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Dragon Ball Z Kakarot

Dragon Ball Z Kakarot

La gran aventura

Dragon Ball Z Kakarot, análisis

Goku y compañía aterrizan a PC, PS4 y Xbox One con su aventura más fiel hasta la fecha.

Durante muchos años, los fans de Dragon Ball se habían preguntado por qué una compañá como CyberConnect 2 no se ponía al frente de la franquicia. Parecía que la fórmula no avanzaba lo suficiente y en cambio, dicha empresa daba en el clavo cada vez que sacaba un nuevo Naruto. En el E3 de 2019, Bandai Namco escuchó las peticiones y anunció la llegada de Kakarot para PC, PS4 y Xbox One. Un Action RPG de mundo abierto que iba a repasar toda la historia de Goku y sus amigos dentro de la serie Z. Una entrega que quería convertirse en la mayor recreación del manga y el anime que ha tenido nunca la obra de Akira Toriyama. Un homenaje a la serie, pero también a sus lectores, espectadores y jugadores.

Porque Dragon Ball Z Kakarot es sobre todo eso, un homenaje al universo creado durante años por Akira Toriyama y que ahora tiene continuidad de la mano de Super y Toyotaro. Es complicado, por no decir imposible, separar juego y licencia en este caso. Porque muchas de las decisiones tomadas y muchos de los elementos presentes en el mundo que exploramos, en la narrativa usada y en los momentos álgidos, está supeditado a la obra original. A los ojos conocedores y críticos con aquello que se desvía de lo que consideramos fidelidad. Y a la nostalgia. No le puedes pedir a alguien que tenía 10, 12 o 15 años cuando Goku acabó con Kid Buu que separe esos recuerdos del juego que tiene entre manos. Porque esas vivencias son a las que se quiere evocar en Kakarot. Naturalmente, esto no anula el espíritu crítico que debe prevalecer en cualquier análisis ni significa que por ser Goku, el juego valga automáticamente la pena. En nuestro listado de notas a juegos de la saga queda claro que no va de esto. Pero es cierto que Kakarot evoca y apuesta por unas sensaciones que van más allá de poder lanzar un Kame Hame Ha en un videojuego. Y eso es un gran valor que no muchos Dragon Ball han tenido y que apunta directamente al fan.

El nuevo título de Dragon Ball no tiene ni el mejor sistema de combate que hemos visto en la licencia ni tampoco es un mundo abierto especialmente memorable en la era de los Breath of the Wild, Red Dead Redemption 2 o God of War. De hecho, el molde usado parece de otra época. Pero su gran virtud es que sabe encajar, seguramente como nunca antes ningún otro juego de la saga, el concepto de aventura que siempre ha acompañado a Goku y compañía.

Si uno piensa en los últimos Xenoverse, quedaba claro que querían ser algo más que un Tenkaichi, apostando por un combate solvente, un sistema de progreso y personalización con toques RPG interesantes para moldear nuestro personaje e incluso condiciones para conseguir mayores recompensas. Pero todo se reducía a un gran hub que nos trasladaba a combates tras combates, con algunas misiones y extras como las bolas de dragón y poco más. Kakarot difiere en muchas cosas respecto a Xenoverse. Uno lo centra todo en los combates como eje jugable principal (junto a la personalización) y el otro, el que hoy nos ocupa, tiene infinidad de combates, sí, pero es una mitad del pastel. Y la otra mitad no es menos importante.

Kakarot: el juego más fiel a la obra original

Los primeros compases de juego son toda una declaración de intenciones. El opening de Z con la canción original ya dejan entrever que estamos ante algo especial para el fan de Dragon Ball. Más cuando arrancamos con Goku y un pequeño Gohan en medio del bosque, buscando comida para Chichi. Cuando vemos como Gohan empieza a llorar desconsoladamente y gritando si nos separamos mucho, clavando esos llantos del anime, entendemos que el amor por el detalle podrá estar en cada esquina. Y lo está. Vaya si lo está.

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A lo largo de nuestra aventura y de la exploración del enorme mundo que vamos abriendo a medida que avanzamos en la historia nos damos cuenta de dos cosas: que CyberConnect2 ha tenido como gran objetivo recrear con la mayor fidelidad posible los grandes eventos de la saga Z, y eso incluye combates que pocas veces se han visto recreadas en los videojuegos, como el de Goku contra Yakon en la saga Buu, el entrenamiento de Gohan cuando está solo en el desierto bajo la atenta mirada de Piccolo (algo que solo vimos en el anime) o lo que sucede en la cámara del tiempo hiperbólico entre Gohan y Goku.

