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Análisis de Painkiller, vuelve un nombre de culto de los FPS con un drástico cambio de esencia

3d Realms nos trae de vuelta un nombre legendario de los disparos en primera persona, con un radical cambio de paradigma de lo más divisivo

El lanzamiento de este nuevo Painkiller es uno de los más chocantes de este 2025 que enfila su tramo final, y como efectivamente apuntaba, está generando mucho revuelo entre los seguidores de la franquicia. La propia franquicia Painkiller es una cosa muy curiosa. Los polacos People Can Fly crearon el Painkiller original en 2004, y este se convirtió instantáneamente en un clásico de culto. El título llevó a un nuevo extremo propuestas incipientes como las de los Serious Sam para asentar una nueva forma de entender los FPS, centrándose en pequeñas arenas medidas al milímetro donde masacrar enemigos, buscando un enfoque diferente al avance tradicional de los juegos de disparos en primera persona precedentes. Su soberbia ambientación de corte sobrenatural y macabra, su temática mezclando religión y fantasía oscura y su apabullante puesta en escena le granjearon el éxito absoluto y su influencia fue capital en el género en años posteriores.

El juego contó con una expansión a cargo de los propios People Can Fly en 2004, Battle Out of Hell, pero estos dejaron la franquicia para centrarse en propuestas tan atractivas como ese Bulletstorm que tanto adoramos o Gears of War Judgement para Microsoft. Dado el enorme éxito y la trascendencia del primer Painkiller, la editora del juego, DreamCatcher Interactive, decidió exprimirlo sin rubor alguno, usando diferentes mods y niveles de la comunidad para sacar productos de muy dudosa calidad como fueron los Painkiller Overdose (2007), Resurrection (2009), Redemption (2011) y Recurring Evil (2012), juegos todos ellos olvidables en el mejor de los casos. La última aparición de la saga sería en 2012 en PC (2013 Playstation 3 y Xbox 360) con Painkiller Hell and Damnation, una suerte de remake/secuela del Painkiller original en HD, editado con una censurable política de recortes de contenido y DLC´s y presentando la campaña de una forma algo inconexa y poco atractiva que lo dejaba por debajo del original, pese a ser en este caso un producto aceptable (obviando las lamentables decisiones editoriales de publicación, a cargo de THQ Nordic en este caso).

Así pues, tenemos una saga con un título de auténtico culto y continuaciones muy mediocres, que llevaba ya mucho tiempo en barbecho. Es por ello que llama poderosamente la atención que 3D Realms decida recuperarla, tanto tiempo después, y con un juego que poco tiene que ver con los originales. Este Painkiller de 2025 es más heredero de fórmulas como Left 4 Dead o los Warhammer Vermintide 2/ Darktide que del seminal juego original, con el que poco parecido guarda. Por un lado, tenemos una IP que llevaba mucho tiempo fuera de mercado, cuyo nombre difícilmente atraerá a jugadores actuales. Por el otro, y como era de esperar, el juego ha desatado la ira de los seguidores acérrimos de la saga, con la que apenas tiene nada que ver, ni en forma ni en tono. Hasta tal punto ha llegado la furibunda reacción de los fanáticos de Painkiller que incluso han olvidado el nivel de las infames continuaciones. Ni de lejos estamos ante un título de la calidad y el impacto del Painkiller de 2004, pero desde luego es bastante mejor que las joyas con las que Dreamcatcher y THQ mancillaron el nombre de la saga a posteriori.

El principal problema de esta entrega es que tampoco tiene calidad ni contenido para competir con los titanes modernos como los mencionados Vermintide 2 o Darktide, siendo además varias decisiones de diseño de lo más cuestionables. Este Painkiller está descaradamente enfocado al cooperativo, hasta el punto de que si jugamos solos lo haremos en compañía de dos personajes controlados con la IA, siempre estamos acompañados por Bots, al igual que ocurre en los mencionados juegos de Fatshark de Warhammer. De hecho la comparación que realmente le hace daño a Painkiller es con estos dos, más que con el original. Y el caso es que pese a todo ello el juego es una bomba jugable, con un gunplay muy bueno (aunque algo falto de contundencia) y una excelente movilidad del personaje, heredada de juegos como Doom Eternal. El juego es divertido, tanto solo como especialmente con amigos, y con algo más de contenido y una mejor presentación habría sido un título notable, porque la base es buena.

