Impresiones finales
Forza Horizon 5, impresiones y gameplay. Lo importante siempre es el viaje
Jugamos a la beta preview de Forza Horizon 5 para comprobar como Playground Games ha encontrado la fórmula del éxito.
Forza Horizon 5 tiene un desafío importante ante sí. Por un lado, es el sucesor del posiblemente mejor videojuego de Xbox One. Por el otro, es el primer gran nombre que los usuarios de Xbox Series esperan para este primer año de vida de la consola. Pero ni una ni otra cosa desvían del camino a Playground Games, los creadores de esta saga spin-off que se ha ganado el derecho de mirar de tú a tú a la serie numerada de Turn10, cada uno en su estilo. Cada uno majestuoso. Hemos podido jugar varias horas a la última versión preview de lo más nuevo para las consolas de Microsoft y Windows 10. Y como siempre, lo más importante aflora: disfrutar del viaje. Ahora en México.
Los juegos de conducción de corte más arcade, que quieren alejarse de la competición más pura, tienen en Forza Horizon una saga en la que aprender y tomar notas. Ni la serie fue la primera en instalar un mundo abierto que explorar ni este Forza Horizon 5 revoluciona lo que ya conocemos de la cuarta entrega. Pero muchas veces no es el qué, sino el cómo, lo que marca la diferencia. Y tras varias horas con el gran nombre de nueva generación para Xbox Series, tenemos claro que el juego mantiene la excelencia que ya conocimos.
El concepto de mundo abierto y de exploración son dos de los elementos más presentes en la definición de lo que es el título. Porque como ya dijimos en el análisis de Forza Horizon 4 (y del 3; y del 2), es una saga que te atrapa porque disfrutas con el simple hecho de conducir campo a través, de ir de un lado a otro, de ver cómo cambia la climatología y de pasarlo bien como experiencia de viaje. Y esto está muy presente aquí, porque México, la nueva ubicación, es gigante y ofrece contrastes que no habíamos visto antes. Y porque están las carreteras repletas de vehículos a los que rebasar o desafiar, de pequeños eventos que solucionar y carreras y circuitos a los que apuntarnos. Todo es familiar pero a la vez, con sensación de frescura. Cambiar de localización no es solo hacerlo a nivel visual.
El poder de una buena introducción
Lo primero que hicimos fue arrancar con una impresionante introducción en la que nos dejan cayendo con un 4x4 en medio de un volcán para bajar a toda velocidad y darnos cuenta que la distancia de dibujado es brutal. Vamos avanzando, saltamos a cámara lenta como marcan los cánones y pasamos a controlar un Corvette que tiene una sola misión: adentrarse en una tormenta de arena, uno de los nuevos fenómenos climatológicos. Conducir con cámara interna es toda una experiencia porque no se ve nada. Es la hora de pasar a una zona selvática con un coche de rallies, derrapando entre el fango y usando el limpiaparabrisas. Para acabar con una bestia de Mercedes para llegar al festival. Empieza lo bueno.
Es ahí donde nos invitan a realizar la primera exhibición, algo también marca de la casa: carrera contra un avión que deja caer una serie de motoristas que van saltando, cruzándose ante nosotros y que llegan a dejar la moto para hacer Wingly delante de nosotros. Todo esto mientras vemos que el juego se luce especialmente a nivel visual, sobre todo en modo rendimiento donde no hay trazado de rayos ni tanto detalle, cierto, pero la fluidez de 60fps marca la diferencia. Se echaron en falta en Xbox One, con el Smart Delivery Forza Horizon 4 era ya una delicia y ahora sabemos que no queremos volver a los 30fps.
Entre las novedades, una nueva campaña con misiones variopintas, que van desde adentrarnos en una tormenta de arena, encontrar una pieza azteca y hacernos una foto con ella; o la clásica búsqueda de vehículos abandonados con una curiosidad: ahora el camión que los lleva al taller lo vamos a traer nosotros, como si fuera una misión de GTA, pero sin disparos y con un control de vehículos óptimo, claro.
