Cómo aprende un coche autónomo a lidiar con conductores egoístas
Los conductores en las carreteras reales no son la simulación ideal con la que un coche inteligente aprende de base.
Los coches autónomos no son cosa del futuro, sino que ya están llegando a las carreteras de todo el mundo. Empresas, instituciones y laboratorios trabajan en crear sistemas de transportes públicos y privados auto-conducidos. Pero aunque la Inteligencia Artificial de estos vehículos buscará tener una ejecución perfecta al volante, en la vida real hay miles de factores que un ordenador aún no puede distinguir. Por ejemplo el comportamiento no-predictivo y errático de un conductor que ha decidido no obedecer al código de Circulación vial.
Conductores egoístas
Incluso aunque el futuro pinte autopistas llenas de coches auto-conducidos que se comportan de manera perfecta, todavía no estamos en el futuro. Y los coches autónomos deben aprender no sólo a reconocer señales de tráfico y patrones de comportamiento de conductores y peatones, sino también algo que la inteligencia no puede replicar: el comportamiento errático de un conductor humano, como los que se ven en atascos o en el fin de semana por la noche.
¿Cómo puede predecir la IA de un coche que un conductor va a saltarse la mediana, o adelantar en raya continua? O incluso algo estúpido como ‘picarse’ en la salida de un semáforo en plan Need for Speed / A Todo Gas. Un grupo de investigadores en el Laboratorio de Ciencia Informática e Inteligencia Artificial (CSAIL) del prestigioso MIT norteamericano trabaja en ello, señalando que el problema principal estriba en que predecir la reacción de un conductor “requiere un grado de conocimiento social que es dificultoso de aprender para las máquinas”.
Enseñar a una IA conocimiento social
Para ello, el equipo del CSAIL se ha valido de herramientas sacadas de la psicología social para ayudar al sistema de aprendizaje del coche a clasificar a los conductores en dos tipos: egoístas o generosos. Con ellas, y tras enseñar a uno de estos sistemas autónomos sobre diferentes comportamientos humanos al volante, la IA del coche supo predecir con un 25% más de acierto cuando por ejemplo un conductor iba a girar de repente en una unión de carriles.
La investigación necesita aún de más trabajo antes de ser implementada y probada en una carretera real. Y luego esas enseñanzas deben ampliarse para que las IAs aprendan a predecir también comportamientos inesperados y reacciones de peatones, ciclistas, etc. Eso significa que la cosa va un poco para largo, aunque lo importante es que está en marcha y será necesaria en cuanto la conducción autónoma sea una realidad.