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Modern Warfare 2, recuerdo desbloqueado | 5 cosas del juego imposibles de olvidar

Ahora que tenemos un nuevo juego de Modern Warfare 2 en camino, repasamos los mejores momentos del original: Nada de ruso, Ghost, Terminal, las MOAB...

Modern Warfare 2, recuerdo desbloqueado | 5 cosas del juego imposibles de olvidar

El nuevo Modern Warfare 2 ya tiene fecha en el calendario: 28 de octubre de 2022. Y aunque es el Call of Duty número 47 y el décimo Modern Warfare, le ha dado por llamarse así, Modern Warfare 2, tal y como lo hacía una de las entregas más emblemáticas de la saga. Será por nombres. El juego no tiene conexión directa con aquel, sino que es una secuela del Modern Warfare de 2019, a su vez un reboot de Call of Duty 4: Modern Warfare. Un maravilloso galimatías que viene a demostrar dos cosas. La primera, que no entendemos nada de marketing. Y la segunda, que para Activision somos incapaces de aprendernos más de dos nombres.

El caso es que, viendo sus primeras imágenes, el juego parece tener más conexiones de las que parece con el Modern Warfare 2 original y a nosotros, a quienes nos gusta más la nostalgia que un caramelo, nos ha dado por recordarlo y echarlo de menos. Ya se sabe. Antes todo esto era campo, cualquier tiempo pasado fue mejor, etcétera, etcétera. Así que ahí van, 5 cosas imposibles de olvidar del Call of Duty: Modern Warfare 2 de 2009. Retazos de una de las cumbres del género.

El Modern Warfare 2 de 2022 no teme al legado del de 2009 y profana nuestra memoria para traer de vuelta sus personajes. ¿Regresará también su calidad?
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El Modern Warfare 2 de 2022 no teme al legado del de 2009 y profana nuestra memoria para traer de vuelta sus personajes. ¿Regresará también su calidad?

Nada de ruso

Todos recordamos Máximo riesgo, el nivel con motos de nieve, escalada y un sensor de movimiento que enamoró a propios y extraños. Fue el nivel con el que Modern Warfare 2 se presentó en sociedad durante la conferencia de Xbox en el E3 de 2009. También es imposible olvidar la persecución por las favelas de Río, el apagón tecnológico ante la Casa Blanca o nuestra resistencia en la azotea del Burger Town. Por no hablar del final en lancha, el gulag, la plataforma petrolífera o el cementerio de aviones. No, definitivamente no será por niveles. Cada misión de Modern Warfare 2 era aún más espectacular que la anterior y la campaña en sí es uno de los grandes hitos del género.

Sin embargo, si tenemos que quedarnos con una misión, esa es Nada de ruso. El nivel más polémico de la saga Call of Duty. Una misión que era opcional, que podía saltarse si nos hacía sentir incómodos, y que consistía en infiltrarse entre las filas enemigas... masacrando civiles. No era la más divertida ni la más desafiante, pero porque jamás fue esa su intención. En realidad quería provocarnos un nudo en la garganta, sacarnos de la experiencia e invitarnos a reflexionar. Con razón se han escrito ríos de tinta sobre ella. Nada de ruso es uno de los pocos momentos en que la franquicia ha ido más allá de su condición de videojuego. Una pesadilla para valientes que resultó tan desagradable como inolvidable.

Ghost

Aunque ya aparecía en el Call of Duty original y en Call of Duty 2, la figura del capitán Price ha terminado ligada de manera irremediable a Call of Duty 4: Modern Warfare. Fue en esta entrega donde tuvo mayor protagonismo y donde logró algo histórico: que nos aprendiéramos el nombre de un personaje de la saga. Los títulos de Call of Duty se cuentan por decenas y, sin embargo, ¿cuántos nombres recordáis de sus respectivas campañas? ¿Diez? ¿Cinco? Y no valen los del modo zombis, quienes curiosamente han calado bastante más. El capitán Price sería de los pocos que saldrían seguro y tuvo un sucesor a la altura en Modern Warfare 2: Ghost.

(Spoilers a partir de aquí). Para qué mentir, lo mejor de Simon “Ghost” Riley es su aspecto. No se puede molar más. Es la skin que todos nos pondríamos en el online. Un pasamontañas con patrón de calavera, auriculares y gafas de sol de color rojo oscuro. Era el chulo, el malote, el compañero parco en palabras que se encargaba del trabajo sucio. En una misión lo veíamos torturar a un enemigo con pinzas eléctricas y en otra hackeaba los sistemas de seguridad de un gulag. A pesar de ser el objetivo de gran parte de las bromas del escuadrón debido a su nombre y vestimenta, el equipo entero le tenía en alta estima y sabían que podían confiar en él para cualquier cosa. Era el NPC que todos queríamos a nuestro lado. Una de las pocas muertes realmente impactantes de la saga. Aquel disparo a quemarropa que le metió Shepherd nos dolió tanto como si nos lo hubieran metido a nosotros.

