Análisis de The Invincible, un juego basado en el clásico de ciencia ficción del autor de ‘Solaris’

La ciencia ficción es un género que cuenta con millones de seguidores y que nos brinda infinitas posibilidades a la hora de sumergirnos en él, gracias a obras de todo tipo (películas, libros, videojuegos...). Dentro del mismo, la oferta temática es muy variada y cada persona tiene sus gustos, aunque casi todas coinciden a la hora de reconocer las obras más destacadas. Como, por ejemplo, ‘Solaris’, la novela del escritor polaco Stanislaw Lem (1921-2006).

Otra novela que también es suya es ‘El invencible’, en la que se narra una historia sobre la tripulación de una nave llamada igual que la obra. Las personas a bordo de la Invencible tienen la misión de investigar la desaparición de una nave idéntica llamada Cóndor y todas las pistas apuntan a Regis III, un planeta recién descubierto. En fin, no queremos arruinaros la historia, y además no estamos aquí para hablar de la novela, sino de The Invincible, un nuevo juego para PS5, Xbox Series X|S y PC inspirado en ella.

Donde nadie puede oírnos

Lo primero que debes saber es que no es una adaptación al uso, sino una especie de precuela que se inspira en la obra original y se toma ciertas licencias, aunque en ningún momento pierde el respeto por ella. En The Invincible, nosotros nos ponemos en la piel de Yasna, una astrobióloga que forma parte de un equipo encargado de explorar el planeta Regis III en busca de indicios de vida.

¿Y qué hace una persona sola en mitad de un planeta desconocido? Pues lo de siempre: despertar tras un accidente y comprobar que no hay nadie más alrededor, que los sistemas de comunicaciones no funcionan y que lo primero es intentar hacer memoria y comprobar cómo hemos llegado a una situación así. El punto de partida perfecto para comenzar a explorar.

Nos ha sorprendido gratamente la idea de registrar nuestro progreso materializando cada avance que logramos en un cómic, el cual resulta muy agradable de leer. Las páginas se actualizan y explican todo lo que sucede conforme vamos superando secciones del juego, y como podemos consultarlo en cualquier momento, es una interesante manera de hacer que el jugador no se desconecte de la trama, ya que la experiencia jugable no siempre juega en favor de la narrativa debido a los problemas de ritmo que arrastra el título.

Y si decimos esto, no es por otra cosa sino porque al tratarse de un walking simulator con escenarios relativamente extensos, hay algunas decisiones de diseño que no nos han gustado. Porque los escenarios presentan una extensión considerable y a menudo nos toca buscar un objeto determinado o alcanzar un lugar lejano, así que no terminamos de entender la apuesta por un control tan lento, con cierta inercia y poco satisfactorio a la hora de subir o bajar desniveles. La experiencia no es precisamente fluida y algunas secciones son muy tediosas y monótonas.

El envoltorio es bonito, pero...

The Invincible es un juego que entra fácilmente por los ojos; bonito, con una ambientación muy conseguida y con un acertado tratamiento del sonido. A nivel atmosférico, el viaje resulta muy agradable y cuenta con argumentos suficientes para llamar la atención de cualquier amante de la ciencia ficción. Es más, la historia también es uno de sus puntos fuertes, ya que toca temas tan interesantes como el existencialismo y la relación entre el hombre y las máquinas, así como el contacto con otras formas de vida.

Sin embargo, sus problemas de ritmo y el sopor que producen algunas de las secciones de la aventura —sobre todo esas en las que la exploración se alarga en exceso, a pesar de proponer un desarrollo lineal— a menudo comprometen algo que funcionaría mejor con una narrativa más fluida. Porque charlar con un personaje relevante puede llegar a ser realmente interesante, pero vagar sin rumbo por un desierto y repetirlo en más de una ocasión es justo lo contrario.

A esto hay que sumar la inclusión de ciertas herramientas como los prismáticos o el escáner, cuya inclusión podría haberse aprovechado mucho mejor si, como decimos, no estuviésemos ante un envoltorio que promete extensión y libertad pero que, en el fondo, no deja de ser una aventura lineal. Por poneros un ejemplo, en un principio nos pareció interesante eso de tener que orientarnos, pero luego comprobamos que era fachada, pues el camino a seguir casi siempre queda bastante claro. Eso es justo lo que sucede con la mayoría de sus mecánicas: que apenas se explotan.