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Todo es efímero

El día que murió nuestro caballo en Red Dead Redemption 2

Después de más de cincuenta horas de partida, una circunstancia inesperada nos hizo despedirnos antes de tiempo de nuestro caballo. Esta es la historia.

Un adiós sin despedida.

Red Dead Redemption 2 está ya en boca de todo el mundo. El nuevo título de Rockstar se catapulta como una de las obras más memorables de la presente generación de consolas y, con ello, las experiencias alrededor del título van a ser infinitas. Experiencias como las que hemos tenido nosotros en estos días de preparación del análisis, que nos han dejado constancia de la cruda implementación del permadeath de los caballos.

Tal como os contábamos en el review, las muertes de los corceles son permanentes; no se trata de criaturas invulnerables o capaces de resucitar si caen en una misión o mientras deambulamos por el Salvaje Oeste de este vivo sorprendente mundo. En nuestro caso, es posible que llevásemos ya cerca de 55 horas de partida cuando, antes de afrontar la recta final del juego, mientras dábamos una vuelta por New Hanover, una zona de alta montaña empezó a presentar más rocas de lo normal, más precipicios y caminos estrechos que en altitudes más bajas.

Debíamos ir con cuidado, pero algo fortuito pasó y tuvimos que despedirnos en contra de nuestra voluntad de nuestro caballo blanco de raza árabe, uno de élite, tal como describía la categorización que ofrece el juego a cada tipo de corcel. Se trataba del más caro del establo en una de las ciudades iniciales de la aventura; decidimos depositar en él nuestros ahorros porque queríamos un animal ágil, capaz, con el que crear un vínculo hasta ver los créditos finales en pantalla.

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De la forma menos deseada

Todo iba como la seda, a decir verdad: evolucionado hasta el nivel 4 (el máximo), con la velocidad y la resistencia en el límite del desarrollo. El infortunio tuvo lugar cuando menos lo esperábamos, pues nuestro caballo no murió por el impacto de una bala, sino por algo que incluso a nosotros nos cuesta contar por lo indigno de la situación: un choque contra un árbol. Un ángulo muerto al torcer en medio de la montaña hizo que apareciese un arbusto de enormes dimensiones se manifestó sin un atisbo de transparencia. Pam.

Tras el choque, Arthur Morgan sale disparado varios metros hacia delante, demostrando que la inercia en Red Dead Redemption 2 es más que palpable; por su parte, el caballo yace en el suelo de perfil, moviendo sus patas y gimiendo de dolor con un timbre de voz algo más agudo de lo normal. Cuando nos levantamos, vamos a toda prisa a ver qué tal está nuestro pequeño de largo cabello. Nos temíamos lo peor. Es entonces cuando sucedió algo que no se nos había presentado hasta el momento: dos formas de interactuar con el caballo en esta circunstancia, pero ninguna de ellas era la de subirnos a él (principalmente porque no se levantaba).

La primera de ellas era terminar de matarlo, algo que lógicamente descartamos; la segunda, darle una medicina que por supuesto no teníamos, pero que sí se podía comprar a modo de provisión en una tienda de cualquier ciudad. Se trataba de una medicina cara, pero no quedaba más remedio, era literalmente una cuestión de vida o muerte. Es entonces cuando partimos a pie a comprar este ítem y, en el camino de vuelta, sin previo aviso desapareció el icono del dolorido animal del radar. Se esfumó, porque la muerte se lo había llevado… para siempre.

Sin vuelta atrás

Empeñados en creer que aún había esperanzas de recuperarlo, nos acercamos más y más hasta el punto del incidente, pero efectivamente ya no había nada. Seguramente penséis que debimos haber restaurado un punto de partida previo, pero no fue lo que pensamos inicialmente también por comprobar hasta qué punto estas circunstancias podían afectar al transcurso de la partida. La realidad es que nos habíamos quedado sin caballo, era irreversible: el autoguardado (se puede desactivar) eliminó cualquier atisbo de esperanza. Restaurar una partida aún anterior implicaba perder varias horas de progreso. Se acabó.

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Esto nos obligó a comprar un nuevo corcel, empezar de cero. Un animal que volvería a tener miedo de los lobos del bosque durante la noche, uno incapaz de ponerse a dos patas y con cansancio al minuto de galopar. Era simplemente la realidad que ya vivimos al principio de la aventura, solo que esta vez en el peor momento posible, a las puertas del desenlace.

El mensaje que sentimos fue desolador, un contraste claro del cúmulo de situaciones a las que puede llegar a someternos el juego de Rockstar, pues apenas unos minutos antes habíamos terminado una de las misiones con más humor y personalidad de todo el acto. Con todo, ese lenguaje no verbal del titulo se logró transmitir de manera progresiva, una mecánica que no es nueva en este título pero que sí se materializó ante nosotros de una forma súbita, cruel, si lo preferís, pero que puede pasar. Por supuesto, a partir de entonces empezamos a cabalgar con más cuidado de cara al futuro, sin perder de vista la metáfora con la que Red Dead Redemption 2 juega en multitud de ocasiones: todo es efímero.

Red Dead Redemption 2

  • XBO
  • PC
  • PS4
  • STD
  • Aventura
  • Acción

Red Dead Redemption 2 es la secuela de la aventura de acción Red Dead Redemption a cargo de Rockstar Games para PlayStation 4, Xbox One, PC y Stadia que nos trae una historia épica sobre la vida en el despiadado corazón de América. Su vasto y evocador mundo sentará, a su vez, los cimientos para una experiencia multijugador online totalmente nueva. América, 1899. Con los representantes de la ley dando caza a las últimas bandas de forajidos, el fin del Salvaje Oeste es ya una realidad. Aquellos que no se rinden o sucumben son eliminados. Después de que un atraco se vaya al traste en la ciudad de Blackwater, Arthur Morgan y la banda de Van der Linde se ven obligados a huir. Con los agentes federales y los mejores cazarrecompensas de la nación pisándoles los talones, deberán atracar, robar y abrirse camino a la fuerza por el implacable corazón de América para poder sobrevivir.

Carátula de Red Dead Redemption 2
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