EGRET II mini, un maravilloso viaje al pasado de la gloriosa Taito
La nueva recreativa miniaturizada que irrumpe en el mercado es un cuidado producto con una gran selección de juegos como Puzzle Bubble, Rayforce, Darius Faiden o Rainbow Islands
La historia de la legendaria Taito es más que curiosa. Establecida en la región de Shinjuku, dentro del área metropolitana de Tokio, en 1953, fue fundada por Michael Kogan, empresario ucraniano que escapó del régimen comunista en su país para establecerse en Shanghai primero, bajo el sello de Taitung, para luego acabar en Japón huyendo de la pujante revolución comunista en China y volver a empezar bajo el nombre de Taito Trading Company. Como sucediera con otras compañías clásicas japonesas en su fundación, su negocio no comenzó con los videojuegos, para entonces un desconocido para el gran público. Inicialmente era una compañía de importación de máquinas de venta y se estableció también como la primera refinería de vodka en Japón. Lo segundo fue un éxito, pero pronto encontró propuestas locales que le hacían una competencia imposible de superar.
En cuanto a las máquinas, Taito no tenía licencia para importar las más jugosas del momento, los jukebox musicales que daban vida a bares y clubs. Para saltarse eso, recorría bases americanas establecidas en el país después de la 2ª Guerra Mundial para recoger máquinas estropeadas, arreglarlas y ponerlas a la venta en el mercado local. Un acuerdo con la fabricante de la conocida marca AMI lo convirtió en el distribuidor oficial de sus máquinas en el país del sol naciente, consiguiendo un sonoro éxito al mezclar melodías japonesas con música folk americana, lo que consolidó el negocio y permitió a la compañía poner sus miras en nuevo mercado con potencial: los juegos electromecánicos. En los 70 la empresa pasaría a ser Taito Corporation y un joven ingeniero llamado Tomohiro Nishikado empezaría a trabajar en ella, creando varios juegos a través del estudio y la disección del Pong de Atari. En 1978 crearía Space Invaders, momento en el que la historia se convierte en leyenda de los videojuegos.
La historia de Taito permanece fuertemente asociada a las recreativas, aunque las licencias de algunos de sus juegos más famosos se convirtieron en superventas ansiados por los aficionados en su día, con juegos como Bubble Bobble o Rainbow Islands entre algunos de sus éxitos más sonoros. Hubo un intento de llegar al formato doméstico a través de una consola con CD-ROM, WOWWOW, que prometía llevar los juegos de los arcades a los hogares, pero nunca fructificó. La compañía se centró en las recreativas, usando sus propias placas (las clásicas F3 System y las iteraciones de la Type X, que llegan casi a nuestros días, aunque la compañía ya no sea independiente y forme parte de Square Enix.
Completada la clase de historia para situar a Taito en su apropiado contexto, nos centramos en lo que es el EGRET II Mini, una preciosa pieza de coleccionista que reproduce una de las cabinas genéricas más populares de la compañía. Para las compañías especializadas en los salones recreativos, uno de los grandes caballos de batalla siempre era encontrar la forma de fidelizar a las salas a sus productos. No interesaba vender sólo una máquina, había que vender esa y las que vinieran detrás. La calidad del juego era un factor, por supuesto, la teoría dice que a mayor calidad, más jugadores y más dinero, pero eso no lo era todo. Temas como el coste, la logística del traslado y mantenimiento de la cabina, el servicio al cliente, todos eran elementos importantes. SNK y sus recreativas con cartuchos intercambiables era un ejemplo claro; sin necesidad de cambiar la máquina, podíamos intercambiar el juego por una fracción del coste y tener así una mayor posibilidad de rotación.
En ese contexto, la EGRET II tenía una particularidad enfocada a este objetivo de abaratar costes. No sólo era compatible con diferentes juegos del catálogo de Taito, sino que incorporaba la posibilidad de rotar la pantalla de forma relativamente sencilla, dependiendo de si el juego en cuestión requería la pantalla de forma horizontal o vertical, acomodando cualquier tipo de juego de los habituales en la época. EGRET II emula esta faceta y nos permite rotar la pantalla para adaptar perfectamente el aspecto de cada juego, una característica fantástica que le da un valor añadido a la máquina y que hace que profundizar en su librería sea un placer todavía mayor.
