Review

Análisis de Echoes of the End, una aventura descafeinada, pero con un bonito envoltorio

Myrkur Games nos sumerge en un arduo viaje a través de un reino mágico inspirado en Islandia.

2025 es un año que será recordado por la abrumadora cantidad de lanzamientos relevantes que nos ha dejado —y dejará— la industria del videojuego. Clair Obsucr: Expedition 33, Death Stranding 2: On the Breach, Donkey Kong Bananza, Silent Hill f, Call of Duty: Black Ops 7... Hay de todo y para todos los gustos, pero también ocurre algo negativo cuando tenemos tanto entre lo que elegir: que hay otros juegos no tan populares que corren el riesgo de pasar desapercibidos, como es el caso de Echoes of the End, la propuesta de Myrkur Games, un estudio de en torno a 40 personas, cuyos fundadores se conocieron en la universidad de Reykjavík, Islandia. Un juego que nos pone en la piel de Ryn, una vestigia (maga) que emprende un viaje con la misión de salvar a su hermano de las garras de un imperio malvado que se extiende a través de un reino mágico.

Echoes of the End es una aventura repleta de acción y puzles, aunque no por ello deja de ser un juego con un enfoque claramente narrativo. La mayor parte del desarrollo es completamente lineal y más allá de algún que otro cofre medio escondido detrás de una columna o en un pequeño callejón sin salida (en los que tampoco hay nada especialmente relevante), el mundo está repleto de muros invisibles que no permiten que nos desviemos del camino marcad por la historia. Durante los meses previos al lanzamiento, mucha gente lo ha comparado —y no iban muy desencaminados— con God of War (2018) y God of War: Ragnarok, pero hay muchos tramos en los que perfectamente podríamos acordarnos de la saga Hellblade de Ninja Theory. En principio, esto no debería ser un problema, pero lo cierto es que la historia no cuenta nada precisamente nuevo y salvo algún que otro momento puntual, se antoja un tanto previsible.

Con permiso del acentuado componente narrativo, los principales protagonistas del título son los puzles, ya que constantemente nos enfrentamos a situaciones en las que debemos agudizar nuestros sentidos y sacar a relucir nuestro ingenio para superar los numerosos acertijos que encontramos por el camino. Y al igual que sucede con los combates —más abajo hablamos de ellos—, la cosa empieza regular, pero conforme avanzamos se va poniendo mucho más interesante. Durante el primer par de horas se antojan bastante sosos, la verdad, ya que casi todos consisten en empujar bloques para trepar sobre ellos o usar poderes mágicos para elevar plataformas que permiten a nuestro compañero alcanzar zonas a las que nosotros no podemos llegar.

Sin embargo, poco a poco se van introduciendo otros que se vuelven cada vez más complejos. Engranajes gigantes que deben encajar para poder establecer puentes y nuevas rutas, elementos inflamables a los que debemos prender fuego y llevar hacia otro lugar para despejar el camino, entornos en los que tenemos la posibilidad de manipular el tiempo para revelar zonas ocultas... No es que estemos ante The Witness o Blue Prince, pero hay muchos rompecabezas que perfectamente podríamos encontrar en la saga The Legend of Zelda. En otras palabras, no son demasiado complicados, pero en más de una ocasión nos vemos obligados a observar bien cada detalle y pensar en una posible solución.

En Echoes of the End se lucha a menudo, y tanto la disposición de los combates como el propio sistema recuerdan a juegos de otra época. Por un lado, tenemos oleadas de enemigos que se suceden con relativa frecuencia, siendo necesario acabar con todos y cada uno de ellos para avanzar. El bestiario es un tanto limitado, a decir verdad, aunque lo compensa con algunos jefes finales —no todos— cuyo diseño es impresionante y ante los que debemos poner en práctica todo lo aprendido durante el viaje.

El sistema de combate nos ha gustado, pero con matices. Inicialmente nos llevamos una impresión un tanto negativa, ya que lo repetitivo que resultaban los enemigos, cuyos patrones son muy simples y todo se basa en esquivar justo antes de lanzar nuestros ataques es algo que no terminaba de convencernos. Sin embargo, las habilidades mágicas ganan mucho peso en la segunda mitad de la aventura, y ahí la cosa mejora sustancialmente, aunque puede que sea demasiado tarde, ya que hasta entonces resultan un poco sosos. Poderes como lanzar a nuestros oponentes contra objetos punzantes e incluso hacia nuestro compañero para que sea él quien lo remate, así como las explosiones mágicas o el arco dan lugar a una experiencia mucho más dinámica que lo que encontramos en las batallas más simples. En cierto modo, Echoes of the End plantea un sistema similar al de un soulslike al uso, pero mucho más básico y fácil de dominar.

Es conveniente destacar la factura del juego, mucho más importante de lo que cabía esperar de un estudio pequeño, ya que a la citada dirección de arte hay que sumar un apartado gráfico muy llamativo y un desempeño técnico más que solvente. Más allá de algún que otro bug menor relacionado con las animaciones de los enemigos (en alguna ocasión, alguno se quedaba de pie después de haber sido derrotado), lo cierto es que Echoes of the End ofrece una experiencia fluida que, teniendo en cuenta la suavidad de los controles, da lugar a un título bastante satisfactorio a los mandos. En líneas generales, el juego está más cerca de un AAA que de un proyecto menor en este apartado.

Conclusión

Echoes of the End nos ha parecido uno de esos títulos capaces de llamar la atención de los jugadores gracias a un envoltorio bonito, y aunque es cierto que en líneas generales creemos que se deja jugar y la propuesta puede gustar a cualquier fan de las aventuras de acción y de la fantasía oscura, también lo es que no hemos encontrado nada en lo que destaque especialmente. Los puzles mejoran con el tiempo, pero antes de encontrar los mejores hay que pasar por muchos que se hacen aburridos. Con el combate sucede lo mismo: algunas peleas están muy bien gracias al uso de la magia, pero al cabo de un par de horas se vuelven demasiado repetitivas. La historia, por su parte, arranca con unos primeros compases que resultan interesantes y nos dejan con ganas de saber más, pero se vuelve especialmente predecible conforme avanzamos un poco.

Lo mejor

  • Gráficamente es muy potente y la ambientación es genial.
  • Los puzles están muy bien en la segunda mitad de la aventura...

Lo peor

  • ... Aunque son muy repetitivos y no aportan casi nada durante la primera.
  • La exploración es muy floja; un mundo tan lineal y repleto de muros invisibles no invita a perderse en él.
  • Los combates, aunque son funcionales y no se complican demasiado, se hacen monótonos muy pronto.
  • La historia resulta presivible y la narrativa está muy lejos de lo visto en otras obras del género.

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