Análisis de The Casting of Frank Stone, la evidencia de la necesidad de Supermassive de evolucionar

Quién iba a decir a Supermassive Games, después de trabajar en una saga tan simpática como Little Big Planet, que terminarían siendo conocidos por sus aventuras narrativas de terror... Y es que desde que lanzaran Until Dawn en 2015, los británicos se han erigido como la referencia del género de las aventuras contemplativas con otros títulos como The Quarry o su antología The Dark Pictures Anthology, ofreciendo al jugador una alternativa diferente al survival horror clásico a la hora de pasarlo mal frente a la pantalla. Decisiones que tomar y cambian el rumbo de la historia, rejugabilidad, quick time events por doquier... Esas son sus señas de identidad, que no son diferentes en The Casting of Frank Stone, aunque sea la primera vez que trabajan este género con una licencia ajena y ya existente.

Y es que Behaviour Interactive, creadores del célebre multijugador asíncrono Dead by Daylight, ha encargado a Supermassive el desarrollo de este spin off, pero siempre manteniendo el sello que les ha hecho célebres. Sin embargo, y aunque los fans de la licencia en que se basa lo disfrutarán más, claro, el resto no estará exento de pasar un buen rato, con reservas, si conoce la fórmula del estudio y sabe a lo que se enfrenta. El resultado, aún así, está por debajo de otros trabajos de los británicos.

La fórmula de Supermassive necesita evolucionar

No lo está por su escasa duración, ajustada y suficiente para contar lo que quiere contar, ya que de hecho, The Casting of Frank Stone sale a precio reducido. Técnicamente, aunque en capturas se vea relativamente bien, se notan las carencias de un Unreal Engine del que a estas alturas deberían poder sacar más partido, a lo que hay que sumar algunos errores impropios de Supermassive, como una desincronización labial importante. De todos modos es posible que esta se deba a problemas con el doblaje, ya que aunque las interpretaciones son muy buenas, en ocasiones el tono no corresponde con la gesticulación del personaje, lo que evidencia que el equipo que ha doblado el juego al castellano no ha podido acceder a las escenas del juego para hacer su trabajo.

A esto hay que sumar algunas incoherencias narrativas, y es que a pesar de que los personajes respondan a los típicos clichés de slasher protagonizado por adolescentes, esperamos que tengan al menos un par de neuronas en su sitio. En una ocasión, uno de ellos está completamente descuartizado en el suelo, bañado en un charco de su propia sangre, mientras otro se sorprende porque “no respira”. No hay que asustarse, esto no es un spoiler, ya que como sabemos, en los juegos de Supermassive pueden morir absolutamente todos sus protagonistas.

La historia no está del todo mal, y le da una vuelta de tuerca al género llevándonos a lo largo de tres épocas diferentes, donde el nexo en común es una película rodada en una acería y un asesino en serie que, de alguna manera, regresa para completar la carnicería que dejó pendiente hace décadas. Por supuesto, no faltan los toques sobrenaturales que hacen que el argumento dé giros inexplicables y se salga de lo común, aunque a costa de presentar uno de los villanos menos carismáticos que hemos visto en los juegos de este equipo.

Desde el punto de vista del gameplay la fórmula es completamente reconocible y se percibe una nula evolución. Aunque hay momentos de exploración “libre” -seguramente con más comillas de las que ponemos- en los que investigar para empaparnos de lore y encontrar coleccionables, la base sigue siendo la misma. A saber: lo más importante, y que cambia la manera en que transcurre la historia, son las decisiones conversacionales en las que podemos mostrarnos de una forma u otra, y en las que nos podemos pensar nuestra elección con total tranquilidad, ya que no hay límite de tiempo alguno.

Otra cosa son los quick time events, que a veces aparecen en los momentos más inoportunos. Ha sido frecuente estar siendo testigos de una escena meramente contemplativa, de estas que casi estás por dejar el mando en el reposabrazos del sofá, y de repente te aparece un QTE en el que reaccionar en apenas un segundo. Por un lado, valoramos la intención de mantener al jugador en tensión constante sin saber cuándo tendrá que tomar las riendas de la historia, pero por otra, son momentos tan sorprendentes y que nos tienen tan relajados, que nos ha parecido incluso injusto.

Insistimos, las entre 4 y 5 horas que dura el juego nos han parecido una duración muy ajustada. La historia no necesita contar mucho más de lo que hace, y el final, eso sí hay que concedérselo, es frenético, en una media hora repleta de vísceras, hemoglobina y muertes explícitas.

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