Además de esta peculiaridad, la EGRET II Mini se nos presenta en una reproducción de un tamaño generoso, más grande y funcional por sí mismo que la Neo Geo Mini, con un acabado más lujoso que se deja notar en aspectos como la pantalla o el sistema de sonido propio. La palanca y los seis botones tienen un buen acabado y podemos intuir que son lo suficientemente resistentes para aguantar muchas partidas sin dificultad. También cuenta con la posibilidad de conectarse a un televisor mediante HDMI, un lector de tarjetas SD y varios puertos para conectar mandos adicionales -algunos específicos para habilitar juegos que usaban controles diferentes como es el caso de Arkanoid y su célebre control con rueda-.
Centrándonos en el catálogo de juegos, la máquina llega con 40 títulos preinstalados que recogen algunos de los hitos del catálogo de Taito, que lo son también de la historia de los videojuegos. Por supuesto, está Space Invaders, que comparte honores con algunos de los éxitos tempranos de la compañía a finales de los 70/principios de los 80, como es el caso de Lunar Rescue, o el clonado hasta la saciedad QIX, cuyas brillantes mecánicas acabarían al servicio de oleadas de juegos eroge a raíz de su uso en Gals Panic. También hay juegos menos conocidos pero que forman parte de la historia de la compañía como Steel Worker o Strike Bowling, los que merece la pena echar unas partidas. Y, por supuesto, hay espacio para los clásicos incuestionables de la compañía, juegos como Rastan, Bubble Bobble, Rainbow Islands, Tatsujin o Cadash, auténticos clásicos.
La lista es muy completa y además de cumplir su función de homenaje a la compañía, es también una lista bien seleccionada de juegos de calidad que proponen una heterogénea oferta que sirve para comprobar la riqueza del catálogo de Taito. Encontramos clásicos ocultos como The Ninja Kids, un beat’em up con una ambientación y estéticas únicas que nunca fue llevado al formato doméstico. También encontramos juegos de calidad contrastada para amantes del shmup como RayForce, Twin Cobra o Darius Gaiden o apuestas populares en los recreativos en su día, como Liquid Kids y su singular mecánica con bombas de agua, que era fácil de ver en cualquier salón de la época. Puzzle Bobble tampoco falta a la cita a través de su versión 2X, que complementa a las dos secuelas oficiales del clásico original.
En general, una selección completa, con algunas omisiones y decisiones cuestionables, como es habitual. Es curioso que esté el (excelente) Darius Gaiden, por ejemplo, pero no el Darius original del 87, o Darius II para recoger todo el legado de Hidehiro Fujiwara al margen de Bubble Bobble y Rainbow Islands. Si adquirimos el pad con el pad con la trackball y el paddle, accederemos a otros diez juegos más vía tarjeta SD, en el que se incluye los tres Arkanoid, Sylvalion y algunas curiosidades como Cameltry o Puchi Carat. Siempre es difícil que estén todos los que podrían estar, pero el conjunto es adecuado a modo de repaso a vista de pájaro de lo que ofreció la casa tokiota.
Si estás interesado en una de estas máquinas, su lanzamiento en occidente llega por dos vías. Por un lado, la página Gamerocket sirve el modelo básico por 199.99€, que incluye la máquina, cable HDMI, USB-C para carga y los 40 juegos de base. Aparte ofrece los diferentes pads; el de expansión con los controles alternativos se puede adquirir por 119.99€ y luego están los mandos externos, necesarios si queremos jugar a dobles o para jugar cómodamente en pantalla grande (uno con D-Pad cuesta 39.99€ y otro con joystick sale por 89.99€). Por otro lado, la alemana Strictly Limited tiene los derechos de venta de dos packs: por unos 439.99, más gastos de envío, podremos adquirir el Game Center Blue Edition que incluye absolutamente todo, máquina, más los tres tipos de controles opcionales que tiene y el total de los 50 juegos más algunos extras en forma de libro de estrategia o una colección de bandas sonoras. Por 319.99€ podremos comprar la Arcade Cabinet Edition, que incluye la máquina base y el pad con el paddle y trackball, además de los extras del Game Center.
No sale barata, pero estamos hablando de una producto limitado con unos valores de producción bastante altos, una pieza de coleccionismo que gustará a los amantes de la historia de los videojuegos y que incluye una selección de juegos notable, con algunos títulos fantásticos que harán que siempre sea tentador encenderla y echarle “unas monedas” para disfrutar de clásicos que no han perdido brillo con el paso de los años. Una nueva y deseable pieza más para el aficionado de lo retro y de los buenos videojuegos en general.