La fidelidad a la que se quiere acercar Cyberconnect2 le lleva a recrear de manera sorprendente todas las localizaciones que hemos conocido en la serie. El bosque sagrado que regenta la gran torre de Korin, el desierto de Yamcha, el interior de la Corporación Cápsula, los alrededores del Torneo Mundial, Namek, el planeta Kayoshin o el de Kaito… Es difícil encontrar un rincón que no sea reconocible. Como también es difícil no empaparse de detalles constantes. Misiones secundarias protagonizadas por decenas de personajes de la historia de la saga: Suno, la joven que nos salvó en la nieve durante el arco de la Red Ribbon, Upa y su padre, Baba la vidente, el doctor Brief, Puar, Oolong… Y muchos otros que aunque puede no ser spoiler, son de una enorme sorpresa que preferimos no desvelar.

Todo tiene sentido dentro del universo Dragon Ball, incluso los eventos que se suceden. Como el desarrollo es de mundo abierto y vamos a los puntos marcados para seguir por la historia, podemos echar un ojo para ver si el mundo es coherente con lo que pasa en la trama. Y lo es. Cuando Piccolo detecta esos múltiples Ki que resultan ser los de Célula, y vamos con él a dicha ciudad. Si antes de acercarnos al punto objetivo paseamos por las calles veremos que no hay humanos: solo ropa en el suelo. Cuando Super Buu arrasa con el planeta y mata a todos sus habitantes con esa lluvia púrpura de ráfagas de ki, el mundo queda desierto. Y eso significa que no hay nadie en las tiendas para comprar, ni misiones secundarias que hacer… ni Korin en su torre para darnos semillas senzu. Son solo dos ejemplos que muestran como se ha tratado Kakarot de manera diferente a otros títulos, entendiendo la aventura y exploración como algo que no puede ser ajeno al momento que vamos viviendo en la historia.

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De hecho, el juego también va un poco más allá y se gusta de dar respuesta a cosas que nunca sabemos cómo se solventaron, como los días posteriores a Célula y un Gohan preocupado por qué hacer, o algunas deudas pendientes con el Viejo Kayoshin entre otras.

Kakarot es seguramente el juego más completo que tenemos en lo que recorrido de eventos de Z y buen uso narrativo se refiere, porque se detiene en tantos detalles y curiosidades (ese carné de conducir de Goku y Piccolo, ese primer día de Gohan en el instituto) nunca antes vistos que aporta un valor añadido, pero no es perfecto. Hay omisiones importantes en ciertos momentos, como el camino de la serpiente, el entrenamiento de Goku yendo a Namek, el retorno de Trunks al futuro o el combate de Goten y Trunks en el torneo de artes marciales. También se echan en falta escenas de vídeo espectaculares en ciertos momentos que se solventan con diálogos o (esto no tan habitual) imágenes estáticas. Y es una lástima, porque hay secuencias tan espectaculares, capaces de ponerte la piel de gallina en varias ocasiones, que soñarías con tenerlas en todos esos momentos que constantemente se te pasan por la cabeza al jugar. Y eso tampoco es usual en un juego de Dragon Ball.

Manos a la obra: Kakarot entra en combate

Kakarot divide la acción en dos partes muy bien diferenciadas. Por un lado tenemos el mundo abierto que podemos explorar y en el que encontraremos un sinfín de tareas a realizar. Las más importantes son las misiones principales, marcadas en naranja, y las secundarias, en azul. En el caso de las primeras, siguen los eventos principales de Z a través de diálogos, escenas de vídeo y combates, mientras que en las segundas nos abren un mayor abanico de opciones en forma también de combates, de búsqueda de personajes o todo tipo de objetos y demás. Todo ello queda aliñado por un sinfín de extras y minijuegos que podemos realizar en nuestra estada en el mundo.

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El combate es una parte principal y clave del juego, porque los hay constantemente, porque las secundarias también tiran de ello y porque el mundo está repleto de enemigos que nos perseguirán. Y es aquí donde Kakarot se queda un peldaño por debajo del cómputo global. Vaya por delante que a lo largo de las 20 horas que dura la campaña principal y las más de quince extras que hemos jugado a posteriori (quedándo seguramente unas 10 o más para el 100%), el combate no se nos ha hecho pesado ni una losa. Pero sí es verdad que se siente mejorable tanto en nuestras opciones, aunque esto se va paliando a medida que mejoramos nuestro árbol de habilidades, como sobre todo en los enemigos y sus patrones.

