La transformación de Sadie Adler en Red Dead Redemption 2

Este artículo contiene ligeros spoilers de un personaje de Red Dead Redemption 2, no así de la historia del juego.

Ahora que Red Dead Redemption 2 está ya disponible en tiendas, poco a poco millones de jugadores irán conociendo a fondo la banda de Dutch van der Linde encarnando a un Arthur Morgan que crece y se constituye a sí mismo como protagonista tanto por lo que vivimos junto a él como también por lo que nos toca vivir junto al resto de miembros. Uno de ellos, Sadie Adler, es el elegido de hoy por servir como perfecto ejemplo de la voluntad narrativa del título.

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Porque Rockstar tenía muy claro que cada personaje debía representar su propio camino; un valor, una aptitud, una forma de pensar. Esa diferencia existente entre Dutch, John, Javier, Micah, Sadie y compañía es lo que facilita que identifiquemos mejor en nuestra cabeza qué quiere contarnos individualmente y ayudar a que la historia avance. Mejor dicho, para que la historia principal no deje de avanzar un solo momento. No hay lugar para la pausa.

Pero el caso particular que nos ataque con esta figura femenina es especialmente notable por la transformación que experimenta especialmente en la segunda mitad de la aventura, donde verdaderamente toma protagonismo y se consagra como un personaje total. Ya desde el principio se nos presenta tímidamente como una más de la familia, como alguien cuyo nombre no debemos olvidar por el sufrimiento que ha tenido que soportar en la más cruda e irreversible realidad. Al igual que el resto, son vaqueros, forajidos, criminales en busca y captura; sin embargo, el miedo y la rabia les invita a buscar el perdón, la venganza, redimirse con el decadente Salvaje Oeste.

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Heridas que no cicatrizan

No hace falta controlar a Sadie Adler para tomar el control de sus actos, para ser partícipes de esa voluntad que la mueve a seguir presente en la historia de forma paralela, intermitente, pero nunca desaparecida. Si al principio es un personaje débil, que acaba de perder a su esposo de forma cruel y donde ella también está a punto de apoyar la cabeza en el suelo, en la medida en que van pasando las horas se percibe un cambio de actitud por su parte. Ya no coge una pistola, ahora la agarra y toma la iniciativa.

No será sin la ayuda del resto de miembros de la banda con lo que se anima a tomar el timón de su propio barco, de dejar de ser la perseguida para ponerse a perseguir. Adler deja de llevar una vida agraria para llevar una vida errante sumida por el dolor y la venganza. Sin escrúpulos, capaz de perder el control y la templanza.

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Y nosotros somos espectadores de ese cambio: desde tiroteos donde es Sadie quien avanza en primer lugar, la que encadena más bajas, quien cabalga por delante del resto. Esa sed de venganza es total, aderezada por temas sonoros que te recuerdan que Red Dead Redemption 2 se debe jugar con los mejores auriculares que tengas en casa.

Lo mejor de todo es que el protagonismo de Sadie Adler se contagia en los últimos episodios de la aventura, cuando empiezas a vislumbrar que esta bella mujer de voz grave y largo cabello rubio lo resuelve todo pulsando el gatillo. Se acabó lo que se daba.

«de personaje dolorido a personaje doloroso»

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Con todo, cuando vemos los créditos finales, tras todos los episodios y el epílogo, solo podemos fruncir el ceño y hacer una lectura del espectacular cambio sufrido en el carácter y el lenguaje corporal de Sadie, que nos da la mano para que presenciemos la venganza materializada en pura esencia; que de personaje dolorido pasa a ser un personaje doloroso. Su presencia, no obstante, pasa a ser de poder, de autoridad y de supremacía.

See the fire in your eyes

Lo que inicialmente era una mirada perdida con facciones pálidas se convierte en unos labios con los dientes al descubierto. Sin duda, uno de los personajes femeninos que recordaremos cuando acabe la generación y cuando pasen muchos, muchos años. Ya era hora de ver en Rockstar una mujer con este poderío y convicción, que facilite tanto que Red Dead Redemption 2 sea indudablemente memorable.