Bienvenidos al purgatorio

De lo poco que justifica el nombre Painkiller en este juego es su ambientación y temática que mezcla religión y fantasía oscura. Nuestros protagonistas son 4 campeones caídos en desgracia que buscan su redención en el purgatorio haciendo frente a las hordas demoníacas del ángel caído Azazel. Todo ello es una mera excusa para el frenesí de plomo, porque salvo en una modesta escena introductoria la narrativa brilla por su ausencia. El desarrollo del juego se compone de 9 misiones inconexas sin mayor hilo conductor, hay voces que nos van relatando los hechos y los protagonistas mantienen conversaciones entre ellos como ocurre en Vermintide 2, pero todo se diluye en el fragor de la batalla. El caso es que sí hay un interés por desarrollar un lore rico en torno al juego, pero este se nos desvela en los textos de un códice, los cuales desbloqueamos al ir jugando. El caso es que aquí hemos venido por la adrenalina, y da pereza ponerse a leer textos para saber qué demonios está pasando.

En lo tocante al contenido es donde más le vemos las costuras al juego. Las misiones, de una duración que ronda la media hora, se hacen escasas, transcurren únicamente en 3 biomas diferentes y les falta algo de variedad. En unas 4-5 horas ya habremos visto todo lo que el juego tiene por ofrecer, y a partir de ahí solo queda subir de nivel de dificultad entre los 4 disponibles y mejorar las armas ganando las almas y el dinero necesarios para ello. Aquí ya entra lo que nos gusten este tipo de propuestas y si nos apetece repetir misiones subiendo de dificultad, siendo la posible compañía de otros jugadores humanos un factor diferencial para estimar la vida del juego más allá de esas escasas horas que nos llevará completar todas sus misiones por primera vez. Y esto es una lástima, porque como veremos más adelante el núcleo jugable es muy bueno, con alguna actualización de contenido (gratuita a ser posible, el juego vale 39,99 euros), podríamos estar ante un título más que interesante para los amantes del género.

La casi nula diferenciación a nivel jugable entre los 4 personajes disponibles tampoco ayuda a mejorar las sensaciones del juego. Ink, Void, Sol y Roch, nombres de los protagonistas controlables, son 4 avatares identicos salvo por su aspecto y por una habilidad pasiva (más daño, más vida, más energía) que no marca diferencia alguna. No hay clases, ni habilidades especiales diferenciadas para cada uno, nada. Anshar Studios, desarrolladora del título, no han estado muy hábiles en este punto.

Los bots funcionan bien, demasiado en realidad. Contra todo pronóstico, el juego es más asequible jugando con Bots que con jugadores humanos. Los personajes controlados por la IA son unos asesinos natos, y lo cierto es que si no estamos rápidos se llevan ellos toda la acción, como se mostrará en los marcadores a final de partida para nuestro escarnio personal. En ocasiones será necesario pedirles su colaboración para que accionen algún interruptor o realicen alguna acción, y la verdad es que su inteligencia artificial funciona a la perfección, no tenemos mucha queja más allá del hecho de que el juego se habría beneficiado de la posibilidad de jugar sin ellos.

Continuando con decisiones de diseño más que cuestionables, creemos que resulta una aberración separar la progresión si jugamos en modo offline o en modo online. Esto es algo que se debería enmendar cuanto antes, es estúpido y obliga a repetir las cosas si queremos jugar solos o con gente, precisamente en un título cuyo escaso contenido y su falta de variedad son algunos de sus principales problemas.