El título se aleja de querer ofrecer combos al estilo Tenkaichi 2/3 o los Xenoverse, y tenemos un botón de ataque cuerpo a cuerpo, otro de ráfagas ki, uno para cargar energía, vanish con X en PS4 y los botones superiores para abrir menú y lanzar ataques especiales o ataques de apoyo. El ki se gasta con cada ataque o transformación y tenemos que recargarlo. Golpeamos con ataques cuerpo a cuerpo intercalándolo con vanish para alargar los combos, buscando lanzar especiales que permitan hacer persecuciones y acabando con ataques especiales. El problema es que el enlace entre ataques y especiales no es tan fluido como en un Xenoverse 2 -ni tiene sus opciones- y los patrones de los grandes jefes hacen que tengamos que estar más pendientes de cuando esquivar o bloquear que de poder hacer grandes combos.

Los enemigos acostumbran a contar con ataques de carga que pueden lanzar aunque les golpeemos, ataques especiales de gran rango de acción y luego particularidades propias. Los androides absorben energía, Célula tiene un agarre para pincharnos con su cola, Freezer su embestida que nos deja aturdidos y viene a gran velocidad, etc. Hay matices en los combates pero la estructura general de los enemigos se repite, y eso le quita interés.

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Kakarot no es un juego difícil en su historia principal, aunque escala lo suyo en la saga Buu. Y eso nos obliga a saber gestionar bien la concentración de energía que nos da extra de daño y capacidad para aturdir al enemigo, el uso de objetos como semillas senzu o el uso de platos cocinados y comidos antes para conseguir potenciadores extras, elementos que agradecemos en el tramo final de la historia y en el endgame. Otra mecánica presenta es la de los personajes de apoyo, que luchan de manera autónoma, podemos indicarles que lancen ciertos ataques y cuando estamos desguarnecidos nos defienden. No tienen un gran peso en la trama principal, pero son imprescindibles en todo lo posterior.

Eso sí: el tramo final a nivel de combates es puro espectáculo por tres motivos: la puesta en escena y selección de combates, incluido una pequeña sorpresa que da sentido al nombre de Kakarot en el título muy al final, las escenas de vídeo espectaculares y que mejoran al anime incluso y la exigencia de algunos de ellos.

En definitiva, el combate ofrece vistosidad por la destrucción de nuestro entorno y la fidelidad de los especiales, además de cierta personalización, porque a medida que ganamos experiencia y recolectamos orbes podemos mejorar ataques en nuestro árbol de habilidades (otros se consiguen en zonas de entrenamiento), y no es lo mismo el ataque “piedra” de Goku que tenemos de inicio que el “piedra papel tijeras definitivo” que enlaza tres golpes con persecución y permite combinarlo con otros ataques, pero es cierto que los patrones enemigos y el dinanismo y enlace de nuestras opciones podrían dar más de sí. Si a esto sumamos que los enemigos del mundo libre son bastante repetitivos tanto en forma como en mecánicas, el resultado es que se podría esperar más de este apartado sobre todo viendo como se ha trabajado en algunos predecesores.

Kakarot, mucho más que Goku

Algo que sorprende es que a pesar del foco en Goku indicado en el nombre del juego, el título es muy coral y de hecho, el protagonismo que tiene Gohan es casi mayor que el resto de personajes. La realidad es que la estructura del mundo libre y sus opciones parece pensada para ese Gohan que aprende a sobrevivir antes de que lleguen los Saiyans o ese adolescente que combate las injusticias como Great Saiyaman. Son dos perfiles que encajan perfectamente en el tipo de mundo que nos encontramos, pero no los únicos protagonistas. Contamos con otros personajes disponibles como Piccolo, Vegeta, Goten, Trunks, Gotenks y Vegetto entre otros, a los que se suman un sinfín de personajes de apoyo (Ten Shin Han, Krilín, Yamcha…), todos ellos vestidos y equipados con la ropa que toca en cada momento, y todos ellos con las transformaciones y cambios que se van dando en la trama. Eso sí, algo que deberíamos empezar a entender en algunos videojuegos es que transformaciones como el SSJ2 o el Super Vegeta no se gastan cuando no tenemos Ki y, en el caso de Gohan, el poder desatado va inerte al personaje, no es una transformación de quita y pon. Pero entendemos que son concesiones en el esquema videojuego.

