Las 10 mejores películas y sagas posapocalípticas
Lista de películas y sagas de películas imprescindibles que nos hablan de que, más que al apocalipsis, hay que temer lo que viene después.
El cine siempre ha sido muy dado a destrozarlo todo de la manera más ruidosa posible en espectaculares películas de catástrofes. Pero ¿qué pasa después? Apagados los incendios toca lidiar con un mundo devastado, y ahí los llamativos fuegos artificiales desaparecen para dar paso a la acción asimilada a la supervivencia, pero también al pensamiento y la introspección.
En esta lista cronológica según estreno, nos centramos en ese después, y encontramos auténticas joyas que nos hacen reflexionar sobre lo que se muestra y sobre los caminos que han llevado hasta esas situaciones más allá de los límites conocidos. Bienvenidos al páramo de los futuros más negros imaginados en una pantalla de cine.
Soy Leyenda (1964/1971/2007)
La novela Soy Leyenda (1954) de Richard Matheson (El increíble hombre menguante, El diablo sobre ruedas…) ha sido felizmente adaptada al cine en tres ocasiones. Y es que todas ellas están entre bien y muy bien. El núcleo narrativo común nos habla del único superviviente en un mundo ya solo habitado por vampiros/mutantes/o a saber qué, tras una pandemia, y cómo este pasa el tiempo entre la búsqueda de una cura, matar a estos seres durante el día y el atrincheramiento en su casa blindada por la noche. Las diferencias vienen del papel que toma el protagonista en ese panorama posapocalíptico.
Así, en El último hombre sobre la Tierra (1964), la primera de las versiones y posiblemente la mejor (junto a la versión de Will Smith no estrenada en cines, pero ya llegaremos a ello) nos percatamos de forma incómoda de que Vincent Price, ese último hombre vivo, no es más que una anomalía en un nuevo mundo que ya no pertenece al extinto ser humano. En El último hombre vivo/The Omega Man (1971), Charlon Heston es casi un héroe de acción que lleva la razón en su lucha contra esos seres, a los que combate y mata sin piedad. Por último, en Soy Leyenda (2007), Will Smith va en esa línea subiendo un escalón más, ya que se sacrifica llevándose por delante a unos cuantos de esos malvados seres… Aunque no es eso lo que quería transmitir Francis Lawrence, su director. Ese final feliz, en el que aparece un asentamiento humano superviviente en el que el difunto protagonista será recordado como un héroe, fue una imposición de la productora.
La verdadera conclusión la tenemos en la versión del director, afortunadamente editada en formato doméstico como complemento de la proyectada en cines. En ella no hay sacrificio heroico y sí una alineación con los preceptos de la primera versión. El protagonista se da cuenta de que han asaltado salvajemente su casa, no por pura maldad depredadora, sino para rescatar a uno de sus miembros, secuestrado por Smith. Hembra, para más señas, a la que ha estado torturando con sus experimentos en busca de una cura, es la pareja del líder de esos seres. Siendo consciente de que tienen inteligencia y la capacidad de amar, entrega la cautiva a esos seres, que se retiran con ella en silencio.
El final, este sí el bueno, con Will Smith sentado en el suelo mirando las paredes de su laboratorio repletas de multitud de fotografías de sus víctimas a lo largo de años, resulta demoledor. Porque Smith se descubre así mismo, no como un superviviente que se defiende de esos monstruos, sino como un monstruo que tortura en su sinrazón a los nuevos y legítimos habitantes de la Tierra. De nuevo, y al igual que la versión de 1964, él es la anomalía en este nuevo mundo.
Saga El planeta de los simios (1968/1973)
El caso de El planeta de los simios (1968) es especial en esta lista. Porque la idea del posapocalípsis aparece solo al final, en sus últimos minutos, cambiando la percepción que hasta entonces hemos tenido de la película. Es de sobras conocido, así que no creemos que se trate de un spoiler. El astronauta que cae en un planeta donde los simios han adquirido inteligencia y con ello el poder, y donde los humanos silentes son utilizados como esclavos, resulta en última instancia, y teoría de la relatividad mediante, el planeta Tierra miles de años en el futuro. Los restos de la Estatua de la Libertad varados en una playa y el protagonista arrodillado ante ellos y ante la evidencia (¡Yo os maldigo a todos!) son Historia del Cine y uno de los mejores finales jamás filmados.
