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Un fuera de serie de la tonalidad

Koji Kondo: un Mozart de los videojuegos

De la universidad de Nagoya a la historia de la música popular gracias a las sagas Mario y Zelda

Koji Kondo: un Mozart de los videojuegos

Hay muchos factores que contribuyen a que un músico pase a la historia, ya sea como intérprete o como compositor. Es posible llegar a ser un virtuoso en un instrumento y ser recordado por ello durante años, pero resulta mucho más normal que los nombres que llegan a inmortales sean los de esas mentes que produjeron obras que desbordaban los límites de su tiempo. Es un fin muy elevado que pocas personas llegan a conseguir, sobre todo porque hay que contar con varias características muy complicadas que se pueden verificar en los grandes nombres de la historia musical. Por un lado, es necesaria una inventiva melódica fuera de lo común, ya que es la melodía la que casi siempre convierte a una obra determinada en inmortal para quien la escucha. De igual modo, es necesario que el aspirante a inmortal trabaje con un lenguaje que resulte novedoso hasta cierto punto, en el que las cosas estén todavía por consolidarse. Ambas facetas se pueden verificar en la obra de The Beatles, Mozart o Chopin, artistas de épocas y géneros muy diferentes que, sin embargo, han alcanzado esa trascendencia. También es el caso, ahora que el tema comienza a tener interés (y los músicos podemos empezar a decirlo), del japonés Koji Kondo, el autor tras la música de las sagas Super Mario Bros y Zelda.

La historia de Koji Kondo (Nagoya, 1961) no es del todo extraña entre los compositores japoneses de videojuegos en cuanto a lo heterodoxo de sus educación como músico. Su formación dista de ser autodidacta ya que estudió música en la universidad, pero sus estudios superiores consistieron más bien en una aproximación a varias artes audiovisuales, más que en una verdadera especialización en composición. Kondo, eso sí, llevaba toda su vida con la música a cuestas gracias al Yamaha Electone y a varios grupos en los que tocó de adolescente, amén de ser un asiduo de las primeras recreativas. Con esos mimbres, específicos al mismo tiempo que frecuentes, es obvio no podía ni siquiera pensar que sus obras adquirirían trascendencia hasta llegar a ser escuchadas décadas (y probablemente siglos) después, transformadas en parte decisiva de un folklore musical ahora mismo emergente, pero el hecho es que así ha sucedido. Hace unos años, una serie de documentales producidos por la Red Bull Music Academy se planteaba si los compositores del videojuego japonés podrían ser los más escuchados de la historia de su país fuera de las fronteras del mismo, una posibilidad mucho más que real. Desde esta óptica, la música de Koji Kondo ya cobra un protagonismo importante: hablamos de un compositor que ha desempeñado su carrera en el lugar exacto y en el momento justo en el que algo maravilloso iba a ocurrir, con la suerte y el talento necesarios para repetir la hazaña unas cuantas veces. Su obra es enorme y de un nivel de calidad altísimo en el medio, pero una aproximación a su carrera puede entenderse a través de tres de sus momentos.

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Super Mario Bros

La casualidad quiso que Nintendo, en plena expansión tras el célebre crash de 1983, empezase a necesitar compositores especializados, por lo que una oferta de trabajo de la compañía terminó en la universidad de Nagoya. El Joven Kondo contestó a esa oferta (la única para la que se postuló) ya que el sonido de los videojuegos siempre había sido un campo atractivo para él. Décadas después de esa oferta de trabajo, el nombre de Koji Kondo aparece como supervisor o asesor musical en muchos juegos de Nintendo, algunos de sus temas no dejarán de ser escuchados jamás, y ciertas melodías salidas de su imaginación han llegado a estar en los mismísimos menús de sistema de las consolas de Nintendo. Pero todo esto no habría pasado sin su colaboración, en un momento muy especial, con otro de los grandes de los videojuegos: Shigeru Miyamoto.

