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De Watchmen a V de Vendetta

Alan Moore se retira; estos son sus mejores cómics

El escritor de Watchmen, V de Vendetta o Batman: La Broma Asesina anuncia su retirada a los 65 años; repasamos las grandes obras que nos ha dejado.

Alan Moore se retira; estos son sus mejores cómics

Uno de los más célebres exponentes del mundo del cómic y la novela gráfica, el genio de Alan Moore, ha adelantado en The Guardian que colgará la pluma y abandonara la industria una vez entregue el cuarto volumen de su última obra, La Tempestad. A sus sesenta y cinco años, el autor ha decidido retirarse tras habernos brindado obras del calibre de Watchmen, V de Vendetta y Batman: La Broma Asesina. Es la segunda vez que anuncia su retirada tras amenazar con ello en 2014, pero parece que esta vez es de verdad. “Ya he hecho lo suficiente por y para los cómics. Creo que si continuara, inevitablemente las ideas se verían afectadas y empezaría a hacer refritos de historias que ya he contado. Y tanto mis lectores como yo nos merecemos algo mejor que eso", declaró tras su primera retirada. Con motivo de su anuncio, en MeriStation hemos decidido recopilar algunos de sus trabajos más brillantes, todos marcados por el terror, una honda introspección psicológica de sus personajes y ambientaciones y mensajes de profundo calado social y político. Así es el legado de uno de los rostros más importantes para concebir el el género de los superhéroes que conocemos hoy en día.

(Otras obras notables que bien merecen una oportunidad pero que no aparecen en la presente lista: Superman: ¿Qué le pasó al hombre del mañana?, La balada de Halo Jones, Un pequeño asesinato, Captain Britain, Promethea, Miracleman y WildCats).

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Watchmen

¿Qué podemos decir sobre Watchmen que no se haya escrito ya? La obra magna de Alan Moore parte de una pregunta muy sencilla: ¿qué pasaría si los superhéroes fueran reales? Así nace su cautivador y fascinante universo, que propone una realidad alternativa en la que, durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta, la gente normal empezó a vestir como si fueran superhéroes. Los ciudadanos de a pie combatían el crimen por su cuenta, ayudaban a Estados Unidos a ganar la guerra de Vietnam y cambiaban el modo de entender la sociedad y la tecnología. Años después, en 1985, la mayoría de esos superhéroes se habían retirado, con la excepción del Comediante, el Doctor Manhattan y Rorschach, un pobre paranoico que cree que alguien está persiguiendo y matando a los de su clase. Al borde de la Tercera Guerra Mundial empieza una caza de brujas que busca villanos y nuevos héroes, pero lo que encuentra y destapa son conspiraciones secretas del gobierno. Sin duda, una de las obras más ricas, profundas y complejas de cuantas ha dado el género. Plagada de personajes llenos de matices y con sus propias fuerzas y debilidades, Watchmen narró las consecuencias de tener poder y abusar de él, y se preguntó por qué nadie querría convertirse en superhéroe y hasta dónde llegaría por salvar al mundo.

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V de Vendetta

“Recuerda, recuerda, el cinco de noviembre, la traición de la pólvora y el complot. No hay por qué tal traición, jamás se ha de olvidar”. La aclamada película de Natalie Portman parte de otra de las obras maestras de Alan Moore. En ésta ocasión nos situamos en una utópica Reino Unido en la que, tras una fatídica guerra nuclear, un gobierno fascista se ha alzado con el poder. Pocas historias se atreven a abordar la definición de “terrorista” como V de Vendetta y menos aún salen tan bien paradas de la exploración de la ética y moral. Su protagonista, Guy Fawkes, se enfrenta a un gobierno que hubiera firmado el mismísimo Orwell, pero lo hace matando gente, poniendo bombas y secuestrando a la joven Eve. Con un hondo mensaje político abrazándolo todo, el lector se ponía en una incómoda situación en la que, aún apoyando la cruzada de Fawkes, no podía evitar sentir que estaba yendo demasiado lejos y que carecía de redención.