Aunque muy apreciables para completistas, la calidad del resto de la saga motivada por el éxito de la primera parte: Bajo el planeta de los simios (1970), Huida del planeta de los simios (1971), Conquista del planeta de los simios (1972) y La batalla por el planeta de los simios (1973) (exacto, siguen el sistema de lanzamientos anuales de ciertos videojuegos de éxito) va en paulatino descenso. Los aficionados a los videojuegos podrán encontrar paralelismos en la segunda parte con Fallout 3, en ese misil atómico adorado cual dios por los humanos mutantes de un mundo devastado.
Amanecer de los muertos (1978/2004)
George A. Romero fue durante mucho tiempo el rey del posapocalipsis zombi que él mismo había puesto en pie en 1968 con La noche de los muertos vivientes. Siempre con un trasfondo de crítica social, el director tocó techo con esta Dawn of the Dead, la siguiente entrega en lo que terminó siendo una larga e interminable franquicia. Aquí, aquellos supervivientes encerrados en un centro comercial se organizaban como podían refugiados de unas calles infectadas de zombis. Los que deambulaban a paso lento por ciertas zonas del centro bajo la musiquilla inane típica de estos lugares, remitían directamente a lo que hacemos nosotros mismos en busca de la próxima oferta.Cuando el infierno esté lleno, los muertos caminarán sobre la tierra.
Zack Snyder se atrevió con un remake del clásico que resultó la película que lo puso en el centro de mira de la industria de Hollywood a la par que nos brindaba uno de los mejores comienzos del género de terror de todos los tiempos. La frase publicitaria de la versión de 1978 antes resaltada, aparece en la de Snyder dicha por uno de los protagonistas de aquella, Ken Foree, que aparece en esta como apocalíptico predicador televisivo.
Saga Mad Max (1979/2015)
Salvo la tercera entrega, Mad Max más allá de la Cúpula del Trueno (1985), las demás siguen un patrón ascendente que justifica por entero su presencia en esta lista. Mad Max, estrenada en 1979, fue un mazazo de ultraviolencia que hasta tuvo problemas de exhibición en algunos países. En España, por ejemplo, se clasificó S, solo un paso por delante de la X que hubiera destrozado su distribución en cines.
El mundo colapsa tras hacerlo la explotación de los combustibles fósiles, y la anarquía gobierna con violencia unas carreteras donde las fuerzas del orden se encuentran del todo superadas. Mad Max fue tan influyente que creó escuela de tipo explotation e influyó en una obra maestra del cómic como es Watchmen. En el número 5 específicamente, en el que Alan Moore nos contó el origen de Rorschach.
La segunda parte, Mad Max 2: El guerreros de la carretera (1981), aupada por el éxito precedente dejaba de lado la radicalidad para mostrar en pantalla una de las mejores películas de acción y aventuras jamás rodadas. Fallout 3, el videojuego posapocalíptico de referencia ya comentado, homenajeaba en varios momentos esta maravilla de George Miller, regalándonos la posibilidad de ser acompañarnos del perro albóndiga, presente en el film. La tercera parte suavizó del todo su discurso original en una propuesta que podía disfrutar toda la familia. Más allá de eso el silencio. Por supuesto, nadie estaba preparado para lo que vendría nada menos que 30 años después.
El propio Miller, con 70 años a sus espaldas, derrochó una fuerza y un pulso narrativo en Mad Max: Fury Road (2015) que para sí quisieran muchos jóvenes realizadores. Portentosa, todo un milagro, en el cine la película te cogía de la solapa nada más empezar y te daba una paliza sin soltarte hasta que se encendían las luces con el final de la proyección. Como escribió increíblemente certero en su crítica el periodista cultural John Tones: "Salí del cine de ver Mad Max: Furia en la carretera rodeado de gestos atónitos, pupilas dilatadas, mandíbulas desencajadas y euforia mal disimulada. Aquello parecía la puerta de un after. Y a todos ellos se sumaba un gesto adicional: el de la gente que reconocía que no entendía por qué le había gustado, pero le había gustado".
