PS5 y Xbox Series X, dos estrategias radicalmente distintas
Mientras que Microsoft rompe con el concepto de generaciones, Sony prefiere ofrecer productos exclusivos desde el día 1.
Vender Xbox Series X no es la prioridad principal de Microsoft. Su consola es solo un engranaje más dentro de un ecosistema que pretende proporcionar videojuegos al mayor número de usuarios posible. Esto se traduce en que a los de Redmond no les importa tanto el lugar en el que juegues, sino el dinero que inviertes en sus servicios y en sus tiendas digitales. Desde que Phil Spencer sustituyó a Don Mattrick como cabeza de la división, el nombre de Xbox ya no hace referencia exclusiva a una consola, sino a un conjunto de dispositivos y de servicios que ofrecen la posibilidad de hacer funcionar sus productos.
Es imposible no desviar la mirada hacia Xbox Game Pass, un servicio que abre las puertas a un catálogo de más de 100 juegos. Está claro que resulta muy atractivo poder descargar las novedades first party desde el primer día. Además, a partir de septiembre, su tecnología en la nube, Project xCloud, se integrará en la suscripción Ultimate, un paso natural que sin duda contribuirá a mejorar el producto en su conjunto.
Sobre el papel, todo suena bastante prometedor; en la práctica, está por ver si Microsoft logrará rentabilizar Xbox Game Pass al nivel que esperan. En esta fase inicial, los norteamericanos han entrado de forma fulgurante con precios bajos y ofertas agresivas, pero la compañía debe ser capaz de retener a todos los usuarios que puedan si de verdad desean que el servicio se convierta en una especie de Netflix del videojuego. No hablo de la calidad, que ya es excelente, sino del rendimiento económico de su producto. La gigante de la tecnología, por supuesto, ha invertido en la compra de estudios, un paso esencial para comenzar a montar el armazón de un edificio que todavía está a medio construir. No se trata de un visión cortoplacista, sino de una mirada hacia un futuro más lejano.
Si Microsoft ha difuminado la frontera entre las generaciones, Sony ha optado por la estrategia contraria. Cuando Xbox Series X salga a la venta, todos los videojuegos estarán disponibles también en Xbox One. Por tanto, no habrá ninguna exclusiva de Xbox Game Studios durante los primeros meses de la consola (o años, la estrategia de comunicación es en este punto un tanto confusa). Está muy bien que nadie se quede atrás, pero desde el punto de vista del usuario que se encuentra en la disyuntiva de tener que elegir una máquina de futuro, es difícil quedar convencido cuando todo lo que está por llegar en el medio plazo sale también en la consola actual. Esto puede ocasionar, en cierto modo, una especie de cuello de botella, en el sentido de que algunos videojuegos queden lastrados por su lanzamiento en una consola de generación actual (el caso de Halo Infinite, por ejemplo).
Sony ha sido cristalina desde el primer momento en lo que se refiere a PlayStation 5. Quieren que su máquina debute con títulos que no se puedan jugar en ninguna otra plataforma. Así, en los próximos meses veremos juegos como Gran Turismo 7, Deathloop, Horizon: Forbidden West o Marvel's Spider-Man: Miles Morales. La estrategia es radicalmente diferente a la de Microsoft. Siguen el modelo tradicional y apuestan por productos exclusivos. ¿Que más adelante salgan en PC? Es posible, pero el valor que defienden es el de la exclusividad: sin PlayStation 5 no podrás acceder a su catálogo de juegos desarrollado por sus estudios internos. Bajo el paraguas de PlayStation Studios, todas las desarrolladoras de Sony y sus socios preferentes trabajan en proyectos de nueva generación.
¿Cuál es la mejor estrategia de las dos? Ser adivino no es una profesión sencilla, y todavía no estoy en la situación de poder ser capitán a posteriori, pero ninguna tiene por qué ser errónea de base. Ahora bien, como consumidor me preocupa que Xbox Series X no vaya a gozar del empujón que necesita en esos primeros meses. Si algo nos han enseñado las generaciones es que un descuelgue al principio puede dañar sin remedio las ventas. Pero de nuevo tenemos que formularnos una pregunta: ¿El objetivo de Microsoft es vender consolas? Si la respuesta es negativa, tenemos la respuesta delante de las narices.