Crítica de 'Sin tiempo para morir' (No time to Die). Un 007 crepuscular
Craig, Daniel Craig, se despide como agente de su majestad con una cinta que sirve de homenaje a la saga y que pone fin a la segunda era dorada del 007.
Uno, que es fan de 007 desde que era niño, recibió con pesar el anuncio de jubilación anticipada de Daniel Craig como agente de su majestad ya que, con permiso del fallecido Sir Sean Connery, ha sido el mejor 007 de la historia. Pero tras ver No time to die, se entiende la renuncia, el tiempo pasa para todos, incluso para Bond.
La película de Cary Joji Fukagana es un homenaje a la saga en la que el espectador se siente cómodo en la primera mitad porque está en terreno conocido, las escenas de acción son impactantes, como la espectacular persecución inicial por las calles de Matera (Italia) donde su casco histórico es un marco majestuoso en el que el director estadounidense demuestra que también tiene talento para montar este tipo de escenas.
Un segundo acto lleva al espía a Cuba, en un escenario en el que brilla con luz propia Ana de Armas, y aquí es el único punto donde el filme se acerca a Casino Royale, la mejor entrega de Craig. El 007 se muestra como siempre fue: elegante, socarrón y con un toque seductor.
Hasta aquí no hay nada nuevo, pero todo funciona como un reloj, el espectador permanece pegado a la butaca de sobresalto en sobresalto. Peleas, persecuciones y tiroteos se suceden sin dar tregua, todo ello bajo el paraguas de argumento ya manido: un arma de destrucción masiva que cae en las peores manos posibles.
La fragilidad del héroe
Pero justo a partir de ese momento la película da un giro y Fukagana (True Detective) va oscureciendo la historia para dar paso a un 007 crepuscular, un Bond más sufrido que emparenta con personajes del Western clásico como Ethan Edwards (The Searchers) o Pike (The Wild Bunch), donde por vez primera vemos al agente secreto a merced del destino. Incluso la fotografía y los paisajes se tiñen de negro. La luz de Italia, Cuba y Jamaica se cambia por la niebla de Noruega y el frío de las Kuriles.
Si Casino Royale fue el punto de inicio de un nuevo arco en las películas de 007 gracias a que Craig dotó al personaje de una fuerza, de una humanidad y de una verosimilitud que antes no tenía; el australiano también ha sido el encargado de cerrarlo enterrando parte de aquellas virtudes en esta cinta. Su trabajo es notable mostrando facetas de Bond que antes no se habían visto, pero también es cierto que el tiempo no perdona y que en su relación con Léa Seydoux no se produce la química que la historia necesita. Un 007 'jubilado' empareja mal con una joven y espléndida Madaleine.
La BSO corre a cargo de Hans Zimmer, que hace doblete tras Dune, en esta ocasión se muestrs más contenido y conservador, recuperando los sonidos más clásicos de la saga. A destacar el tema central a cargo de Billie Eilish.
En cuanto al resto del reparto, se luce como villano Rami Malek (Mr. Robot) que retoma el estereotipo de genio maligno de los 60 (Dr No) del que coge prestado maneras y cierto estilismo; un soberbio, como siempre, Christoph Walt; y Lashana Lynch, alter ego femenino de Bond y nueva 007 durante media película. El problema es que no tiene ni la fuerza ni el carisma para hacer sombra a Craig y el combate de egos entre 007 es demasiado asimétrico para que el espectador tenga alguna duda sobre cómo acabará.
Todo el universo Bond va desfilando a cuenta gotas por la película: los clásicos M (Ralph Fiennes), Q y Moneypenny, los artilugios (que en esta ocasión son menos asombrosos que otras veces) y los toques de humor, aunque el peso de todos ellos es menor que en otras ocasiones.
El adiós de Craig
Fukagana va cerrando salidas a la historia hasta un final que no dejará indiferente a nadie. A mí personalmente no me ha gustado, porque es una renuncia a todo lo que significa Bond, pero el mito del 007 sobrevive a todo, incluso a la marcha de Craig. Ahora se abre un tiempo para las apuestas, para saber quién heredará las llaves del Aston Martin. Craig ya se ha posicionado diciendo que no debería ser ni de color ni mujer, pero los tiempos cambian, también para el 007.