Telephats, crítica. Una historia que funcionaría muy bien como película

La literatura de ciencia ficción nos ha dejado excelentes obras en las que los telépatas tienen un gran protagonismo, desde El hombre demolido de Alfred Bester a La Fundación de Asimov. En ellas ambos autores divagan sobre las consecuencias de un poder semejante y su incidencia en la raza humana.

Con un punto de partida semejante, pero más anclado a la realidad actual, Straczynski construye un relato apocalíptico en el que mezcla con bastante acierto realidades, como las consecuencias de la gran tormenta solar de 1856, con ficciones; llevando al lector por un camino inicial en el que es incapaz de discernir si lo que está contemplando es fruto de la imaginación del guionista estadounidense o el reflejo de un fenómeno cósmico aún en fase de estudio.

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Escenario apocalíptico

Ese primer episodio, en el que se esboza todo el cuadro general, es probablemente el mejor del volumen. Straczynski va presentando a sus personajes, en algunas ocasiones abusando de clichés, y enfrentándolos a una situación catastrófica. La humanidad sufre un desvanecimiento de 30 minutos para despertarse con que un 10% de la población tiene poderes telepáticos e incluso telequinécticos. Durante esa media hora se producen todo tipo de catástrofes: incendios, accidentes de coche, caídas de aviones… que convierten a las ciudades en un auténtico caos.

Esta idea de un evento que cambia el paradigma actual no es original, sino que ya lo empleó con gran acierto en su opera prima, Rising Stars, y en la proféctica The Resistence, que presentaba poco antes de la pandemia y en la que un virus acaba con el 95% de la población.

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Estilo cinematográfico

Aquí entra el Straczynski guionista de televisión, conocido por Babylon 5 y Sense 8, que tiene en esta serie una concepción del timing del cómic que le acerca más al mundo del celuloide. Con escenas espectaculares y cortes en una trama que va saltando de un personaje a otro para acelerar el ritmo narrativo, pero que impide el desarrollo de los personajes, que se construyen a base de pequeñas pinceladas aquí y allá.

Después de un primer acto coral, la historia se ancla en dos personajes: Jack, un sargento de policía, y Miles, un peligroso convicto. Ambos sirven como sujetos experimentales en los que Straczynski refleja como el nuevo poder afecta a las personalidades, un ensayo del alma humana y de las convicciones que mueven a los sujetos a ir en una u otra dirección. Por el camino se pierden otros protagonistas cuyas historias merecerán seguramente más foco en un segundo tomo.

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Acción a raudales

Toda pretensión filosófica o crítica social  se va diluyendo a medida que la historia avanza y los telépatas van descubriendo sus nuevos poderes que los colocan a un nivel semejante al de un superhéroe. Los enfrentamientos se suceden y la trama cede protagonismo a la acción, un campo donde el dibujante Steve Epting se maneja a la perfección.

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Un guionista todoterreno

Straczynski es uno de esos talentos que salta de una disciplina a otra; cine, cómic y literatura han sido campos en los que se ha desempeñado con gran acierto. Al mundo de las viñetas entró de la mano de Top Cow en 1999 con Rising Stars, a la que siguieron Midnight Nation y Delicate Creatures. Su forma de narrar llama la atención en Marvel que lo ficha en exclusiva y firma una de las mejores etapas de Amazing Spiderman, colocando al trepamuros en primera línea de la editorial. Luego pasaría por varias colecciones hasta terminar en Thor, fase que compagina con su trabajo en DC al frente de The Brave & The Bold.

Centrado durante varios años en el mundo del cine y la televisión, vuelve al cómic de la mano de AWA (Artist.Writers.Artisans) una editorial que pone el foco en las obras de calidad y que da una enorme libertad creativa a sus artistas. Con The Resistence forja los cimientos de un nuevo universo superheróico que nada tiene que ver con los de Marvel y DC.

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Un dibujante solvente

A los lápices está Steve Epting, un dibujante veterano de Marvel y DC, conocido por sus etapas en Los Vengadores, en colecciones de X-Men y en Capitán América, donde puso el arte a la Muerte del Capitán América.

En Telepaths comienza un tanto titubeante, pero va cogiendo el pulso hasta ver al Epting de la etapa dorada con Brubaker, con dominio excepcional de las sombras y una paleta de color más alegre que la que suele emplear. Uno de sus grandes talentos es el manejo de muchos personajes dentro de una sola viñeta sin que la composición se pierda, pero aquí tiene poco espacio para demostrarlo. Lo que sí deja claro es que un excelente portadista y lo exhibe en cada una de las seis covers que firma para la serie.

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Conclusión

Telephats es un cómic entretenido que podía haber ido para serie de culto, pero que ha terminado derivando en blockbuster. Hay una excelente idea sobre la que construir la trama, que no carece de personajes interesantes, aunque demasiado estereotipados, pero el resultado no es todo lo brillante que debiera.

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