Con un personaje icónico y para la historia como Furiosa, unos efectos digitales disimulados en su total disposición ante los prácticos, con momentos emocionantes y emocionales de enorme calado, la fuerza arrolladora de Furi Road se mostró, además de cómo un clásico moderno al que ni los Oscar pudieron eludir, en una de las mejores aplicaciones del lenguaje y la estructura del videojuego de acción en una pantalla de cine (acción ininterrumpida en línea recta de A a B). Absolutamente descomunal. Ni quñe decir tiene, el juego estrenado en 2020, aunque notable, ni se acervaba a lo visto en cines.
12 Monos (1995)
Ese loco -en el sentido quijotesco del término- maravilloso que es Terry Gilliam, abordó en forma de largometraje el mediometraje de culto del mítico Chris Marker, La Jetée (1962). Y captó totalmente el espíritu original insuflándole su propia personalidad. Formalmente, La Jetée estaba compuesto, en sus 28 minutos de duración, por fotogramas fijos en blanco y negro con un segundo de movimiento en su plano final. Funcionando como un storyboard, el exMonty Python rellenó los huecos de la historia futurista y sumó una cantidad ingente de elementos para la trama en nuestro presente.
Por momentos recordando a las primeras obras de los franceses Jean-Pierre Jeunet y Marc Caró (Delicatessen, La ciudad de los niños perdidos) Gilliam construyó una película fascinante a la que nuestra realidad se empeña en que nunca pase de moda. En el futuro, lo que queda de la humanidad vive bajo tierra. Hay un interés vital por determinar con exactitud cuándo y dónde fue el origen del desastre que derivó en esa situación, ya que se puede revertir a través de un determinante viaje en el tiempo. Esta sociedad enferma y agonizante envía a pobres diablos al pasado en busca de respuestas. El choque brutal que produce en el cerebro este proceso hace que estos viajeros del tiempo sean tomados por locos en nuestro presente. Bruce Willis y Brad Pitt encontraron en esta extraña, hipnótica y sorprendentemente exitosa anomalía, dos papeles por los que ser siempre queridos, alabados y recordados.
28 días/semanas después (2002/2007)
Tras décadas sufriendo el apocalipsis zombi según los parámetros instaurados por Goerge A. Romero en la ya mencionada La noche de los muertos vivientes, en 2002 Danny Boyle (Trainspotting) cambió este subgénero del terror para siempre haciendo que entrara felizmente renovado en el siglo XXI. Y lo hizo con una alteración específica que transformaba/trastornaba todo lo demás, y no nos referimos a su grabación en digital. En 28 días después los zombis, ahora infectados, corrían, mucho y muy rápido además. Si el terror de este tipo de películas hasta ahora venía de la pura acumulación de muertos vivientes, lo que se transformaba en discernir la estrategia a seguir por los agobiados supervivientes, ahora, si veias aparecer un zombi tras la esquina de la calle, más te valía poner pies en polvorosa porque te iba a perseguir a grandes zancadas. La desasosegada planicación dio paso a la desenfrenada huida.
Su estupenda segunda parte, 28 semanas después (2007), dirigida por el español Juan Carlos Fresnadillo, daba buena cuenta de ello en su traumático arranque. El propio Danny Boile ha dejado caer que podemos esperar el cierre de la trilogía con una futura 28 meses después. Mientras, la influencia de este cambio de paradigma se llevó hasta el paroxismo con películas como Guerra Mundial Z, donde se unía la velocidad actual a anteriormente habitual acumulación de zombis.
