Análisis de Tomb Raider I-III Remastered, el paso por el taller de Lara Croft

Lara Croft es algo así como el equivalente a Indiana Jones en los videojuegos. Posiblemente, la arqueóloga es uno de los personajes más populares que se han visto jamás en el género de aventura, y aunque han pasado más de cinco años desde su último gran viaje (Shadow of the Tomb Raider, 2018), nunca es mal momento para echar un vistazo al pasado y rememorar los mejores momentos de la saga.

Por eso mismo, aquí estamos para hablarte de Tomb Raider I-III Remastered Starring Lara Croft, un recopilatorio que incluye las tres primeras entregas de una franquicia que nació en 1996, año en el que llegó el primer capítulo a Sega Saturn y PSX —posteriormente aterrizó también en Windows, MAC y N-Gage. ¿Nos acompañas mientras te contamos cómo ha sido su paso por el taller?

Una colección completa y mejorada

Lo primero es lo primero: ¿qué contenidos se incluyen en el recopilatorio? Pues, a decir verdad, todo lo que podíamos pedir en una colección dedicada a los tres primeros capítulos de la saga.

Como puedes ver, la colección es bastante completa, pues cuenta con los tres títulos principales, la única expansión lanzada para cada uno de ellos y sus respectivas versiones de la Mansión Croft, un complemento indispensable para los fans. No podemos quejarnos, ya que está todo lo que podíamos esperar, aunque puestos a pedir, nos habría gustado mucho la inclusión tanto de Tomb Raider 4 (The Last Revelation) como de Tomb Raider 5 (Chronicles).

Por supuesto, el principal aliciente de Tomb Raider I-III Remastered Starring Lara Croft es su renovado apartado gráfico, y la verdad es que tenemos que decir que nos ha parecido fantástico. Porque, aunque no siempre seamos conscientes, el tiempo pasa mucho más rápido de lo que nos gustaría, y en ocasiones incluso llegamos a olvidar cómo eran las cosas en el pasado.

Hablamos de juegos de la segunda mitad de la década de los 90, por lo que algunos tienen más de 25 años a sus espaldas. Por eso mismo, el paso por el taller de la trilogía por ha sido muy beneficioso de cara a llamar la atención de nuevos jugadores. Todo ha sido mejorado: suelos, paredes, agua, flora, efectos de luces y sombras, enemigos y, por supuesto, la propia Lara, que ahora presenta un aspecto casi idéntico al que vimos en Tomb Raider Legend.

Una de las cosas que más nos ha gustado es que podemos alternar entre el nuevo aspecto visual y la versión clásica en tiempo real y de forma inmediata pulsando un botón. Algo que resulta muy interesante a la hora de comparar cualquier zona del juego, ya que las diferencias en cuanto a iluminación, texturas y detalles son bastante importantes.

Un nuevo ¿y mejor? control

Los primeros juegos de la franquicia estaban diseñados para jugar con la cruceta del mando, algo que siempre trae problemas a la hora de adaptarlo a controladores modernos, especialmente ahora que prácticamente se juega con sticks. Por eso mismo, además de incluir el sistema original, se ha apostado por introducir un nuevo modo de control mucho más cercano a los videojuegos actuales.

La idea es buena, pero tenemos que decir que no termina de ser la mejor solución. Porque si bien es cierto que en líneas generales es un control satisfactorio y deja atrás las asperezas de antaño, también lo es que en alguna ocasión se evidencia que eran juegos concebidos para jugar con la cruceta. Y esto se nota, sobre todo, a la hora de intentar alcanzar algunos tesoros, ya que es mucho más fácil hacerlo con el sistema antiguo, que con el nuevo.

También se ha implementado un renovado sistema de cámara libre que, de nuevo, nos brinda una experiencia más acorde a los tiempos que corren. Y al igual que sucede con el control renovado, luces y sombras. ¿El problema? El hecho de que aunque sea una cámara moderna, presente ciertos problemas de las que teníamos hace muchos años, especialmente esos momentos en los que se vuelve “bailona” en zonas estrechas.