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LEGO Worlds

LEGO Worlds

Análisis de LEGO Worlds

TT Games ofrece en LEGO Worlds una aventura a través de la galaxia y su infinidad de planetas procedurales donde podremos que construir, destruir y hacer lo que nos plazca con potentes herramientas creativas.

Minecraft inauguró un género. Ya no podemos hablar de “copias” de la propuesta jugable del título de Mojang. Si bien es cierto que en el comienzo del boom económico, influencial y de inserción en la cultura pop de la herramienta comprada por Microsoft por 2500 millones de dólares apareciendo pequeños títulos que, aún yendo a la zaga, se aprovecharon de la popularidad de aquel, el paradigma actual es bien distinto. No es la primera vez que hacemos esta reflexión en esta casa; en el análisis de Dragon Quest Builders ya comentábamos que el género de la construcción y creación a partir de bloques se había instalado en la industria cultural del videojuego para evolucionar y adaptarse junto a otros géneros, tal y como la conducción se mezcló con la acción (GTA) o los deportes con el RPG (Mario Golf). 

El caso que nos ocupa, el de LEGO Worlds, tiene un poco de esto; de adaptarse a ciertas mecánicas jugables que se han visto establecidas a lo largo de los años en los juegos de TT Games. Pero también está, por supuesto, la vuelta a casa de una fórmula que ya inventara en formato analógico la empresa danesa de los bloques. Minecraft surgió como una digitalización, con sus limitaciones y ventajas, de la construcción que llenó los hogares infantiles de millones de personas. Era inevitable que la propuesta digital del invento volviera a casa, a LEGO. Y si no lo ha hecho antes es por falta de potencia de las máquinas de la época en la que surgió la idea; el productor asociado del estudio, Chris Rose, nos contaba en el evento de presentación del juego que el proyecto surgió hace 9 años, pero que las PS3, Xbox 360 y ordenadores de la época (al menos, los que tenía el público objetivo) no eran capaces de mover lo que tenían en mente.

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Ahora, LEGO Worlds, con la potencia de PS4, Xbox One y los ordenadores actuales (llegará este año también a Nintendo Switch) es una realidad. Un juego de construcción que mezcla la accesibilidad característica de los juegos del estudio con profundas herramientas creativas que te permiten desde construir un edificio pieza a pieza a destruir todos los edificios, desniveles y construcciones de un mundo con muy pocas acciones en el mando. Todo ello se mezcla con el tono y sentido del humor característico de la franquicia y con la diversión inmediata de esta, pero vayamos por partes.

Herramientas creativas llenas de posibilidades

LEGO Worlds nos lleva de la mano en, aproximadamente, la primera hora de juego. En los tres primeros mundos, el narrador (doblado con gracia en la versión española por Alfonso Vallés) nos acompaña con sus sugerencias, chistes y consejos a través de diversas misiones sencillas que nos muestran el funcionamiento de las diversas herramientas creativas.

La primera de ellas es la herramienta de descubrimiento, que nos permite analizar cualquier objeto, personaje, vehículo o construcción predeterminada para poder invocarlo directamente sin coste alguno. Un Capitán pirata nos pedirá que quiere un trono pirata, por lo que tendremos que buscarlo por el mundo para poder construirlo con apenas dos pulsaciones en el mando; poco después nos pedirán que llenemos un corral de gallinas y cerdos, copiando y disparándolos (como decíamos, LEGO Worlds está lleno de toques humorísticos y podremos disparar tanto personajes como animales, ya sean cerdos o caballos de hueso rodeados de fuego). Así recibiremos nuestros primeros ladrillos dorados, el ítem que nos hace subir de rango de constructor y tener cada vez más opciones a nuestra disposición.

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Poco después nos haremos con la herramienta de paisaje, más compleja y versátil que la anterior. Nos permite, fijando previamente un molde, hacer desaparecer o crear grandes zonas del terreno rápidamente, o hacer que este tome pendiente, crear hendiduras o allanarlo. Un artilugio que se hace complicado de manejar con el mando en las primeras horas pero que, una vez dominado, nos permite moldear los mundos a nuestro antojo y cumplir misiones de rescate o de localización de objetos rápidamente.

La herramienta de copiar será la siguiente que se una a nuestro arsenal creativo, aunque va directamente en contra al hacer florecer la creatividad de los jugadores. Con ella podemos seleccionar, de nuevo a través de una rejilla, construcciones enteras o zonas del terreno que podemos copiar en cualquier otra zona, o guardarla para usarla posteriormente. Nos permite resolver rápidamente aquellas misiones que nos pidan un edificio igual que otro que haya cerca o agilizar la construcción de nuestra casa, pudiendo copiar y pegar rápidamente paredes enteras.

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Por último, la herramienta de pintar, como su nombre indica, nos permite elegir entre una amplia paleta de colores para disparar tinta a cualquier elemento del escenario. Pero la profundidad del artilugio está en que ciertos tonos de color tienen propiedades distintas. Por ejemplo, el verde fosforito hace que un elemento brille por las noches, y el color volcán hace que cualquier elemento pintado con él haga daño a quien pase por encima.

Una galaxia procedural que explorar

En LEGO Worlds comenzamos el periplo espacial como un astronauta al que se le ha destrozado la nave. Tras esos primeros planetas, cerrados y creados a mano, que funcionan a modo de tutorial para conseguir nuestros primeros bloques dorados (con los que reparamos, poco a poco, la nave para poder llegar más lejos), el juego nos lanza a nuestro libre albedrío por planetas generados proceduralmente. Los primeros serán pequeños, de tamaño similar a los que ya hemos explorado, pero conforme vayamos mejorando nuestra nave podremos acceder a los medianos, luego a los grandes y, finalmente, podremos crear nuestro propio mundo.