Koji Kondo ha detallado en ocasiones cómo fue su colaboración con Miyamoto en el juego que consolidó el dominio de Nintendo. Las entrevistas en las que lo ha detallado hablan de un trabajo que iba mucho más allá de lo que hemos leído sobre otros compositores de la época. Es un tema del que podrían salir tesis doctorales, pero la cuestión es que estas seis piezas brevísimas, que se repetían en loop porque la Nintendo NES no daba para mas, influyeron en el panorama de la música de los videojuegos casi tanto como el propio juego lo hizo sobre todo el medio. La pieza que conocemos como Ground Theme, el “tema de Super Mario”, es ahora una melodía que se ha arreglado para todo tipo de instrumentos, en innumerables formaciones y con las finalidades más disparatadas, y hay estudios que la sitúan entre las más conocidas…de toda la historia de la música. Como banda sonora adaptada a un medio, esta música se ha analizado en libros tan interesantes como el de Andrew Schartmann, un estudio musicológico a fondo que se dedica en exclusiva a estas seis piezas, pero quienes no deseen profundizar tanto harían bien quedándose con otros aspectos.

En esta música destaca la principal faceta de Kondo como compositor, el rasgo que más destaca de su estilo: su impresionante fantasía melódica. Una creatividad fuera de lo común, capaz de conseguir reacciones increíbles a personas nacidas en cuatro décadas diferentes con muy pocos mimbres. Unos ejemplos: las tres primeras notas del Underworld Theme bastan para que millones de personas se imaginen a sí mismas entrando en una cueva a través de una tubería; un simple vals nos representa a nosotros mismos buceando entre peces mofletudos… y así hasta el infinito según la experiencia de cada uno. Nada de esto se consigue sin el talento melódico de un personaje capaz de saltarse las limitaciones a las que estaba condenada la música de videojuegos en 1983, que eran muchas. En el caso de los pioneros y esto se aplica muy directamente al de Kondo, estos condicionantes fueron también una gran oportunidad: la de decir mucho con muy poco.

Zelda: Ocarina of Time

Junto con los juegos de Mario, a los que Kondo siguió poniendo música en toda la época de Nes y Snes con momentos sorprendentes en cada uno de ellos, las melodías de la saga Zelda siempre fueron el otro campo de acción de un Koji Kondo que ya no dejó la batuta en Nintendo. Con Zelda, hablamos de una saga en la que los instrumentos musicales y las melodías han jugado un rol destacado ya dentro del propio juego, por lo que el aspecto musical siempre ha sido algo muy definitorio en las aventuras de Link. Una respuesta del propio Kondo en una entrevista para Wired nos ofrece una gran oportunidad para adentrarnos en la esencia musical del mundo de Hyrule.

El siguiente momento trascendente para la música de Kondo es seguramente el de la última OST que compuso por completo, la de Zelda: Ocarina of Time. Antes de escucharla con atención conviene, eso sí, seguir la pista a sus melodías. Es fácilmente verificable que muchas de ellas provienen de A Link to the Past o incluso del primer Zelda para la NES, pero esta idea de una música de otro mundo se consiguió al fin materializar en un hardware más avanzado, como fue el de Nintendo 64. A pesar de ello hay que recordar que se trataba de una máquina que aún contenía sus limitaciones para la composición musical, incluso en comparación con los sistemas de su época. La cuestión es que en Ocarina of Time no suena (al menos como ente propio) el tema principal de Zelda, pero sí melodías tan bellas en su sencillez como Kakariko Village, o ese relajante prodigio que recuerda a Bach y se titula Great Fairy´s Fountain. Pero la Super Nintendo, aunque es una máquina con un chip de sonido sensacional, aún no bastaba para esa producir esa música que debía llevarnos del todo a otro lugar.

El mundo de la composición musical para videojuegos había cambiado mucho en 1998, pero Nintendo 64 no tenía el recurso de los CD que tantas cosas había cambiado para los compositores. Con estas limitaciones, sorprende mucho más encontrar una música tan evocadora como la de Ocarina of Time. Dos elementos obraron el milagro a nuestro parecer: el colorido orquestal de algunos temas como Deku Tree o Water Temple, con cuerdas y ocarinas que ya suenan a instrumento musical pero aún no pueden hacer olvidar que salen de algún chip, y esa inventiva melódica de un Kondo decidido a dar lo mejor de sí mismo en un juego con una interactividad muy diferente a la de sus primeros proyectos. El genio de Kondo brilló de nuevo cuando escuchábamos a un pájaro cantando al amanecer, para luego acompañarnos por el campo a lo largo de todo el día  en un tema tan fascinante como Hyrule Field. Una composición definitoria, por cierto, de otra característica por la que la música de Kondo es muy celebrada: la de no atacar los nervios del jugador cuando es necesario repetirla durante mucho tiempo. El ejemplo ideal de por qué Zelda está donde está a nivel musical. Y hay unos cuantos más.