Terminal

Un online para dominarlos a todos. El éxito del multijugador de Modern Warfare 2 se debió a muchas cosas: gunplay, tempo de juego, rachas de bajas y sistema de progresión, cantidad de modos, tamaño de la comunidad… etcétera, etcétera. Aún así, todo se hubiera ido al traste si Infinity Ward hubiera fallado en el diseño de mapas. El estudio no solo no falló, sino que desplegó ante nosotros una genialidad tras otra. Highrise y su grúa entre rascacielos. Wasteland, aquella pradera para “lanza pepos” con una trinchera en medio. Afghan, un desierto en el que sólo daba la sombra en una cueva y bajo el clásico avión derribado. Scrapyard, tan básico como maravilloso: dos almacenes de paredes metálicas y los restos de un avión en medio. Los callejones y edificios de Skidrow. Esa ratonera conocida como Rust, o los enormes Derail y Estate, para equipos grandes. Muchos, muy variados y de planteamiento extraordinario.

Con todo, si hay que elegir no tenemos ninguna duda. Terminal. Una y mil veces Terminal. El mapa en un aeropuerto que parecía contener muchos mapas en su interior. Estaba la cabina del avión y sus múltiples entradas para los Buscar y Destruir, bien por la cola, bien por la pasarela de acceso. Aquel pasillo de cristaleras por el que jamás había que pasar si había un helicóptero en el aire. O la zona de equipaje donde unas escaleras mecánicas nos provocaban flashbacks de Vietnam, o más bien de Star Wars y la famosa frase de Obi-Wan: “¡La altura me da ventaja, Anakin!”. Qué decir de las tiendas o los arcos metálicos que pintaban al pasar por ellos. Enorme en tamaño, detalles y diseño. Siempre que salía como opción para la siguiente partida, la gente sabía que tocaba Terminal. Su regreso debiera ser obligatorio.

Las dichosas nuke

Para muchos, Modern Warfare 2 fue el principio del fin por sus rachas de bajas. Atrás quedaban el UAV, el bombardeo y el helicóptero de Call of Duty 4 (por tres, cinco y siete eliminaciones sin morir, respectivamente). Esta secuela introdujo hasta 15 rachas de bajas extra como fueron los paquetes de ayuda, los misiles Predator, los AC-130 y los paseos a bordo de un Pave low desde el que ametrallear al resto de jugadores. Pero hubo una recompensa que era aún más valiosa que la snitch dorada en un partido de quidditch. Nos referimos, cómo no, a la bomba nuclear, la nuke o MOAB (mother of all bombs) para los amigos.

Sabemos la rabia que daba ver a ese compañero que avanzaba a escondidas, campeando, para sacarle las 25 bajas seguidas que se necesitaban para lograrla. Era una rabia proporcional al placer de dar caza a alguien a punto de conseguirla. Aún así, aunque adulterara algunas partidas y cambiara el comportamiento de la gente, nadie olvidará aquellas partidas en que logró lanzar la MOAB. En medio del mapa caía una bomba atomática, se generaba una explosión que acababa con todos y automáticamente ganaba el equipo que la había tirado, independientemente de cómo fuera la partida hasta ese momento. Amor y odio.

Los titanes del cooperativo

No fue el modo más popular, pero por entonces todo el mundo quería el platino (o los 1000G) de Modern Warfare 2, y eso suponía pasar por su modo cooperativo. Llamado Special Ops, consistía en distintas misiones diseñadas específicamente para dos jugadores en mapas inspirados en la campaña, pero con recorridos, entornos y objetivos distintos. Para completarlo había que jugar en Veterano, pues era la única forma de obtener las tres estrellas en sus niveles. Un total de 69 estrellas que ofrecían los picos de dificultad más altos de todo el juego, en especial por la aparición de un enemigo que aún nos provoca escalofríos en la espalda: los titanes. Hasta arriba de armadura, ni un par de headshots a la cabeza con una Barrett del calibre 50 era capaz de acabar con ellos. Avanzaban de forma lenta pero inexorable con su ametralladora y no paraban hasta arrinconarnos. La única solución era flanquearlos y pillarles por la espalda, pero aún así exigían vaciar hasta el último cargador en ellos.

La última misión del modo Operaciones Especiales se llamaba Penetrante y nos proponía derrotar a 15 titanes en una plataforma petrolífera, donde al principio venían de uno en uno y, con el correr de los minutos, hasta de cuatro en cuatro. Las muestras de ingenio no se hicieron de esperar, con trucos como esconderse en un contenedor, dejar a un compañero fuera y resucitarlo cuando lo mataran sin salir del escondite, con un bug que permitía hacerlo a través de la pared. Una guarrada que aún nos persigue, pero de la que nos sentimos muy orgullosos al pensar que fue para engañar a uno de los enemigos más indeseables de la serie. A veces el fin justifica los medios.

Call of Duty: Modern Warfare 2

  • 360
  • PC
  • PS3
  • Acción
Segunda entrega de Modern Warfare, la serie Call of Duty ambientado en conflictos modernos.
Carátula de Call of Duty: Modern Warfare 2
9.5