Un final y un principio de año colapsado por los mundos abiertos

Lanzar un videojuego es sinónimo de estrategia, de encajar las piezas en el lugar correcto y de desarrollar una campaña efectiva que atraiga a la atención mediática. Cada año, salen a la venta cientos y cientos de productos, por lo que las empresas deben posicionarlos correctamente en el calendario. El problema es que apenas quedan huecos, ni siquiera en los momentos del año en los que tradicionalmente se producían situaciones de alivio (por ejemplo, los meses estivales). 2020 se ha destapado como un año importante, el elegido por Sony y Microsoft para comercializar PlayStation 5 y Xbox Series X. Y en ese contexto de transición, echo una mirada a lo que está por llegar y me cuesta no sentir cierto vértigo.

Septiembre y octubre suelen ser los meses reservados para los videojuegos deportivos; también para el Call of Duty de turno. Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Lo que pasa es que entre finales de 2020 y principios del año que viene, los astros se han alineado para que tres de los grandes videojuegos de Ubisoft nos transporten a localizaciones tan diferentes como vastas. Watch Dogs Legion, que será el primero en publicarse (29 de ocutbre), se ambienta en una Londres dominada por la tecnología. A continuación, le toca el turno a Assassin's Creed Valhalla (17 de noviembre), otro mundo inmenso que aborda el pasado de Inglaterra con una historia ambientada en el siglo IX. Después de dejar a Eivor y a su clan de vikingos con su lucha por la supervivencia, lo siguiente de la empresa francesa es Far Cry 6, a la venta el 18 de febrero. Esta vez, en una isla ficticia inspirada en Cuba... también de mundo abierto.

Entre medias, muy juntita con los juegos de Ubisoft, está una de las producciones más esperadas de los últimos años. Se trata de Cyberpunk 2077, que después de varios retrasos, compartirá su visión distópica el 19 de noviembre. ¡Solo dos días después del lanzamiento de Assassin's Creed Valhalla! ¿Y Marvel's Spider-Man: Miles Morales? Efectivamente, el juego estrella de PlayStation 5 en su debut también rondará esas fechas. Con un calendario tan apretado, cuesta creer que las ventas de alguno de ellos no se vaya a resentir. Mi preocupación, aún así, va más orientada a una sensación que creo que muchos compartimos: la de querer estar al día con todo lo que sale.

Existe una necesidad de inmediatez que se introduce en el cuerpo como una serpiente sibilina. Recorre los arterias hasta alcanzar el cerebro, desde donde susurra sus mensajes. Además, se sirve de las redes sociales para amplificar su voz, que transmite un discurso machacón. De pronto, todo el timeline de Twitter aparece con fotos de su nuevo juego. Durante una semana completa, nadie habla de otra cosa. Luego, paulatinamente, el tema de conversación se extingue y pasa a centrarse en siguiente videojuego. Así, ad infinitum.

En la sociedad del consumo, las campañas están pensadas para que la gente esté ansiosa por comprar, aunque en caso de los videojuegos, eso suela provocar el síndrome de la estantería llena. Los que deseen estar al día con todo esto, difícilmente van a conseguirlo. Al menos, eso me va a ocurrir a mí. No creo que sea capaz de jugar a dos o tres videojuegos de mundo abierto a la vez, especialmente cuando el tiempo aprieta y la rueda sigue girando. Pero esa necesidad se alimenta de otro de los puntos perversos de las redes sociales, o más bien, de algunas personas, los que se dedican a arruinar la experiencia de los demás. Los destripes son uno de los factores que impulsan a los jugadores a comprar productos de lanzamiento.

Me imagino en el océano, bajo las capas espumosas de las olas. La corriente me lleva hacia abajo, como si me agarrara fuerte de los pies. Y aunque intente bracear, me cuesta salir al exterior, porque no me libero de mi presa. Los pulmones buscan aire con desesperación, se debaten en su lucha contra las aguas, que amenazan con invadir el lugar reservado para el aire. Es precisamente el oxígeno lo que le hace falta al calendario de este año. Quizá, habría sido más interesante que alguno de los juegos previsto para este período se retrasara unos meses; o tal vez no haya forma de encajar tanto producto de primer nivel. La paradoja es que esta período va a estar constreñido entre tanto mundo abierto, que de tanta apertura, nos deja encerrados.