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LG Ultragear 27GN950, análisis. Todo lo que se le puede pedir a un monitor gaming

¿Por fin el monitor que estábamos esperando?

LG Ultragear 27GN950, análisis. Todo lo que se le puede pedir a un monitor gaming

El “gaming” se ha convertido en un nicho de mercado muy importante para los fabricantes de hardware y periféricos. Los videojuegos convirtieron en imprescindibles las primeras tarjetas de sonido, haciendo lo propio con las tarjetas gráficas dedicadas, ratones ópticos, teclados mecánicos… hasta llegar a sillas y escritorios diseñados exclusivamente para jugar con un PC.

Demasiado se ha tardado en que el monitor sea considerado como la herramienta fundamental que es. Quizá porque la adaptación tecnológica no sea tan asequible o por la simple comodidad de unos fabricantes que no veían necesidad de invertir en un periférico que, sí o sí, debería acompañar a cada PC vendido, los monitores han sufrido un estancamiento tecnológico impropio del mundillo del hardware. No fue hasta la llegada de los e-Sports, y la constatación de que contar con la mejor tecnología era una ventaja competitiva, cuando por fin se ponen en valor las prestaciones de los monitores.

Hasta 2013 y la aparición de los primeros monitores de 144Hz los jugadores nos preocupábamos poco más que del tamaño de la pantalla. Desde ese año aprendimos a buscar en las hojas de “specs” términos como la compatibilidad G-Sync, la versión del HDMI o del DisplayPort, la certificación HDR y, sobre todo, el tipo de panel, su resolución, su velocidad y su latencia.

También desde ese momento los jugadores nos hemos visto obligados a elegir o, mejor dicho, a renunciar. Si queríamos un panel realmente rápido, debíamos renunciar a su color. Si queríamos fidelidad de color, renunciaríamos a las latencias bajas y, si queríamos resolución, igualmente debíamos renunciar a todo lo demás. No existía el monitor perfecto, el que proporcionara todo lo exigible al mejor monitor para jugar. Hasta ahora.

LG Ultragear 27GN950

En los últimos años sí que se han anunciado monitores realmente completos. Los hemos visto en ferias y en las notas de prensa de los fabricantes. Nos ilusionábamos con presentaciones a bombo y platillo de unas configuraciones impresionantes, para comprobar después cómo el producto nunca llegaba a comercializarse o lo hacía a un precio tan absurdo que es como si no lo hubiera hecho. Sin embargo, la tendencia era clara y estábamos cada día más cerca de poder contar con monitores “completos”.

Hoy, 2020, fabricantes como Asus, Acer, Dell o incluso Razer, o la propia NVIDIA, anuncian la disponibilidad de monitores capaces de satisfacer todos nuestros deseos, pero ha sido LG la primera en poner sobre la mesa ese producto tantas veces anhelado durante los últimos años.

Los coreanos LG son el fabricante más importante de paneles para televisores y con sus OLED han fijado el listón que el resto intenta no ya superar, sino igualar, optando gran parte de esta competencia por comprarles a ellos los paneles para sus televisores. Por tanto, la apuesta de este fabricante por los monitores gaming es una gran noticia para nosotros.

Centrándonos ya en el producto que hoy nos ocupa, el Ultragear 27GN950, toca empezar con sus prestaciones. Unas prestaciones que no destacan por sí solas, dado que llevamos tiempo viendo monitores IPS 4K, HDR o con frecuencias de 160HZ… Lo extraordinario es ver todas esas características reunidas en un mismo producto, sin renunciar a nada, y con un precio dentro de lo normal.

Así, el GN950 es un panel de 27 pulgadas, con una resolución 4K (3840x2160), IPS iluminado por la tecnología Nano IPS de LG, con una frecuencia base de 144hz, overclockeable a 160hz, certificación VESA HDR600, tiempo de respuesta de 1ms GtG, latencia de entrada inferior a 4ms, color de 10bit, ratio de contraste 1000:1 y compatible con G-SYNC y FreeSync.

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Aunque todo es mejorable, hoy sí que podríamos decir que estamos ante un monitor que no nos priva de nada. El triángulo formado entre el 4k, el panel IPS de 1ms y los 144Hz cubren las necesidades de cualquier jugador.