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From Hell

Diez años. Eso es lo que le llevó a Alan Moore acabar From Hell (1988-1998), uno de sus grandes legados. Una obra mastodóntica que nos transporta a la Londres victoriana de finales del siglo XIX para contarnos los terribles asesinatos de Jack el Destripador. Posiblemente se trate de la representación más lúcida jamás hecha de los crímenes de Whitechapel. Junto a Eddie Campbell, Moore erige un cómic que funciona como relato de terror, como drama policiaco, como teoría de la conspiración y tesis de lo que ocurrió, y por último y aún más importante si cabe, como un retrato de la sociedad de la época. Una sociedad en la que los monstruos y grandes villanos son personas normales, el propio ser humano. From Hell reflexiona sobre la violencia, la naturaleza mágica de la realidad y la pervivencia del mito en la sociedad. Es un trabajo duro, lleno de detalles y difícil de seguir, que contiene más de diez años de investigación, hallazgos y descubrimientos narrativos. Sin duda uno de los proyectos más ambiciosos del autor y uno de los más importantes.

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Batman: The Killing Joke

Para muchos, una de las mejores historias de Batman... y una de las más oscuras. En 1988, Alan Moore unió fuerzas con el dibujante Brian Bollard para revolucionar el cómic de superhéroes y marcar a toda una generación. El eco de La Broma Asesina en el tiempo ha sido tal que no resulta disparatado verla como una de las grandes influencias de las cintas de Burton y Cristopher Nolan. El cómic tira por la borda cuanto creíamos saber de villanos y archienemigos, daba el papel protagonista al Joker y nos contaba sus orígenes de un modo que, aún siendo terrorífico, nos hacía sentir empatía por el personaje por primera vez en su historia. Planteaba el mítico círculo vicioso, tantas veces citado después, en el que Bruce Wayne existe para detener a gente como el payaso... pero al mismo tiempo es responsable de su creación. “Todo héroe necesita un villano. Somos inseparables, tan solo dos tipos en un manicomio”. The Killing Joke es tan esencial para el ADN de Batman como lo pueda ser la muerte de sus padres.

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La Cosa del Pantano

Olvida todo cuanto se te viene a la mente al escuchar hablar de La Cosa del Pantano, especialmente sus cutres adaptaciones a la pequeña y gran pantalla. En 1984, DC Comics ofreció a Moore trabajar en alguna saga menor que estuviera al borde de la cancelación. Por si, como se dice popularmente, sonaba la flauta. Y sonó, vaya que si sonó. El autor reinventó y revitalizó al personaje con una trama sorprendente que empezaba... ¡matando al propio monstruo! Una oscura e interminable caída que cambiaba los orígenes de la Cosa y hacía que no fuera un científico convertido en planta sino una pobre planta que, tras varios experimentos, había tomado conciencia y se creía humana. Como si le dan Spider-Man a un neófito y éste escribe una historia en la que no recibe sus poderes de la picadura de una araña. Una propuesta arriesgada, como también lo fue el giro hacia el género de terror, elementos en los que el autor ya dejaba patente su personalidad y con los que atrapó a sus seguidores a base sorpresas constantes. Es la obra sobre la que se cimentó la reputación de Moore y en la que ya se aprecian todos los rasgos que le llevarían a lo más alto. Un viaje de más de cuarenta números en el que se reflexionaba sobre nuestra propia personalidad y nos invitaba a un proceso de auto-descubrimiento. Germen conceptual de una nueva línea de cómics y cuna de personajes como John Constantine (protagonista de Hellblazer) y Matthew, el cuervo que había en los sueños de Sandman.

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La Liga de los Hombres Extraordinarios

“El Imperio Británico siempre ha tenido problemas para distinguir entre sus héroes y sus monstruos”. Alan Moore volvió a demostrar que es un experto en reinventar personajes y franquicias en 1999, cuando prácticamente cogió a la Liga de la Justicia, le dio “una vuelta” y nos presentó su propia versión, La Liga de los Hombres Extraordinarios. Ambientada de nuevo en su amada Londres victoriana (como la de From Hell y, salvando más distancia, V de Vendetta). Una obra que brillaba por el don para la oratoria de sus personajes, con argumentos fascinantes, agudos diálogos y lecciones de retórica. El cómic estaba llena de referencias y guiños a las grandes obras maestras de la historia de la literatura. Salían personajes como Ishmael, de Moby Dick, el Detective Dupin de Los crímenes de la calle Morgue, o Artful Dodger, de Oliver Twist. Daría para varias tesis y libros todos los easter eggs que ocultan sus páginas. Las aventuras de Mina Murray (de Drácula), el capitán Nemo (de 20.000 leguas de viaje submarino), Alan Quatermain (Las minas del Rey Salomón), Hawley Griffin (El hombre invisible) y el Dr. Jekyll y Mr. Hyde han cautivado a miles de lectores de todo el mundo y están destinadas a seguir haciéndolo.

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