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Lonely Mountains: Downhill

Lonely Mountains: Downhill

Vivan las mountain bike

Lonely Mountains: Downhill, análisis. Amor por las dos ruedas

Analizamos uno de los juegos arcade más recomendables de los últimos meses con motivo de su llegada a Nintendo Switch. Un título que enamora en lo visual y lo jugable.

El mundo de las mountain bikes y el ciclomotor en los videojuegos parece reducido en los últimos tiempos a la saga Trials, sus clones y rivales (como Pumped BMX) y las competiciones oficiales de supercross, ahora de moda con la franquicia Monster Energy. Es un pastel ya repartido al que pocos se atreven a acercarse. Apenas un puñado de valientes (Descenders y Shred! 2, los últimos) que nunca terminan de aportar nada nuevo y que, cuando no se pierden por su afán de simulación y una ambición desmedida, lo hacen por repetir las mecánicas de los anteriores sin demasiada gracia ni fortuna (escenarios vacíos y guiados, desplazamiento lateral, etcétera). Y nada más lejos de la realidad. Aquellos aficionados al ciclismo de montaña (a nivel amateur o profesional) sabrán que es un deporte con un montón de disciplinas (cross country, freeride, enduro, dirt jumping...), así como de muchas sensaciones y mecánicas que aún están por explotar y exprimir en este sector. Buena muestra de ello es el juego que hoy nos traemos entre manos, Lonely Mountains: Downhill.

Por primera vez en mucho tiempo estamos ante un arcade del género que no solo presta atención a nuestra pericia a los mandos. No es solo un cúmulo de pruebas cada vez más complicadas, ni su interés reside en dominar técnicas imposibles y circuitos infernales. Lonely Mountains: Downhill también es una experiencia. Una experiencia que entra por los ojos, oídos y el mando, y que te da aquello que le pidas, bien sean desafíos, bien sean momentos de calma y relajación. Una propuesta inédita con un diseño de niveles brillante en el que hay espacio para la exploración y donde la palabra libertad viene escrita en mayúsculas. Rinde honor a la disciplina downhill, el ciclismo de descenso, y nos transporta de lleno a la naturaleza, en la que nos invita a encontrar nuestro camino y nuestro propio estilo de juego. Es una pequeña joya creada bajo mínimos que viene a competir por dicho pastel, pero en su caso, en lugar de hacerlo imitando a otros, lo hace a través de su singularidad y su amor por las dos ruedas.

Otro éxito de kickstarter

Detrás de Lonely Mountains: Downhill está Megagon Industries, una desarrolladora alemana en la que trabajan fundamentalmente dos personas: Jan Bubenik (programador y animador) y Daniel Helbig (diseñador de niveles y artista de entornos). Fundado en 2013, el estudio tiene en su historial dos juegos de puzles para móviles (...and then it rained y Twisted Lines), tras los que se embarcó en esta aventura, que empezó en kickstarter allá por octubre de 2017. Desde entonces, el título ha tenido dos años de desarrollo en los que ha acumulado un poco más 45.000 euros provenientes de más de 1.600 patrocinadores distintos, cifras por encima de los 35.000 euros que se tenían como objetivo. Un nuevo ejemplo de que a veces no hacen falta grandes presupuestos ni equipos para hacer las cosas bien e insuflar algo de oxígeno y aire fresco a un género.

En principio, la propuesta del juego es muy sencilla. Empezamos en lo alto de una montaña y hemos de descender hasta el camping que hay en su falda. Es decir, ir de un punto A a un punto B sorteando pendientes, saltos y obstáculos. Los controles también son muy sencillos y fáciles de aprender. Podemos acelerar con un gatillo, frenar con el otro y esprintar con un tercer botón. El resto es cuestión de manejar la dirección, aprender a derrapar y saber cuándo dejarse llevar por la inercia. Sin embargo, y partiendo de estos conceptos que son territorio común en este tipo de juegos, Lonely Mountains: Downhill logra desmarcarse y ofrecer algo distinto, sobre todo gracias a sus escenarios. Porque no estamos ante un juego de desplazamiento lateral, ni de circuitos cerrados. Esta vez hablamos de un juego en tres dimensiones y con cámara isométrica que nos permite elegir qué caminos tomamos para el descenso entre las decenas de ellos que hay a nuestra disposición, hasta el punto de permitirnos crear nuestra propia ruta.