Un IPS para jugar

Pensemos que hace tan solo un par de años para tener esos 144Hz debíamos “sufrir” un panel TN y sus lamentables prestaciones en cuanto a calidad de imagen. Un monitor realmente bueno para jugar, no lo era para trabajar. Es más, un buen monitor para FPS, no lo era para el resto de juegos. La normalización de los paneles VA ha aliviado las carencias de esos pobres TN y nos acercaba a la fidelidad de color de los IPS, pero quedando aún muy lejos de estos. El contraste de los VA los hace muy efectistas para jugar, con colores brillantes y saturados, pero eso mismo se convierte en un problema cuando en pantalla tenemos algo diferente a videojuegos. Así pues, conseguir un panel IPS con las frecuencias de actualización y latencias de un panel TN, y un contraste que se acerque a los VA, ha sido el anhelo de todos los fabricantes en los últimos años.

La alternativa estaba ahí, el OLED, pero el alto precio de producción y las temidas retenciones o “quemados” lo siguen apartando del sector PC. La propuesta de LG con su Nano IPS permite un contraste que no llega a la maravilla ofrecida por los LED Orgánicos, ni a los altos ratios de los VA, pero cumple de sobra. La retroiluminación LED del panel consta de 16 áreas diferenciadas (las denominadas zonas “dimming”), que poco tiene que ver con aquellos pixeles de apagado independiente, pero que consiguen un contraste realmente satisfactorio, propio de la citada certificación HDR600.

EL IPS ofrece el espacio de color más amplio y ajustable a la realidad. LG utiliza la gama de color DCI-P3, donde alcanza un rango del 98%, o un 136% en la clásica gama sRGB. De fábrica el GN950 ofrece unos colores ricos, brillantes, quizá saturados en exceso si nos salimos del ámbito de los juegos.

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Para cine u otros contenidos requeriremos programarnos un perfil de color más conservador, algo bastante asequible desde el menú OSD del propio monitor. LG es consciente de los variados usos que se pueden dar a su monitor y permite una calibración a gusto del consumidor tanto por software, como por hardware, gracias a su aplicación LG True Color.

Y si ese contraste y riqueza de color lo proyectamos en 4k, con una impresionante densidad de 163 píxeles por pulgada, a más de 100Hz obtenemos, sin duda, la sensación más satisfactoria que un monitor nos ha dado hasta la fecha.

Y no es necesario medirlo en un shooter o el resto de juegos más demandantes gráficamente. Quien os escribe dedica la mayoría de su tiempo a los MOBA y la estrategia… La impresión que produjo ver DOTA2 en ese monitor, un juego en el que habremos “invertido” varios miles de horas, era de la de estar ante un juego distinto. La definición de cada héroe, el contraste de sus colores sobre el fondo negro, la fluidez de su movimiento en pantalla. La sensación es la de estar viendo algo real, “solido”, no una representación en pantalla. Son la suma de muchas sensaciones subjetivas que acaban convenciéndote de que la satisfacción de jugar en este monitor es muy superior a la proporcionada por cualquier otro panel anterior, y no hablemos ya si venimos de un monitor TN 1080.

La sensación se mantiene en funciones aun más alejadas del gaming. Simplemente teclear en un procesador de texto y mover las ventanas del Windows te enseña a valorar lo que son las 4K moviéndose a esas frecuencias.

El precio a pagar

Aquellos que hemos probado esta configuración, la citada 4K a 144hz y 1 ms, coincidimos en lo mismo. Así queremos jugar. La satisfacción visual que nos proporciona colma las expectativas que llevamos largo tiempo proyectando para los monitores y nos va a costar mucho volver a ser condescendientes con nuestras “viejas” pantallas. Sin embargo, todos somos conscientes del precio que este nivel requiere.

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Y no hablamos del precio del monitor en sí. Es bastante caro, pero con un precio recomendado de 899€ (799$ en USA) parece un lujo asumible, teniendo en cuenta cómo ha estado y sigue estando el mercado de los monitores de gama alta. Nos referimos a que un monitor de lujo requiere un hardware igualmente de lujo para poder brillar.

