Mega Man 11 y sus jefes finales, un inteligente encaje de piezas

Cuando se anunció Mega Man 11 hubo varios aspectos que no gustaron a toda la comunidad de fans de la que otrora fuera mascota de Capcom; uno de ellos fue el apartado artístico, que por ese aspecto tan colorido y amigable para los públicos más jóvenes distanció a los que preferían un tono más adulto. Pero todo eso queda a un lado cuando nos enfrentamos al título en ciernes, porque si hay algo que no ha cambiado con esta nueva entrega numerada es que su esencia se ha logrado mantener intacta, con una dificultad que, en su grado más alto, es un reto que pocas veces hemos visto en el género.

Mega Man 11 da la mano al jugador de muchas formas, partiendo de cuatro niveles de dificultad donde los primeros de ellos hacen que la experiencia sea un auténtico paseo. Tanto es así que podemos comprar ítems que nos hagan casi invencibles. Pero hoy no queremos hacer un análisis del título, eso ya lo hicimos en su momento; sino sacar a relucir un aspecto concreto del mismo que nos sigue fascinando ahora que han pasado meses desde su salida: los jefes finales.

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Los ocho Robot Masters del título mantienen intacto el esquema de ejecución de anteriores entregas numeradas: siempre son 8 (excepto en el primero, que eran 6) y siempre se heredan los poderes de aquel jefe al que hayamos derrotado. En nuestro caso no escogimos un orden particular para acabar con ellos, sino que fuimos en el sentido de las agujas del reloj. Como si de un piedra-papel-tijera se tratase, cada Robot Master tiene sus debilidades y resistencias, aunque al final del día todo depende más de la habilidad del jugador de cara a salir con los brazos en alto de estos dinámicos y frenéticos enfrentamientos.

El equipo de desarrollo, tal como dijo en una entrevista con Famitsu, tenía en mente que los usuarios sacasen el máximo partido de los poderes especiales de los power ups; porque es divertido, aporta frescura a la jugabilidad y convierte el gameplay en algo más rejugable. “queremos que cualquiera, independientemente de la experiencia con la saga, pueda disfrutar jugando al título. Es por ello que en Mega Man 11 quisimos redefinir la serie Mega Man, sin dejar de ser fieles a la esencia original”. Al menos en lo que a diseño se refiere, el sabor está intacto.

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Porque cada jefe plantea una experiencia radicalmente distinta y obliga a prestar atención a diferentes elementos del escenario. Por ejemplo, en el encuentro contra Blast Man tenemos que estar atentos a las rocas que caen desde lo alto; al mismo tiempo, nos deslizamos de un lado al otro para no ser golpeados. Con Impact Man, que es uno de los más complejos, no queda otra que ralentizar el tiempo para poder esquivar ese enorme taladro que nos persigue, mezclando velocidad con potencia y ralentización del tiempo.

Mientras algunos juegos de plataformas prefieren ceder el mérito de la victoria al conocimiento del patrón del jefe en ciernes, en Mega Man 11 no hay un solo Robot Master que nos permita mirar al mismo sitio todo el tiempo.

Nada sería lo mismo sin la técnica Doble Mega Man, que aporta algo nuevo a la saga en el elemento que más se siente: el control. No éramos conscientes de lo mucho que podía cambiar la experiencia la ralentización del tiempo o potenciar la capacidad de disparo de manera temporal, ya que no facilita las cosas necesariamente sino que, en ocasiones, se hace imprescindible su uso para poder solventar algunas plataformas y acabar con algunas fases de estos jefes. Por tanto, ¿es imprescindible el uso de estas habilidades para acabar con los Robot Masters? En algún caso es lo más recomendable, pero no se siente forzado porque en ningún momento te dicen que tengas que usar uno u otro, sino que es una tarea meramente explorativa, de descubrimiento.

Y es eso lo que hace de Mega Man 11 un juego tan especial, porque si bien no es el mejor juego de la saga ni el mejor juego de plataformas de la generación, sí tiene el mérito de saber llevar ese número a sus espaldas con una frescura que pocas veces hemos visto en una franquicia tan longeva y donde —aparentemente— poco se puede hacer que no se haya visto ya. Sobre si es negativo que sean sus jefes lo más memorable del juego es algo que deben dictar los jugadores; en nuestro caso, es todo un doble póker de aciertos.

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