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Un diseño de niveles fantástico

La primera vez que juguemos cada nivel es probable que sigamos los caminos marcados, aquellos que se muestran más desgastados, pero no tardaremos en darnos cuenta de que la verdadera diversión consiste en descubrir atajos, probar rutas imposibles y explorar los infinitos senderos alternativos que nos rodean. Unos serán más rápidos, otros más seguros y los habrá que solo sirven de escondite a zonas de descanso en las que podemos bajar de la bici y contemplar el paisaje. Nosotros nos hemos perdido más de una vez. Cada descenso se antoja único y personal, y la sensación de estar improvisando con total libertad es constante, tal y como ocurre en la vida real cuando nos subimos a una bici de montaña. No hay carteles ni señales, tampoco barreras que delimiten el camino ni espectadores tras una valla. Estamos solo nosotros, nuestra bici y la naturaleza, rodeados por los solitarios y escarpados picos de distintas cordilleras. Una aproximación al género tan inusual como acertada. Una auténtica aventura.

A partir de ahí os podéis imaginar. Hay 4 grupos montañosos de los que bajar, con 4 descensos cada uno (16 pistas en total) y sus recorridos son cada vez más largos y difíciles. Además, cada pista tiene sus propios retos y desafíos. Que si bajar antes de X tiempo, que si no tener más de X colisiones por el camino, combinaciones de ambos requisitos y hasta un modo libre que elimina todos los puntos de control y nos propone hacer cada descenso del tirón, sin posibilidad de caernos (a menos que queramos empezar desde el principio). Al ir superando estas pruebas desbloquearemos nuevas bicis y objetos cosméticos con los que personalizar éstas y al mismo tiempo editar a nuestro personaje (a un nivel muy básico, eso sí). Algunas bicis hasta cuentan con sus propios desafíos y tienen ligeros cambios a nivel jugable. Unos cambios que si bien parecen sutiles, se antojan claves en las misiones más difíciles. Así, encontremos bicis que permiten caídas más largas a cambio de una menor aceleración y velocidad, por otras que si bien son más rápidas tienen un manejo difícil y poca suspensión. Hay 6 mountain bikes diferentes y más de 150 desafíos, por los cerca de 75 diseños y conjuntos desbloquables. Si superamos la mayor parte de los retos de un nivel desbloquearemos ese mismo recorrido en su modo nocturno, cambiando la visibilidad y la fauna por completo (y por ende, casi que la experiencia).

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Queremos una secuela

Sin llegar a antojarse corto, es evidente que Lonely Mountains: Downhill podría ser bastante más generoso en lo que a contenido se refiere. Superar todas las pistas por primera vez puede llevarnos cosa de 3 horas y el resto de la duración depende de nuestro afán completista y de las ganas que tengamos de superar todos los desafíos. Como es habitual en el género, gracias a su jugabilidad (intuitiva y pulida al máximo), a su sistema de respawn (que nos hará reaparecer de forma inmediata cada vez que nos caigamos) y a sus retos más complicados (que por momentos exigen de una precisión quirúrgica), el resultado es tremendamente adictivo y lo más probable es que ese primer número se dispare y se vaya hasta las 10-15 horas con facilidad. También tenemos que contar con unos marcadores online completísimos, que si bien carecen de fantasmas, permiten filtrar tiempos por cada montaña, ruta y punto de control, o por mes, semana y día si lo hacemos por fechas. Pero lo dicho, sin terminar de antojarse corto, podría tener aún más contenidos (se echan en falta algunas estaciones y biomas, más bicis, mayor variedad en los desafíos y, por qué no, modos cooperativos o en línea). Somos conscientes de la desarrolladora que hay detrás y del presupuesto, y volvemos a repetir que en líneas generales el resultado es más que notable, pero hay margen de maniobra para sacar de aquí una saga y lanzar una segunda entrega aún más ambiciosa y completa, cosa que nos encantaría. Los propios autores compartieron en su kickstarter varias ideas que hubieran llevado a cabo de recaudar algo más de dinero, como es la presencia de animales salvajes y de una nueva montaña nevada con sus propias pistas (aunque esta última parece que llegará vía DLC).

En el apartado jugable pasa un poco lo mismo. Lograr los mejores tiempos y superar los desafíos más complicados exige saberse cada pista de memoria, conocer todos sus caminos secretos y poner en práctica algunas técnicas de derrape y aterrizaje que requieren mucha práctica, paciencia y habilidad. La desarrolladora ha limado y sacado brillo a la jugabilidad todo lo que ha podido. El resultado es a prueba de bombas, con la excepción de alguna que otra mala pasada de la cámara. Pero aún con todo eso, aún siendo sobresaliente a los mandos y estando tremendamente pulido, Lonely Mountains: Downhill podría tener aún más evolución y profundidad si incluyera mecánicas relacionadas con, por ejemplo, desplazar el peso sobre la bici o con hacer maniobras en el aire. Quién sabe, a lo mejor incluso pueda dejarnos añadir nuestros propios marcadores y puntos de control para guardar y señalizar nuestras rutas favoritas. Está claro que no es un Trials ni lo pretende, y está por encima de la media en todo lo que plantea, pero por momentos nos ha parecido que podría plantear alguna cosa más. A veces hemos sentido que las diferencias entre bicis no importan demasiado, ni tampoco aprender cuál es mejor para cada terreno, y la dificultad de ciertas pruebas es más cuestión de memorizar el camino correcto que de técnica y habilidad. Si hubiéramos tenido que estar atentos a más mecánicas quizás no hubiera sido así. En cualquier caso, sus desarrolladores ya lo dejaban claro en la página de kickstarter, “es una experiencia arcade, no de simulación, nuestra visión del gameplay consistía en crear un juego divertido, no realista”. En ese sentido, objetivo cumplido. El título es entretenido, original, divertido y muy adictivo.