Pintar los 8,3 millones de texels de una resolución 4k es muy diferente a los 2 millones de los 1080 en los que estamos habituados a jugar este tipo de “shooters”. A juegos como el citado DOTA2, Fall Guys o incluso Valorant y Fornite, una GTX1080 o incluso 1070 es más que suficiente para una experiencia satisfactoria. El único requisito es contar con un DisplayPort 1.4 DSC para poder alcanzar los 144Hz en 4K con una profundidad de color de 10bit. Versiones anteriores de DisplayPort limitarán esa frecuencia de refresco a un máximo de 95Hz y puertos con un caudal aun inferior, como el HDMI 2.0 limitarán esa frecuencia a los 60Hz.

Pero la cosa se complica cuando hablamos de juegos realmente demandantes. LG mantiene una colaboración con Activision centrada en el inminente Call of Duty: Black Ops Cold War y la innovación que en esta saga supone poder aumentar la resolución hasta los 4k. Sin duda el entorno competitivo ideal para sacar rendimiento a esta resolución, frecuencia de refresco y baja latencia pero ¿Con qué tarjeta gráfica podríamos hacerlo?

Un monitor como el que hoy recomendamos ha de llegar de la mano de tarjetas como las recién presentadas RTX serie 30. Un hardware expresamente diseñado para atacar las 4K. Y aun así, hemos de asumir que todavía no es el momento de las 4K. Ni la todopoderosa RTX3090 puede sacar partidos a esas altas frecuencias de refresco en los Shooters más exigentes. 2K y 160Hz o 4K y 60HZ. Esa es la cuestión. Y eso sin siquiera citar el otro objeto de deseo que hoy tenemos todos los jugadores: la iluminación RTX. De nuevo, aunque solo sea por unos años más, vamos a tener que seguir renunciando a prestaciones; u optamos por las 4K, o por el RTX, o por unas frecuencias altas. Ese es, junto con el precio, el gran talón de Aquiles de cualquier monitor 4K frente a un 2K. Sigue siendo una resolución demasiado exigente para el hardware gráfico actual, por mucho que NVIDIA quiera hablarnos ya de 8K.

El punto de esperanza no solo lo marcan la reciente GeForce serie 30 de NVIDIA o las inminentes Navi de AMD. La Inteligencia Artificial, inicialmente con el DLSS (Deep Learning Super Sampling) de NVIDIA, en su versión 2.0 se ha demostrado como una solución para disfrutar de las 4K sin una exigencia tan alta de hardware gráfico. Ilusionante, porque, creednos, las dichosas 4K merecen la pena.

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Y dejamos para el final características que, aún siendo menos importantes, no dejan de sumar valor al producto. Hemos de destacar el diseño y acabados del monitor. Su marco, de un grosor recortado hasta el mínimo, confiere la pantalla un aspecto sobrio, elegante. Una vez encendido, permite disfrutar de una iluminación LED indirecta que cambia radicalmente ese aspecto. Hemos de felicitar a LG por su diseño, recordando al resto de fabricantes que el hecho de ser jugadores no nos hace aficionados a las estridencias visuales. Ningún botón a la vista, ni logos iluminados, con un pie muy sobrio, negro mate, reducido al máximo, pero estable… Resulta un producto atractivo para cualquier escritorio y se mantiene fiel a su propio espíritu de ser el mejor monitor para jugar, pero también para trabajar o disfrutar de otros contenidos en cualquier entorno.

Los LEDs, esos que sí que se mantienen como esa característica imprescindible del gaming de hoy, se disponen en forma de anillo en la trasera de la carcasa de forma también elegante. Se trata de 48 LED RGB que podemos configurar desde el propio monitor, mediante una rueda oculta en su perfil inferior, o mediante la aplicación correspondiente, permitiéndonos iluminaciones estáticas, con distintos efectos cambiantes o ajustada al contenido que en ese momento haya en pantalla.

Siguiendo con el cuerpo del monitor, cuenta con el imprescindible DisplayPort 1.4 DSC, dos HDMI 2.0, un hub USB 3.0 y una salida de auriculares de 3,5 que cuentan con la particularidad de ser ecualizados por MaxxAudio en función de qué tipo de auriculares vayamos a utilizar. Llama la atención que no LG no haya incluido HDMI 2.1, útil si queremos darle uso al monitor más allá del PC.