Hijos de los hombres (2006)
Nuestro admirado Alfonso Cuarón alcanzó una de sus cumbres cinematográficas con Hijos de los hombres. Con un comienzo que recuerda al futuro militarizado y marcial de las ciudades habitadas de The Last of Us, no solo ahí encuentra puntos de contacto con el juego de Naughty Dog. Y es que es imposible no pensar en el juego cuando vemos en pantalla a ese protagonista anónimo encargado de llevar hasta una organización clandestina a la mujer que lleva en su interior el secreto para salvar a la humanidad.
De poderosa puesta en escena, Hijos de los hombres contiene algunos de los mejores planos secuencia que se han rodado en este siglo. Englobándolo todo está el calor de la emoción en unos entornos fríos que calan hasta los huesos, el amor roto dentro de un coche, la fábrica de cuatro chimeneas de Quadrophenia y Animals coronada por el célebre cerdo hinchable. También las luchas de intereses en una sociedad que agoniza entre sus arrugas cada vez más pronunciadas, que se muere de vieja porque los niños y niñas se niegan a nacer en un mundo despreciable como ese. Tan magistral como desoladora.
La carretera (2009)
The Road es igual de dura, despiadada y áspera que la novela (2006) de Cormac McCarthy que adapta. John Hillcoat, cuyo western La propuesta le valió ser elegido por Rockstar para hacer el mediometraje Red Dead Redemption: The Man from Blackwater utilizando el propio motor gráfico del juego, nos destroza con esta injusta e inmisericorde historia.
Un niño y su padre, siempre hambrientos, asustados y al borde de la congelación, recorren los caminos de un mundo devastado. Al igual que con Hijos de los hombres, encontramos aquí una influencia para The Last of Us. Y es que el hombre es un monstruo que cuando se encuentra al límite de la existencia es capaz de devorarse a sí mismo. Como en otras ocasiones, sus admirados Nick Cave y Warren Ellis se encargan de afilar la banda sonora para una experiencia extrema.
Rompenieves (2013)
El surcoreano Bong Joon-ho, director de la imprescindible Memories of Murder (2003), la sorprendente monster movie The Host (2006) o la oscarizada y elogiada Parásitos (2019), nos regalaba en 2013 Snowpiercer, película posapocalíptica y distópica que también es de los mejores ejemplos de asimilación cinematográfica del lenguaje del videojuego, el de scroll lateral, para ser exactos.
De reparto internacional, Rompenieves (con serie en Netflix en 2020) reduce la humanidad a los seres humanos que sobreviven en un tren. Este cruza raudo y sin descanso un inhabitable planeta Tierra congelado. Es la única manera en la que se puede evitar el mortal abrazo del frío. Dentro de sus vagones/fases, la sociedad es la de siempre, repitiendo pecados del pasado. En los últimos vagones, la mal alimentada y maltratada clase obrera, en los primeros, las clases altas que disfrutan del lujo, en la locomotora, el final boss que lo controla todo.
Los protagonistas, explotados habitantes de la cola, comenzarán una revolución en la que superar vagón a vagón, fase a fase (en algunos de ellos encontramos reminiscencias de la sociedad representada en los Bioshock) hasta descabezar a esa bestia que les tiraniza. En medio, un momento determinante, el del tiroteo en la larga curva en el que se intercambian disparos entre fases lineales separadas varios vagones, en ese brillante instante el lenguaje cinematográfico hace suyo el interactivo, retorciéndolo hasta romperlo.
Un lugar tranquilo (2018/2020)
Qué maravilla es encontrar en pleno siglo XXI una película cuasi muda que nos hace recordar los lejanísimos ya primeros años del cine. Casi silente, Un lugar tranquilo (2018) se expresa toda ella en voz baja. El mundo se ha ido al garete entre llantos y gritos de terror, y lo que queda es un impuesto y atronador silencio. Las bestias que han devorado al ser humano se guían por los sonidos, y los pocos supervivientes miden cada gesto que pueda delatarlos.