La sonoridad de Nintendo

La tercera etapa llamativa de la carrera de Kondo está ya, al menos a priori, algo más alejada de la composición de música, pero seguramente tiene mucha más influencia en lo que suena en los videojuegos actuales de Nintendo. Tal cosa proyecta su figura hacia un futuro que aún no podemos alcanzar con los oídos y cuenta con repercusiones directas sobre todo el mundo de los videojuegos por un motivo difícil de discutir: entre las grandes, Nintendo es la empresa con una identidad sonora más distintiva, reconocible en títulos muy diferentes en casi todo lo demás. Convertido en leyenda gracias a su tremendo historial con Mario y Link, Kondo ha adoptado un papel de supervisor musical para casi todos los juegos que han salido de Nintendo desde la época de GameCube. Esté o no reflejada su presencia en los créditos, esa inventiva melódica de encantadores motivos musicales que lo dicen todo con muy poco está presente incluso en los sonidos de sistema de la Wii U, y gran parte de sus temas siguen siendo arreglados (algunas veces con una calidad fuera de lo común, como ha sucedido en Link´s Awakening para Switch) en los nuevos juegos de Nintendo.

De alguna forma, el Koji Kondo de las últimas consolas de Nintendo resulta imprescindible a la hora de moldear el sonido de la Nintendo actual, la cual cuenta con bandas sonoras muy destacables en las que también ha participado como compositor, ya dentro de un equipo. Es de nuevo la saga del fontanero con Super Mario Galaxy la que define como pocas a esta nueva Nintendo en lo sonoro. La idea de una música orquestal seguramente estuvo siempre en las cabezas de Miyamoto y Kondo, pero esta vez la posibilidad existía realmente y la hemos llegado a ver en vídeo en varios clips en los que se recogen las sesiones de grabación en vivo. Esto abrió las puertas a todo un mundo musical que mejoraba la experiencia de uno de las mayores sorpresas de Nintendo en toda su historia, y una entrevista de 2010 deja entrever este nuevo papel de Kondo como referencia, ya que la realizó junto a uno de los nuevos compositores de Nintendo, Mahito Yokota, miembro ya de un gran equipo que comprende instrumentistas, arreglistas y especialistas en orquestación.

Personas como Yokota, que seguramente crecieron escuchando la música de Kondo en los primeros sistemas de Nintendo, continúan ahora su legado colaborando con el propio mito en bandas sonoras tan soberbias como las de los dos Galaxy o Mario Odyssey. Nosotros, jugadores y músicos-jugadores que hemos conocido la obra del propio Kondo en su hábitat natural, sólo podemos descubrirnos ante un verdadero maestro de la tonalidad y la concreción. Uno que estuvo involucrado en varios momentos decisivos en la historia de los videojuegos japoneses, pero que también contó con el talento necesario para convertirse en una parte inseparable del conjunto que los llevó a lo mas alto. Es muy tentador, con personajes de esta alcurnia, lo de dejarse llevar por el entusiasmo, pero el calificativo de “Mozart de la música para videojuegos” posiblemente no sea exagerado para definir a Kondo, autor como es de obras que marcan las líneas divisorias en la evolución de este tipo de música. Melodías que serán interpretadas, analizadas y, sobre todo, disfrutadas, durante todo el tiempo que existan los videojuegos.

Super Mario Odyssey

  • NSW

    Super Mario Odyssey, desarrollado y distribuido por Nintendo para Nintendo Switch, es una nueva aventura de acción y plataformas de mundo abierto que recoge el testigo de Super Mario 64 y Super Mario Sunshine en la que Mario abandona el Reino Champiñón para vivir nuevas peripecias en la Tierra a bordo de una aeronave. Este es el primer juego de Mario en un mundo abierto desde Super Mario 64 para Nintendo 64 y Super Mario Sunshine para Nintendo GameCube. La nueva entrega se desarrolla en el escenario más inesperado: ¡el planeta Tierra! Mario deja el Reino Champiñón para embarcarse en un viaje por lugares misteriosos y vivir nuevas aventuras a bordo de una aeronave, demostrando el hábil manejo de su gorra.

    Carátula de Super Mario Odyssey
    9.7