El único botón tipo joystick con el que cuenta el monitor nos permite acceder a menús en pantalla desde los que elegir los distintos perfiles predefinidos y el resto de configuraciones más básicas del panel. Conocerlo es fundamental dado que, por ejemplo, el modo de respuesta “Más rápido” se convierte en el ideal para jugar, pero genera un molesto “ghosting” cuando usamos el monitor para ofimática. Del mismo modo nos permite activar y desactivar extras que por estos lares consideramos poco interesantes, como el estabilizador de negros, los modos de ahorro de energía, el “cross air” en pantalla… Es sencillo y más que suficiente para el uso ordinario del monitor.

Dentro de otras funciones no tan ordinarias estaría el overclocking a 160Hz. Nuestra experiencia con esta configuración no ha sido demasiado satisfactoria, al observar algún parpadeo puntual que no habíamos observado con la frecuencia normal de 144hz. Por otra parte, ni hay tanta diferencia entre los 144 y los 160Hz, ni disponemos de hardware lo suficientemente potente para mantenernos en ese rango extra de frecuencia.

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Continuando con las pruebas, nuestro miedo inicial a las fugas de luz y el “clouding” propios de los IPS se disipó rápidamente. Se trata de un problema propio de cada unidad concreta y la analizada prácticamente carecía de él. Usando discos de calibración de Spears and Munsil comprobamos cómo el HDR se desempeña de una manera más que digna y el contraste 1000:1 se hace notar. Si bien siempre es una apreciación subjetiva, el panel de LG entraría entre nuestros monitores Top en lo que se refiere a esta función entre los IPS.

En definitiva, todas y cada una de las características de este producto lo mantienen en el lugar que se espera de su rango de precio; un monitor de gama alta.

Conclusiones

Todos vamos a jugar así. Esto es muy, muy bueno. Las 4K con HDR, frecuencias de refresco de 144hz y un tiempo de respuesta de 1ms son un entorno ideal tanto para jugar, como para trabajar, y resulta frustrante renunciar a ello una vez lo has probado. Y si bien es fácil concluir que todos acabaremos ahí, lo que es complicado es decidir cuándo lo haremos. Estamos ante un monitor que prácticamente dobla el precio de productos 2K con prestaciones similares y requiere junto a él de una tarjeta gráfica realmente potente. Estaríamos ante un producto para los más sibaritas del gaming y que cuentan con suficiente dinero para pagarlo… pero tampoco, porque pasar del límite de 60Hz sigue siendo complicado en los títulos gráficamente más demandantes y el perseguido Ray Tracing amenaza con ponernos ese listón aún más lejos.

Así pues, ante la pregunta de 2K o 4K, serán los contenidos que cada uno reproduzcamos los que nos condicionen. Para los amantes de los RTS, MOBA y las aventuras de un jugador, como el que os escribe, los 4K HDR 144Hz se convierten en un caramelo demasiado dulce para rechazarlo. Si nos enfocamos a los shooter rápidos, al competitivo, los 144Hz no deben cegarnos ante los ocho millones de píxeles que pretendemos mover a esa velocidad. Con esos gustos, un monitor 2K es una opción más recomendable.

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Otro distractor sería el formato, ya que los 21:9 cada vez tienen más admiradores. Para esos usuarios LG lanza al primo hermano de este 27GN950: el 34GN850. Igualmente IPS, 144Hz, 1ms, pero con formato 21:9, 34 pulgadas, curvo y una resolución de 3440x1440… y a su hermano mayor, el 38GN950 con esa enorme diagonal de 38 pulgadas, 3840x1600 y un precio que se va por encima de los 1300€.

En definitiva, si nuestra prioridad en el gaming no es alcanzar las frecuencias más altas y somos de esos pocos afortunados que disponen de suficiente presupuesto para comprar tanto el monitor como una GPU de este año, el LG GN950 se nos antoja como el monitor que mejores resultados nos va a ofrecer en un rango de precio por debajo de los 1000€. No es un monitor para todo el mundo, más bien lo contrario, en un mercado donde aún la inmensa mayoría de los jugadores se mantiene en resoluciones de 1920x1080, pero sí que es monitor al que todos acabamos aspirando y que usaremos en cuanto nos lo podamos permitir.

Concluimos que el 27GN950 ha sido el mejor monitor que hayamos analizado, el que más gratas sensaciones nos ha entregado, y su llegada ha vuelto a encender nuestras ilusiones sobre el disfrute visual de los videojuegos porque, lo que iba a ser a largo o medio plazo, ya está aquí.