Se trata de un ejercicio de estilo narrativo que podía haber quedado en objeto de culto pero que, gracias a un precioso ejercicio boja oreja que bien podría ser tomado como remedo de lo expuesto en pantalla, fue recibido con los brazos abiertos por el público masivo. Su secuela en 2020, aunque no estuvo a la altura, es también muy apreciable.
Extra: el posapocalipsis también habla español
No queríamos terminar este artículo sin mencionar un par de películas españolas que, si bien solo una de ellas entraría en la lista de las mejores más arriba señaladas, sí que son ambas propuestas muy interesantes y que nos gustan mucho. Redondea esta última aportación el que, como hemos hecho a lo largo de todo el artículo, podamos sacar lazos que unen cine y videojuegos.
¿Quién puede matar a un niño? (1976), una de las mejores películas de terror de todos los tiempos, es también una de las mejores sobre el tema posapocalíptico. Y esto último es así por lo único que le sobra: sus créditos iniciales. Al igual que mil ejemplos previos y posteriores, el equipo técnico y artístico aparece, al principio de la película, impreso sobre las imágenes televisivas que narran el fin del mundo. Una explicación de lo que vamos a encontrar después que puede diluir el impacto terrorífico. Como dijimos en el artículo dedicado a joyas del cine de terror donde ya la reseñamos: El horror lo es más cuando nos volvemos locos buscando en nuestras cabezas una posible explicación.
Los niños, en un inédito sentido de la supervivencia, se rebelan contra unos adultos que se han demostrado letales para el planeta y ellos mismos. Es un cambio genético que incluso incita a los fetos no nacidos a destrozar a sus madres desde dentro. Los asesinatos se dan entre risas y juegos, con la misma mirada curiosa y salvaje con la que la infancia experimenta con los seres vivos inferiores de su entorno. Película especial y única que merece ser reivindicada cada vez que se tenga ocasión. Si no la hemos puesto en la lista principal ha sido porque ya tuvo su lugar de honor en el mencionado artículo, pero sin ninguna duda tendría un lugar de honor en esta.
En Los últimos días (2013) la población mundial empieza a desarrollar agorafobia en niveles de intensidad nunca visto. Tanto es así, que salir a un espacio abierto provoca irremediablemente la muerte. Las personas se recluyen en sus pisos o donde les pilló el síndrome. Hay grupos que se han organizado en edificios de oficinas, supermercados, centros comerciales… Las estaciones de metro, al igual que en las novelas de Dmitri Glujovski y los videojuegos que se basan o inspiran en ellas, se han organizado en algo parecido a pequeñas ciudades estado.
Con esta premisa tan potente, nuestros protagonistas emprenderán un peligroso viaje por las alcantarillas y túneles, que se entretejen de forma laberíntica bajo la ciudad, intentando llegar al piso de la pareja de uno de ellos, que está embarazada. Además de la utilización del entramado subterráneo a lo Metro, su final evocador, con una ciudad vencida por la naturaleza y sus jóvenes nuevos habitantes armados con lanzas nacidos ya en ese mundo posapocalíptico, recuerda poderosamente a juegos como Horizon Zero Dawn.
Aquí terminamos esta lista únicamente apta para días soleados. Solo así os aseguramos un feliz desenlace, ese que nos permite, tras terminar uno de estos intensos visionados, salir a la calle y, con los ojos cerrados y respirando profundamente, sentir que estamos a salvo y lejos de esos terribles futuros… al menos por ahora.
- Acción
- Aventura
The Last of Us: Parte I es el remake de la aventura de acción a cargo de Naughty Dog y Sony Interactive Entertainment para PlayStation 5 y PC con mejoras gráficas y de rendimiento. En una civilización devastada en la que infectados y supervivientes embrutecidos campan sin control, Joel, nuestro exhausto protagonista, es contratado para sacar a escondidas de una zona militar en cuarentena a Ellie, una chica de 14 años. Pero lo que comienza siendo una simple tarea pronto se transforma en un brutal viaje campo a través. Incluye The Last of Us y el aclamado capítulo previo, Left Behind, que explora los acontecimientos que cambiaron para siempre la vida de Ellie y su mejor amiga Riley.