Análisis de Kirby Air Riders, un juego tan técnico como único que solo Sakurai podía hacer

No hay otro juego igual que Kirby Air Riders. Cuando las voces de internet apuntaban a que se trataba de otro Mario Kart más, volvieron a equivocarse. Nunca tuvieron en cuenta que detrás del proyecto se encontraba Masahiro Sakurai, un director de los que no quedan. Pone su sello de autor en un juego que no va de lo que parece.

Porque cuando ves un tráiler tienen la sensación de que estás frente a un juego de carreras. Nada más lejos de la realidad. Estamos ante un juego de lucha donde la velocidad es la que conduce (y nunca mejor dicho) el ritmo de la acción. Es cuando cambias el chip cuando te das cuenta de lo especial, único y técnico que es.

Naves y pilotos: el nuevo juego de lucha de Sakurai es Kirby Air Riders

Así de claro. Es algo que queremos despejar desde el primer momento. Aunque llegar primero a la meta o al objetivo sea lo que todos los jugadores buscan, la manera de llegar a ella tiene en cuenta cada momento de combate con lo que te rodea.

Si ves a un personaje puedes derribarlo moviendo el stick rápidamente, lo que te impulsa brevemente hacia delante. Si el personaje cuenta con una bonificación, la puedes absorber para utilizar su rasgo como arma contra los demás. Y si ves a un rival cerca tuya, puedes echar mano tanto del golpe rápido como del rasgo que hayas capturado (si lo has hecho).

No hay botón de acelerador. La nave tira hacia delante sin ningún impulso físico por nuestra parte. Tenemos que tener en cuenta nada más que la dirección (izquierda o derecha), el aterrizaje tras planear, los golpes, si vemos que podemos aprovechar la acción a nuestro favor, y los derrapes. Manteniendo el botón B cargamos la nave para salir disparado hacia delante... dependiendo de la nave que pilotemos.

Ahí es donde el juego gana un nivel de profundidad importante. A todo lo mencionado le influye tanto el piloto como la nave que hemos seleccionado. Hay una parrilla bastante extensa a elegir por ambos lados, y al mismo tiempo muy diferentes entre sí. El nivel de técnica que te anima a tener es lo que separa a los buenos jugadores de los excelentes, un poco como lo que ocurre en Smash Bros (salvando las distancias).

Las múltiples vertientes de Air Riders: de Escapada hasta carreras en vista cenital

Durante los dos Nintendo Direct que ha protagonizado Kirby Air Riders, Sakurai hizo especial énfasis en la variedad de vertientes a la hora de disfrutar de la jugabilidad, la pieza sobre la que giran todos los modos de juego. La principal fuente de experiencias pasa por Escapada, que se nutre de forma espiritual de los míticos modos campaña de Super Smash Bros.

Nos encontramos en una autopista en la que debemos elegir una prueba entre tres. Al completarla con éxito seguimos recorriéndola intentando superar más hasta que alcanzamos el reto final. Son pruebas sencillas, de apenas minutos de duración, que a medida que vamos entrando de lleno se van complicando cada vez más hasta llegar a ciertos desafíos que no desvelaremos.

Es una campaña más a modo tutorial que una parte troncal de la oferta. Te prepara, te pone a tono para la verdadera jungla ahí fuera en los modos que permiten competición a través de la red, que es verdaderamente donde Kirby Air Riders brilla. Te toma alrededor de 4 horas poder completarla, según lo hábil que seas. Nos hubiera gustado que hubiese algo más de complejidad en ciertos capítulos. Que los momentos empacados fuesen más la tónica frente a la sensación que da de tutorial encubierto.

Una vez completada estás preparado para embarcarte en el resto de modos. Air Ride es tal como suena, carreras de punto a punto en un número determinado de vueltas. Para nosotros, la joya de la corona de esta entrega. Solo hay que ver el número de circuitos disponibles: 18 en total, incluyendo remasterizaciones de los trazados originales. Pero es que también destaca, sobre todo, en jugabilidad. Es ahí donde se aprecian los detalles que refinan la fórmula jugable que ya vimos en GameCube.