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A todos ellos, como decíamos al principio, se suman un elenco de personajes tanto de atrezzo como NPC o protagonistas de historias secundarias que completa el elenco más grande de personajes recreados en un Dragon Ball. Chichi, Videl, Bulma, Dende, Popo, Kami, Yemma, Nam, Kaito, Satán, el presentador del Torneo, Lanch, Mutenroshi… Podríamos estar así con decenas de líneas de texto con algunos más importantes y otros tan secundarios que hasta asusta.

Kakarot: el parque temático de Dragon Ball

Kakarot ofrece un mundo vivo y que respira Dragon Ball por todos lados. No solo por el elenco de personajes y NPC ya mencionado, o por las localizaciones que referencian constantemente a la obra de Toriyama. Tenemos más de 20 localizaciones con un tamaño medio que están pensadas para equilibrar algo que parece difíci: como volar a toda velocidad por un mundo que sea lo suficientemente grande para que no te lo acabes en 10 segundos y, además, tenga suficientos elementos para que no sea un mundo vacío.

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Para qué engañarnos, el cambio entre lo que pudimos probar por primera vez en el E3 y lo que nos encontramos en el juego final es enorme. La navegación se hace algo más llevadera por la presencia de orbes, que son necesarios para ampliar nuestro árbol de habilidades aunque donde realmente se consiguen recompensas es en los combates. Y el mundo tiene muchas tareas que realizar. Si nos vamos a lo más explorador, hay fruta, animales y peces que nos permiten crear nuevos y mejores platos, de los cuáles necesitaremos recetas que nos van a dar los NPC que vamos encontrando repartidos por los escenarios. El hecho de que no haya el mismo tipo de animales, frutas y materiales (tecnológicos o minerales) hace que en muchas secundarias tengamos que explorar dónde podemos dar con dichos ítems.

Las secundarias beben mucho de conseguir elementos que solo obtendremos explorando nuestro alrededor en zonas concretas, y eso aporta dinamismo y variedad. Pero hay más. Muchas secundarias están entrelazadas, y si no solucionamos un problema con Bulma, no podremos acceder a otras que le suceden. Aunque algunas se basan solo en combates -algunos más duros que ciertos jefes- otras nos invitan a realizar diversos pasos, como buscar las bolas de dragón o responder a preguntas como si fuera un quiz de Dragon Ball. Eso sí, en el cómputo global no hay una gran variedad entre ellas y algunas mecánicas pecan de simplonas, como matar dinosaurios donde solo tenemos que disparar ki desde lo alto para que no nos alcancen.

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También iremos viendo que cada localización cuenta con nuevos villanos, marcados con una corona roja, de nivel elevado a los que hay que eliminar. Una subtrama exigente, conectada con otros juegos de la saga -no diremos más- y con una dificultad creciente ideal para el endgame. Como lo es también el hecho que algunas secundarias nos permiten a posteriori revivir a los grandes jefes finales con más nivel del que nos enfrentamos en la historia. Si a esto añadimos minijuegos como el béisbol, carreras con vehículos (que podemos construir y mejorar con Bulma), las bolas de dragón con varios deseos disponibles, las zonas de entrenamiento para aprender nuevas habilidades y otros detalles, como una misteriosa científica que nos permite entrenar con rivales exclusivos y niveles de fuerza enormes, completan un elenco de opciones para perderse en un parque temático de Dragon Ball como ningún otro. Hay mucho que hacer cuando acaba la historia.

En recuerdo de Dragon Ball y Goku niño

La gracia de la exploración y ser completista en el juego es que las recompensas son coherentes con el leit motiv del juego. Una de las mecánicas son los paneles de comunidad: a medida que avanzamos en la historia, solventamos misiones secundarias u otros extras, conseguimos medallas de personajes de Dragon Ball que se pueden ubicar en distintos paneles. Los paneles conectan dichas medallas y nos dan bonificaciones. El sistema tiene poca incidencia en los combates, o al menos no nos ha parecido decisivo de momento, pero acaba siendo una excusa para completar medallas de personajes Dragon Ball. No es lo único, ya que iremos desbloqueando entradas, relaciones de personajes, melodías y biografías de todo tipo en una enciclopedia virtual que es, simple y llanamente, una maravilla. Y por el camino, una serie de postales que son imágenes sacada del anime Dragon Ball, la historia de Goku de pequeño, que multiplican la ya de por sí desbordante nostalgia de la que se nutre el juego. De hecho, la selección de NPC también está constantemente evocando a las primeras aventuras de Goku, y se agradece.

