miles, de bichos, hasta el punto que es absolutamente fascinante como el juego es capaz de mostrar en pantalla una cantidad de enemigos -en general, con una variedad discutible- abrumadora. Son de hecho bastante frecuentes aquellos momentos donde unos se acumulan encima de otros como si de una escena sacada de ‘Guerra Mundial Z’, la película de Brad Pitt, se tratara. Pues bien, hazte una idea de que cuando veas eso, es a lo que te vas a tener que enfrentar.

Como shooter, nos va a recordar irremediablemente, como decíamos, a Gears of War, no solo por el tipo de acción descerebrada -aquí aún más, ya que no hay coberturas-, sino por el movimiento tan pesado de Titus, personaje que regresa del primer juego. Es muy satisfactorio disparar contra hordas de enemigos viendo como lo que parecía un enjambre gigantesco termina hecho cenizas, pero en ocasiones esto juega en contra, ya que hay un buen puñado de armas que están ahí, pero no vamos a utilizar, como los rifles de francotirador, por ejemplo. Para agravar un poquito más este problema, solo podemos llevar encima un arma principal y este va a tener que ser a la fuerza automática, normalmente un Bolter, o en su defecto, una carabina, con lo que la variedad no es algo a destacar.

Sin embargo, no siempre vamos a poder deshacernos de todos los enemigos antes de que se nos acerquen, y aquí es cuando Warhammer 40K: Space Marine 2 toma la forma de un hack & slash sencillo pero solvente, con combos con un solo botón. Aquí sí vamos a hacer uso de todas las armas disponibles, desde una pequeña espada que blandir más rápido contra una cantidad mayor de enemigos, hasta un martillo gigante a dos manos, perfecto para dar cuenta de otros más escasos pero también más fuertes. También contamos con esquiva o bloqueo perfectos, lo que nos dará un instante para asestar un disparo al enemigo al que hemos hecho el parry que será letal, o al menos, le haremos una cantidad enorme de daño si se trata de un enemigo más fuerte.

Ya lo hemos mencionado anteriormente, pero así como en muchos aspectos el juego sobresale, no es así en cuanto a la variedad de enemigos. La especie dominante son, por mucho, los tiránidos, lo que hace que aunque el juego nos ofrezca simplemente matar, no vamos a enfrentarnos a patrones diferentes que nos hagan variar ligeramente la manera en que encaramos cada tiroteo. Salvo unos pocos jefes finales, todo se reduce a disparar, asestar espadazos, y esquivar o bloquear, para bien y para mal.

La aventura principal es meramente single player, a pesar de que vayamos acompañados de otros dos Ultramarines. Contamos con una rueda de órdenes para dar instrucciones a nuestros dos compañeros, pero no vamos a hacer uso de ella durante toda la partida, algo que, irónicamente, habla muy bien del juego, concretamente de su IA. Ambos son muy competentes en combate, incluso tienen el detalle de dejarnos a los enemigos stuneados para que seamos nosotros quienes los ejecutemos, y de esa forma, recargar nuestro blindaje.

Un portento en lo técnico

Warhammer 40K: Space Marine 2 es, artísticamente, magnífico. Hablando de esta saga es algo que tampoco sorprende, pero mientras que en los escenarios interiores o salvajes disfrutamos de entornos bien detallados, lo que vemos cuando vislumbramos entornos arquitectónicos es sencillamente un espectáculo digno de Modo Foto (que lo tiene). Pocos juegos en el género hemos visto con tanta complejidad en este aspecto, haciendo de él un juego espectacular en lo visual, que se ve apoyado por un apartado técnico fabuloso.

Moviéndose a 60 fps como una roca, no solo hablamos de esas escenas donde decenas de enemigos se avalanzan sobre nosotros, sino también en derrumbes, explosiones y demás fenómenos, naturales o artificiales, que son un completo espectáculo. Resulta irónico que, con lo potente que es el juego in game, el mismo motor en las escenas ofrezca unos rostros tan irregulares y con expresiones faciales más bien mediocres. No así aquellas realizadas con CGI, dignas de una película de alto presupuesto. Mientras, en el apartado sonoro, la banda sonora queda eclipsada por unos efectos que cobran el mayor protagonismo posible, de manera comprensible. Por otro lado, llega completamente doblado al castellano con unas muy buenas interpretaciones.

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