Moviéndonos como los ángeles

Al César lo que es del César, a nivel jugable este Painkiller es bueno, muy bueno. Si el Painkiller original fue una influencia innegable en el Doom de 2016, con sus arenas, Doom Eternal ha sido una influencia capital en esta última entrega de la saga. Estamos ante un juego que ofrece mucha movilidad, tenemos un movimiento de deslizamiento infinito, doble dash, un gancho similar al de Eternal, muchas opciones para fomentar la movilidad del jugador. El ritmo es altísimo, y los elementos de parkour le sientan de maravilla a los tiros, fomentando además la exploración en los interludios entre arenas. Cierto es que en ocasiones todo es demasiado frenético, sensación que se ve potenciada por los hiperactivos bots, pero en general el juego es una delicia.

El manejo de las armas es bueno, quizá le falte parte de la contundencia del original, pero resulta muy satisfactorio. Pegar tiros es una gozada en este juego. El caso es que nuevamente nos topamos con otra decisión poco acertada, ya que solo podemos portar dos armas a mayores de la Painkiller, las cuchillas giratorias que dan nombre al juego. Cierto es que las armas se pueden mejorar y configurar entre varias opciones disponibles para ajustarlas a nuestro gusto, pero en un juego de estas características no tiene mucho sentido que solo podamos usar dos en cada misión. Todo está tan enfocado al cooperativo que parece que los desarrolladores tenían en mente que los jugadores se repartieran equilibradamente las armas entre ellos para poder hacer frente a cualquier contingencia según las necesidades.

Es una pena, porque el arsenal es muy variado y todas las opciones son muy satisfactorias, e ir probando las diferentes mejoras de cada arma resulta muy divertido, ya que le dan nuevos enfoques (y también solo podemos equipar una mejora de cada clase por misión). Tampoco se ha tenido mucho tino en la implementación de las cartas del tarot clásicas de la saga, las cuales aportan diferentes beneficios durante las misiones. En esta ocasión debemos pagar un precio (alto) por ellas, y sorprendentemente solo están activas durante una única incursión, debiendo gastar recursos si queremos usarlas nuevamente, recursos que en primera instancia preferiblemente querremos gastar en nuevas armas y mejoras para estas.

Nuevamente una de cal y otra de arena, si la jugabilidad es realmente buena con todo lo que hemos descrito, lamentablemente no se nos ofrece un bestiario enemigo digno y variado al que enfrentarnos. Las hordas son muy similares entre sí y están compuestas en su mayoría por enemigos “masilla” sin mucha profundidad. Todo ello se ve agravado por unos élite/especiales, aquí llamados demonios, que son meras esponjas de balas, su aparición no implica que tengamos que adoptar alguna estrategia en especial ni prestarles mayor atención que descargar un generoso extra de plomo sobre ellos. Hay muy poca brillantez en el diseño de las hordas enemigas, algo que precisamente hacen muy bien Vermintide 2/ Darktide y que de estar presente aquí ayudaría a evitar la monotonía que planea sobre el juego a medida que pasan las horas. Frente a ello, mención especial a los jefes finales, los cuales cuentan con rutinas muy chulas y ofrecen una batallas interesantes y muy emocionantes, lástima que solo haya tres.

Al igual que en los mencionados cooperativos de Warhammer, en ciertas secciones de las misiones habrá que realizar algunas tareas a mayores de masacrar enemigos, como cargar unos barriles con almas e introducirlos en determinados puntos, o llenar unos recipientes de energía. Hay secciones donde el entorno nos hace daño y deberemos buscar refugio en un carro tirado por una extraña criatura que genera una zona de seguridad, debiendo recargar su energía con unos objetos para que avance. Todo ello introduce variedad y son secciones que funcionan muy bien, pero como ocurre en general con el juego se echan de menos más variantes.