No solo lo decimos jugando contra bots: también ocurre con amigos. Juegas como si fuese un party game y ves que los tiras y aflojas son constantes sin necesidad de pasar por una larga curva de aprendizaje. Accesibilidad ante todo, y si lo quieres dominar tendrás que pasar tu tiempo probando, fallando y mejorando. Es puro Sakurai en este sentido. A vista de pájaro permanece ahí como alternativa para disputar las mismas carreras, pero en formato de cámara cenital. Es una curiosidad que se agradece.

Lo mejor y lo peor de las Pruebas Urbanas

Tenemos sensaciones encontradas con Pruebas Urbanas, el modo que más ha destacado en la trayectoria de la saga por su diferencia frente al resto de vertientes (incluso mirando a sus rivales). Nos encontramos ante una suerte de coliseo en el que durante 5 minutos tenemos vía libre por un mapa para ir consumiendo mejoras en diferentes estadísticas que luego tendrán su repercusión directa en la fase final de la partida, un minijuego (estadio) a elegir entre cuatro diferentes.

Se nos habla de que el componente estratégico es clave. Debes buscar las estadísticas concretas en las que quieres mejorar dependiendo de tu piloto y la nave que estés pilotando en ese momento. Sin embargo, tenemos la sensación de que somos una aspiradora de objetos en las que pocas veces tenemos el control real de lo que adoptamos. Si entramos en un portal o rompemos una caja y nos encontramos con 6 iconos al mismo tiempo, ¿cómo voy a desgranar lo que queremos incorporar a nuestro repertorio?

Se genera un caos (por el caos) que, sinceramente, no nos convence. Durante esta fase de preparación también puedes hacerle la puñeta a tus rivales, hasta 16 jugadores por partida, rompiéndoles la nave, pero hasta ahí llega la interacción con los demás. Los momentos en los que explota vienen de la mano de los eventos aleatorios. Nos gustan mucho las sorpresas que introduce en las partidas. A lo mejor estás tan tranquilo y de repente te meten en una carrera improvisada por la isla, o caen del cielo los Gordos, estas bolas con pincho míticas de la saga.

Y luego llega la fase final. Tras los cinco minutos pueden ocurrir dos cosas. Lo habitual es que tengas que elegir uno de cuatro minijuegos, una elección dirigida según cómo te hayas construido la nave. La segunda, en cambio, rompe las elecciones e introduce a todos los jugadores en una sola pista. Cuando solo hay un ganador mola. Hay tensión. La sensación de competitividad aflora. Todo lo contrario cuando aspiras a ser uno de los cuatro potenciales ganadores de la partida. Si tu minijuego es elegido por pocos jugadores, se rompe un poco la magia. Te queda la amarga sensación de que te has peleado durante 5 minutos para solo enfrentarte a tres o cuatro jugadores.

Rebosa contenido

Lo decíamos cuando poníamos la lupa en el modo Air Ride. Solo el modo puro de carreras incluye 18 circuitos como reunión del pasado y presente de la saga. En vertientes offline lo encontramos junto A Vista de Pájaro, Pruebas Urbanas y Escapada, pero es que encima tenemos que sumarle todo el componente a través de la red, que dobla los contenidos con pruebas clasificatorias y amistosas.

Cuando juegas online es cuando se desata el verdadero Kirby Air Riders en todos los sentidos. Los bots son bastante diestros, pero es en el error humano donde brilla definitivamente. Porque también influye el componente psicológico. Un detalle tan tonto como ver los metros de distancia a los que se encuentran los rivales puede convertirse en un arma que utilizar a nuestro favor (o en contra, claro).

Si te unes a muchos amigos puedes crear un lobby en la sala que Sakurai mostró ya en el Direct. Hay poco que hacer allí más que juntarse con amigos mientras se prepara la siguiente carrera, pero hay muchos detallitos que forman una experiencia especial. Es también donde podemos lucir todo el repertorio de personalización, desde nuestra licencia de piloto hasta los objetos que podemos añadir a la apariencia de nuestros personajes.

Pica mucho el sistema de progreso habitual en los juegos de Sakurai. Jugando vamos completando desafíos orgánicos que van dándonos recompensas constantes. Es un goteo que no cesa de partida a partida y eso ayuda a mantener viva la llama del juego. Viva, por cierto, está también la banda sonora, que es espectacular. El tema principal, ‘Starlit Journey’, ya forma parte para siempre del repertorio de Nintendo Switch 2 esta generación.

Este análisis se ha realizado con un código proporcionado por Nintendo

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