El premio de ganar y los galones
Y poco después, eventos y más eventos. No faltan los radares de velocidad, los saltos de altura, los carteles, los desafíos a otros vehículos y claro, las pruebas principales. Circuitos en asfalto, campo a través o en condiciones discutibles. Todo ellos con la misma voluntad festiva que tenía Forza Horizon 4: la de disfrutar de propuestas muy distintas y conseguir recompensas. En su momento comentamos que tal vez le faltaba un punto más de competición al juego, que el ser primero no era suficientemente importante. Ahora se han añadido puntuaciones extras para quedar el primero. Son un 25% de la recompensa general, pero algo es algo para motivar al jugador.
De hecho, el progreso se cumple a base de galones. Es una especie de reconocimiento que te dan cada vez que superas algo (mil galones por ganar una carrera, 750 por terminarla, los mismos 750 por conseguir una estrella en un radar de velocidad...) y cuando has conseguido suficientes, desbloqueas un nuevo capítulo de la historia. El sistema de progreso es claro, te invita a hacer las cosas bien (ganar) o hacer muchas más para llegar a los galones necesarios y, como esto es Forza Horizon, siempre hay cosas que realizar.
El placer de conducir
Forza tiene alma arcade y apoyarse en un rival en una curva que no cogemos bien está permitido y es recomendable, pero también es un juego que se toma muy en serio el tacto de los vehículos y que se adapta a todo tipo de jugadores. Como ya pasaba en la anterior entrega, tendremos reglajes profundos y variados, sistema de daños más o menos simulación a gusto del consumidor y un sinfín de detalles que nos hacen sentir que sí, que podemos volar decenas de metros con un deportivo a 250 kilómetros la hora, pero que a la hora de conducirlos, notamos que cada uno tiene su tacto, su respuesta. Y eso se amplifica con los cambios de terreno (no es lo mismo el asfalto que el fango) o con la lluvia que nos hace derrapar con vehículos de tracción trasera. Que podamos simular una película de Fast and Furious no significa que no se hayan tomado en serio el desarrollo, diseño y respuesta de los vehículos. Como siempre en la saga, dicho sea de paso.
A falta de ver los Drivatars de nuestros contactos correr y que quede demostrado que todos cuando no nos graban frenamos un poco más tarde de la cuenta en las curvas cerradas, la IA nos ha parecido algo indolente en niveles normales, poco agresiva en el modo estándar y con "más que normal", tampoco demasiado más pero ahí sí, si fallamos nosotros no nos van a perdonar. Exploraremos más niveles de dificultad próximamente, porque si algo siempre hemos celebrado de la serie Forza en general es la agresividad y la humanidad de la IA en las carreras.
A nivel audiovisual, el juego sigue sonando de maravilla tanto por el motor y los efectos especiales como por una banda sonora repleta de radios que se adaptarán a cada tipo de jugador (de las que no podemos decir más, de momento). Pero es en lo técnico donde vemos un juego muy potente. No solo por la fluidez mencionada anteriormente, sino también por el nivel de detalle, el reflejo en los charcos de agua, el juego de luces y sombras cuando travesamos un pueblo o la vegetación que nos rodea y que, gracias a la gran distancia de dibujado, nos hace sentir en medio de un auténtico paraíso cambiante. Vamos a ser sinceros: hemos jugado poco en modo calidad, donde el 4K es más robusto a nivel de detalle, la iluminación gana enteros pero a nivel de fluidez, no nos ha convencido, aunque daremos más cuenta de ello cuando invirtamos muchas más horas en ambos modos y podamos detallarlos más a fondo.
Y aunque todas estas palabras están muy bien, seguramente lo mejor que podéis hacer es ver el vídeo que encabeza este artículo y disfrutar del espectáculo. Vuelve Forza Horizon. Vuelve el placer de conducir.