Una verdadera lástima, porque como amantes de los FPS lo hemos pasado muy bien con el juego, jugablemente nos parece una joya, y es muy divertido, con amigos en dificultades altas es un cañón. Pero dado lo escaso de su contenido y la cantidad de decisiones de diseño cuestionables, igual lo ideal habría sido lanzar esto como un early access a 20 euros e irlo puliendo y ampliando, para poder plantar cara a títulos similares asentados en el mercado y con una amplia trayectoria a sus espaldas.

El infierno es un lugar precioso

Sin ser ningún portento gráfico, el juego luce estupendo en pantalla, pero en nuestra opinión el mayor logro técnico de este Painkiller es una soberbia optimización, sólida como una roca. Se nota que funciona bajo Unreal Engine 4, nosotros con una Nvidia 5070 y un I5 14600K lo hemos jugado a resolución 4K con todos los ajustes gráficos al máximo y 60 imágenes por segundo capadas sólidas sin la menor rascada, sin necesidad de ninguna tecnología de escalado o generación de fotogramas con IA. Algo genérica quizá, pero la dirección artística del juego nos parece atractiva, mostrando en pantalla un universo oscuro y demoníaco creíble y resultón. El tono del juego nos gusta, y la sangre salpica por doquier, es un juego digno de ver.

Hay parajes muy chulos, estampas de gran belleza y un buen acabado general en modelados de personajes y escenarios. Cierto es que este nuevo enfoque visual no ha gustado a los puristas de la saga, siendo otra de las pegas que esgrimen contra esta entrega. La música intenta seguir la tradición cañera de la franquicia, y sin bien es correcta, le echamos en falta mayor contundencia y presencia, ni llega al nivel de composiciones de pasados Painkiller ni se acerca al soberbio despliegue de Mick Gordon con Doom (que tanto se echó de menos en Dark Ages).

Conclusión

Mejor le habría ido a este Painkiller de haber tenido otro nombre, ya que poco parecido guarda con la saga de la que lo toma prestado. Aquí tenemos un FPS orientado al cooperativo, que si bien deja lugar para arenas como en el original, su fórmula es más heredera de los Left 4 Dead o Warhammer Vermintide 2/Darktide que de aquel. A nivel jugable funciona de maravilla, es un juego muy visceral y divertido, pero le falta muchísimo contenido y variedad para plantar cara a títulos como los mencionados y ser una alternativa sólida a ellos. La base jugable es muy buena, es un FPS con muchísima movilidad a lo Doom Eternal, pero en unas 5 horas habremos completado todo el contenido que ofrece y tocará rejugar en dificultades altas. Multitud de decisiones de diseño cuestionables, como el imperativo de estar acompañados por 2 bots en todo momento si jugamos solos empañan aún más el resultado final. Faltan variedad de enemigos, de situaciones, de personajes controlables o un mejor diseño de niveles como sí saben ofrecer otros títulos. A los mandos el juego nos ha gustado mucho, cruzamos los dedos para que su desarrolladora se ponga las pilas y añada contenido para hacer despegar una propuesta que tiene potencial para llegar lejos, aunque nos tememos que como esto no ocurra pronto el juego terminará por caer en el olvido.

Lo mejor

  • Jugablemente es un FPS muy bueno. El manejo de las armas es muy satisfactorio, y la movilidad de los personajes es excelente.
  • Con un grupo de amigos en dificultades altas ofrece una experiencia muy visceral, desafiante y divertida
  • Es un juego excepcionalmente optimizado y pulido.

Lo peor

  • Falta alarmante de contenido. 9 misiones, de entre 20-30 minutos, con poca variedad de situaciones, sin hilo narrativo entre ellas, nos parece demasiado escaso.
  • Con una mayor variedad de enemigos y un mejor tratamiento de los elites/especiales, la cosa habría mejorado mucho, hay muy poco tino en este apartado.
  • Multitud de decisiones de diseño muy poco acertadas. Imposición de 2 bots, solo 2 armas, separación de progresión offline/online, 4 personajes seleccionables casi idénticos jugablemente

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