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Anime y música

A nivel audiovisual, Kakarot es un juego de contrastes. Es evidente que no estamos ante un juego puntero a nivel técnico y eso se ve en los detalles de los escenarios, en las texturas y en ciertas físicas y destrucciones. Pero también que los modelados de personajes y localizaciones son fieles al trabajo original y que las escenas de vídeo son espectaculares, tanto en puesta en escena como en animación. Eso sí, un trabajo más pulido y más detallado habría dejado mejores sensaciones generales.El juego cuenta con una banda sonora potente, con muchas de las melodías del anime y con otras que acompañan a la perfección. Por desgracia, en lo que BSO se refiere seguimos sin entender la toma de decisiones en los últimos juegos. Faltan canciones míticas que rompen momentos álgidos, como pasa con Gohan en la transformación SSJ2. No está ‘Unmei no hi: tamashi tai tamashi’, como no están otras que sí vemos en Xenoverse y FighterZ. Y en algunos momentos descuadra que suenen melodías licenciadas que no son en ese contexto. En todo caso, la presencia de una gran cantidad de canciones originales -aunque solo una cantada y hay momento que se prestaría a más- es de celebrar. Ahora solo falta que estén todas.

Conclusión

Dragon Ball Z Kakarot desprende un cariño especial hacia la obra de Akira Toriyama que pocas veces hemos visto con tanto mimo y meticulosidad. El desarrollo de la historia, explorando detalles olvidados en los juegos, profundizando en momentos importantes, recreándolos con fidelidad extrema e imaginando muchos otros que nunca vimos pero sí soñamos, es digno de mención. El título, sin reinventar nada, narra los acontecimientos de siempre como mejor que en otro Dragon Ball (y llevamos más de 150) y ofrece al fan del manga un constante degoteo de nostalgia en forma de lugares, personajes, diálogos, imágenes, escenas o simplemente pequeñísimos detalles que hacen esbozar una sonrisa. <br><br> Es la recreación de la historia de Dragon Ball Z más completa, aunque no sea perfecta porque cuenta con algunas decisiones cuestionables sobre ciertas omisiones. A esto se le une un mundo repleto de tareas por realizar en forma de secundarias, minijuegos, exploración y un endgame con nuevos retos y combates de nivel todo siempre enfocado a lo mismo: respirar Dragon Ball por los cuatro costados. Aunque, y hay que señalarlo, muchas de las misiones no sean el adalid de la variedad. <br><br> El sistema de combate, piedra angular del juego, es seguramente su punto menos convincente. Ofrece variables, pero también evidencia que es algo más simple que juegos anteriores y que podría dar más de sí, sobre todo en lo que patrones y acciones de enemigos se refiere, tanto los básicos -se repiten en exceso en el mundo libre- como en los grandes jefes. Es lo que más dudas genera, porque sin ser un mal sistema, no explota las posibilidades como se podría esperar. Con todo, Kakarot hace un acercamiento al mundo Dragon Ball distinto a lo que estábamos acostumbrados, y abre la vía a un futuro con más juegos que promuevan el sentido de la aventura con el que nos cautivó, hace mucho tiempo, ese pequeño niño con cola de mono.

Lo mejor

  • La mejor recreación de la historia de Dragon Ball Z
  • Repleto de detalles, personajes, lugares y situaciones que profundizan como nunca antes en la obra de Toriyama
  • Una gran cantidad de cosas por hacer, incluido endgame con sorpresas de todo tipo
  • El buen encaje de aventura y exploración en un mundo Dragon Ball
  • Algunas escenas, tan espectaculares que ponen la piel de gallina como en el anime
  • Que por fin tengamos varias melodías del anime (aunque falten algunas clave)

Lo peor

  • El combate podría dar más de sí, tanto en opciones como en los enemigos
  • A nivel técnico tiene varios frentes por pulir
  • Algunas misiones secundarias pecan de simples
8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.