Análisis de Star Wars: Dark Forces Remaster. Un ejemplo de cómo tratar a los clásicos

Kyle Katarn es otro de los personajes que el nuevo canon ha dejado de lado. Su historia, la que se cuenta en Star Wars: Dark Forces Remaster, ha quedado solapada por ‘Rogue One’, ya que en la primera misión del juego consiste en robar los planos de la Estrella de la Muerte. En aquel lejano 1995, fecha en la que se comercializó el título, todavía no existían ni Jyn Erso ni Cassian Andor ni Saw Gerrera ni el director Orson Krennic. Tampoco la trama de contexto que condujo a esa situación. En su lugar, la Alianza Rebelde encargó a Katarn la misión de infiltrarse y de hacerse con los valiosos documentos. Así comienza el videojuego, que llega remasterizado de la mano de Nightdive Studios, los creadores de System Shock Remake.

Ambientado entre ‘La Venganza de los Sith’ y ‘Una Nueva Esperanza’, Star Wars: Dark Forces Remaster retrata una época tiránica en la que el Imperio Galáctico gobierna con mano de hierro. Katarn es uno de los rudos mercenarios que protagonizan la aventura, un antiguo Soldado de Asalto que se conoce las tácticas imperiales al dedillo. Su historia se desarrolló en el Universo Expandido a través de distintos videojuegos, principalmente las secuelas de Dark Forces, entre las que se encuentran los fantásticos Jedi Knight. También apareció en novelas y otros productos que ya no forman parte de la cronología oficial, si es que alguna vez lo hicieron (George Lucas consideraba que solo lo que él decidía era canon de verdad).

Una auténtica reconstrucción del clásico

Nightdive Studios, especialista en remasterizar productos del pasado, ha vuelto a demostrar su buen hacer con una obra de factura artesana. No, no se han limitado a tomar el juego original y a subirle la resolución, no estamos ante un port descuidado ni rápido, sino ante un producto cuidado al máximo. Dark Forces siempre fue un clon de los Doom más clásicos, un shooter en primera persona veloz, directo y laberíntico. Muy laberíntico —y eso no siempre es un punto positivo—.

Los niveles se desarrollan tanto en exteriores como interiores, viajamos a distintos planetas, incluyendo Nar Shaddaa, la Luna de los Contrabandistas. Y en todos esos lugares, el equipo original de Lucas Arts diseñó mapas que se bifurcan en distintas direcciones, entradas secretas, fases plataformeras y pequeños puzles que debemos resolver para abrir puertas y continuar avanzando. Orientarse no es tarea sencilla, puesto que los niveles están repletos de recovecos y de lugares secretos, con ascensores que nos conducen a pisos superiores o inferiores.

Los desarrolladores han trabajado con el código original a la hora de plasmar la experiencia en sistemas modernos, pero no se han contentado con un port al uso. Respetando el estilo gráfico del clásico, Nightdive Studios ha rediseñado el producto y lo ha trasladado al Kex Engine, su propio motor gráfico. El resultado es fantástico: los diseños 2D se han redibujado y lucen espectaculares. Se trata de uno de esos títulos que logra mantener la esencia del clásico sin desvirtuar el conjunto, pero que al mismo tiempo ofrece un acabado muy vistoso y refinado en 2.5 D. Cierto que algunos objetos tridimensionales cantan un poco. También hay algunos elementos que se solapan y que quedan un poco raros, aunque en líneas generales no no hemos hallado demasiados bugs.

Mención especial a las escenas cinemáticas, que el estudio ha rediseñado con gusto. Son secuencias que suelen poner en pantalla los sprites dibujados de los personajes, todos ellos arropados con voces y breves diálogos. Las escenas tridimensionales gozan asimismo de un cuidado exquisito. Al igual que en otras versiones modernizadas de clásicos, los que quieran disfrutar de una experiencia más cercana a la original pueden gozar de la obra de Lucas Arts en formato 4:3.

El audio es pura nostalgia: voces, sonidos y música en formato Midi se entremezclan para brindar una experiencia que evoca aquellos años de los noventa. Pero no es una banda sonora remasterizada. Quizá habría estado bien que hubieran añadido nuevas pistas y que cada uno pudiera elegir entre la banda sonora de 1995 y la versión más actual.

El mismo juego pero refinado

Por lo demás, Star Wars: Dark Forces Remaster es como el original, para lo bueno y para lo malo. Y es que los niveles no siempre se sostienen. Resultan liosos, algunas estancias parecen colocadas al tuntún y sin responder a una idea coherente de diseño. El hecho de acabar las fases usando un menú se antoja muy anticlimático en pleno año 2024, aunque así fuera el título de de 1995. Los mejores niveles son aquellos que proponen una buena infiltración, los que hacen que el jugador interactúe con los escenarios, que busque y rebusque pistas.

Cada uno dispone de su propia esencia, de fases plataformeras a veces un poco frustrantes, de minutos intensos de acción con blásteres y otras armas rocambolescas. Porque no, el que busque un juego con Caballeros Jedi no lo encontrará, pues Dark Forces se apoya únicamente en los disparos, en los personajes más peligrosos de la galaxia, que por supuesto no usan “armas nobles para tiempos más civilizados”, como diría Obi-Wan Kenobi.

Análisis de la versión de PlayStation 5.

Star Wars: Dark Forces Remaster ya está disponible en PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X, Xbox Series S, Nintendo Switch y PC. Además de todo lo expuesto, el juego incluye algunos extras, como un nivel secreto en el que Kyle Katarn se infiltra en un destructor estelar.