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Un flechazo a primera vista

A nivel visual, Lonely Mountains: Downhill es uno de esos flechazos inmediatos, un amor a primera vista. Hecho con el motor gráfico Unity, el juego son todo colores y polígonos. Una explosión de estímulos de aspecto cartoon cuyas montañas, inspiradas por picos reales, han sido hechas a mano y logran cobrar vida gracias a la presencia tan abundante de fauna y flora. Pero no solo es vistoso, sino también variado. Hay niveles de día y de noche, los hay ambientados en primavera y en otoño, en bosques y desiertos, entre cascadas, ríos y tormentas de arena. También contamos con unos simpáticos efectos de luz y partículas, como las que desprende nuestra bici al frenar y derrapar sobre el barro. Agua, viento... Incluso las animaciones, por sencillas que sean, se han basado en deportistas reales, como Danny MacAskill o Kenny Belaey. Hemos de reconocer unos tirones muy muy puntuales, pero en líneas generales el título rinde bien y desprende mimo y cuidado.

Todo el juego va en una misma línea: la sencillez. Lonely Mountains: Downhill tiene entre sus principales objetivos resultarnos agradable y sencillo, relajante. En lo gráfico y lo jugable ya se intuye, pero si esta decisión queda patente en un apartado, ese es el sonoro. No hay ni una sola melodía ni canción. El título solo cuenta con un cuidadísimo sonido ambiente capaz de transportarnos a la naturaleza si cerramos los ojos. El viento, el batir de alas de los pájaros, el croar de las ranas y el canto de las chicharras, las cadenas de la bici... Podemos identificar multitud de efectos y matices. Una decisión de autor muy coherente con el resto del conjunto que demuestra lo claro que tenían sus desarrolladores las sensaciones y emociones que querían evocar, y que van muy en consonancia con la propia disciplina del mountain bike y la experiencia y liturgia que rodea a este deporte, puro medio ambiente. A veces, sencillamente, menos es más. Estamos cansado de que muchas de las propuestas del género rellenen su banda sonora con temas de bajo presupuesto, a menudo pocos y repetitivos, agotadores, que nos obligan a ponernos nuestra propia playlist mientras jugamos. Esta vez queda patente que no siempre es necesario y que vale más perseguir una buena idea, o una emoción, y remar con todos los apartados del juego en su misma línea.

Conclusión

Aunque ha sido desarrollado con muy pocos recursos y un equipo mínimo, Lonely Mountains: Downhill se merece la atención y los focos de los grandes escenarios. Es un juego que derrocha frescura y se aproxima al mundo de las mountain bikes de un modo radicalmente distinto al que nos tenía acostumbrados el género. Aquí no es todo técnica y habilidad, que también, sino que palabras como exploración y libertad se antojan claves en la experiencia. Su diseño de niveles nos permite descubrir y elegir entre decenas de caminos distintos, que hacen de cada descenso algo único y muy especial. Es un título que se disfruta muchísimo tanto "de tranquis", pasándonos los niveles sin más y escuchando un podcast de fondo, como en plan competitivo, luchando contra los tiempos establecidos y el número máximo de caídas. Todo con una jugabilidad sencilla y a prueba de bombas, capaz de engancharnos durante horas. Por si fuera poco, la propuesta entra por los ojos con una explosión de colores y paisajes mucho más cuidados de lo que pudieran parecer a simple vista, y con un diseño de sonido muy elegante que rema a favor de todo el conjunto. Son poquísimas las pegas que se le pueden poner a Lonely Mountains: Downhill más allá de que aún hay cierto margen para futuras entregas con más contenido y profundidad. Ojalá se lleguen a realizar algún día.

Lo mejor

  • A nivel visual el juego es amor a primera vista, y en lo sonoro es tan elegante como inteligente.
  • Las pistas, la sensación de libertad que ofrecen y la exploración de todas sus rutas.
  • Es la experiencia que tú elijas. Puede ser agradable, relajante y tranquila, o bien adictiva, frenética y desafiante.
  • Una jugabilidad sencilla y bien pulida.

Lo peor

  • Un pelín más de profundidad jugable no le haría daño.
  • Sin antojarse corto, podría ser más generoso (y variado) en contenido.
8.2

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.