God of War Ragnarök, el último 'skol' para un 2022 marcado por los retrasos

Quién iba a decir que 2022 iba a convertirse en el año de los retrasos. Nada de la secuela de The Legend of Zelda: Breath of the Wild ni tampoco de Suicide Squad: Kill the Justice League. Todo el mundo daba por hecho que Starfield había tallado su fecha en piedra, pero cualquiera que conozca la industria del videojuego sabe que el calendario no es firme como una roca, sino blando y poroso como un flan. La nueva IP de Bethesda no llegará a tiempo para el brindis de fin de año, como tampoco lo hará Redfall, de Arkane Studios, pues estos proyectos están previstos ahora para 2023.

El que sí entrechocará las jarras es God of War Ragnarök, que a grito de ¡skol !llevará la mitología nórdica a los jugadores de PS4 y PS5. Durante unas semanas, los rumores sobre un posible retraso se han disparado. Cuando se filtró que Sony había decidido no anunciar la fecha de lanzamiento el 30 de junio, las lenguas sibilinas volvieron sisear en público, aunque el director creativo de Sony Santa Monica, Cory Barlog, pidió un poco de paciencia a la comunidad. Y no tardaron mucho en confirmar que no iba a haber retrasos: 9 de noviembre de 2022.

Pese a que el flujo de lanzamientos en Nintendo Switch es y será constante a lo largo de los próximos meses, los poseedores de consolas de nueva generación se han visto un poco desamparados. No porque no salgan juegos, que sí han salido, sino por la preocupante falta de proyectos exclusivos para las nuevas máquinas. El último en borrarse ha sido Forspoken, el esperado juego de rol y acción de Square Enix para PS5 y PC.

Con la misma rapidez con la que Geoff Keighley comparte un tuit de autobombo cada vez que alguien habla del E3, los japoneses publicaron que debido a una decisión estatégica (¿la proximidad de God of War Ragnarök?) preferían volver a mover la fecha, esta vez hasta el 24 de enero de 2023. En un principio se iba a comercializar en mayo y luego decidieron que fuera en octubre. Al final, ni una ni otra. Nos vemos el año que viene, ciao, ciao.

Por mucho que nos fastidie que nuestros juegos más esperados no salgan a tiempo, siempre hay que tener en presente algunas de las circunstancias que han conducido a esta situación. La salud de los trabajadores es una de ellas, aunque un retraso no significa necesariamente que sus condiciones laborales sean más sencillas o amables (a veces todo lo contrario).

El problema actual y más acuciante es la crisis de los semiconductores, que no parece que se vaya a solucionar en el corto plazo. Estas piezas son imprescindibles para la fabricación de sistemas como PS5 o Xbox Series X/S y llevan dos años escaseando, lo que se ha traducido en que a día de hoy no existe una distribución que pueda satisfacer la demanda.

Las compañías, naturalmente, quieren que se amplíe el número de consolas en el mercado, porque eso mejorará las ventas de software. ¿2023? Debería ser un punto de inflexión, o al menos eso esperamos todos. La generación necesita dar un paso de gigante hacia delante, hacia un futuro que ya debería ser presente.