Estos mundos, repletos de personajes, animales, construcciones y demás elementos del propio universo LEGO (es decir, de las diversos sets de piezas de la franquicia, prescindiendo de los productos licenciados en los que se basa Dimensions), se basan cada uno en uno o varios biomas y ambientaciones, dependiendo del tamaño del planeta: volcanes, mundos de piruleta, desiertos, reinos medievales, cordilleras nevadas, espaciales, del oeste, de piratas y tantos otros que, por su naturaleza procedural, se nota que no están tan bien pensados como aquellos que vimos en nuestros primeros ratos con el juego.

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La cantidad no siempre es mejor que la calidad, y a pesar de que existan billones de planetas, en más de una ocasión nos veremos actualizando desde el menú el siguiente planeta de destino para no acabar en un mundo repleto de agua con una única montaña en el centro o para no aterrizar de nuevo en un lugar similar (en ambientación, objetos y acciones que realizar) a aquel en el que acabamos de estar.

Las acciones que nos proponen cada uno de los mundos para conseguir más ladrillos amarillos, y así poder llegar a más y mejores lugares, no distan en demasía de un planeta al otro. Los personajes nos piden ayuda para conseguir tal o cual objeto, para rescatar a un amigo que se encuentra en un lugar inaccesible, para construir un edificio, para devolver ciertos animales a un lugar… Todos ellos solucionables con nuestras herramientas creativas, y unos más divertidos que otros, pero siempre repetitivos. Pasaremos la mayoría de la estancia en los planetas haciendo agujeros infinitos para encontrar un cofre (señalado gracias a un halo de luz amarilla que vemos desde cualquier punto del planeta) que puede contener un objeto solicitado. O recorriendo cada recoveco del mundo, ya sea su su superficie o las cavernas de su interior, en busca de un animal con el que un personaje quiere hacerse un a foto. 

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Se trata, en definitiva, de actividades que al final acaban convirtiéndose en meros trámites para poder desbloquear modelos de personajes, vehículos, animales, construcciones o tipos de ladrillo (LEGO Worlds cuenta con prácticamente todos los tipos de pieza individual que el fabricante ha comercializado) y para viajar a planetas más lejanos con distintos biomas. Todo ello para poder desarrollar nuestra creatividad cuando decidamos pasar de las misiones y nos dediquemos a construir (o destruir) libremente.

Disparando cerdos en el multijugador

Como es habitual en los juegos de TT Games, LEGO Worlds se disfruta más en su multijugador para dos jugadores, ya sea online o a pantalla partida. Ya sea para construir juntos un gran castillo medieval con todo lujo de detalles;  o para ir en un Bulldozer como una princesa con cabeza de esqueleto arrasando con el mundo mientras el otro jugador vestido de Yeti dispara delfines a los enemigos, el modo multijugador incita la diversión alocada, a las acciones absurdas, al descontrol que naturalmente se origina cuando no solo das herramientas creativas con la posibilidad de destruir, sino que además das al juego un halo humorístico que motiva más a hacer el cafre que a la edificación pausada y pensada de Minecraft.

Sin embargo, LEGO Worlds pone demasiadas zancadillas al jugador que quiera adentrarse en el modo multijugador. El modo online funciona a través de un sistema de códigos asociados a cada mundo. Para que un amigo entre al mismo planeta en el que estás tú, debes iniciar la partida en modo online, y él debe introducir el mencionado código para unirse. El multijugador local, por su parte, es tan sencillo e inmediato como en el resto de juegos del estudio inglés; basta con que otro jugador pulse un botón de un segundo mando para que la pantalla se divida por la mitad.

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El problema aquí es, al menos en PS4 (la versión jugada para este análisis), el framerate. LEGO Worlds cuenta con algunos problemas técnicos, que desglosaremos más tarde, en el modo para un jugador y se ven acentuados cuando la consola tiene que ejecutar dos zonas distintas de un planeta con todo el caos que sucede en él. Así, la modalidad multijugador más inmediata, accesible y que más usada va a ser por el público objetivo del título,  se vuelve por momentos prácticamente injugable: desapariciones de partes enteras del mundo en un momento, enemigos que aparecen cuando ya han restado varios corazones a tu indicador de salud, caballos que caen del espacio o ralentizaciones importantes son algunos de los problemas que hemos experimentado jugando en cooperativo a pantalla partida.

Mundos hechos pieza por pieza

Los mundos de LEGO Worlds son atractivos y bonitos. Ya se trate de una zona volcánica de un paisaje de piruletas y caramelos, todo es colorido, atractivo y divertido. Las animaciones de los diversos personajes, algunos de ellos con sus movimientos exclusivos, son graciosas. Lo mismo ocurre con algunos vehículos o los animales, animados en torno al estilo humorístico del conjunto, que permite situaciones como un vaquero cabalgando un cerdo o un astronauta a lomos de un dragón.

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Sin embargo, la consistencia del apartado técnico no da la talla. La distancia de dibujado es corta y en mundos donde hemos realizado muchas acciones, sobre todo si son de gran tamaño, las ralentizaciones son frecuentes y la carga de los diversos elementos del escenario es cada vez más lenta. A ello hay que sumarle bugs que afectan directamente a la jugabilidad: estar excavando y que el juego te lance en paracaídas sobre el planeta o que un personaje que tiene que recompensarte una misión desaparezca son situaciones comunes. También hay graves problemas con la cámara, que te impide en muchas ocasiones saber qué estás construyendo o destruyendo y, en otras tantas, imposibilita leer el bocadillo de diálogo de una misión que te da un personaje al superponer sobre este algún elemento del entorno.

Pese a un gran trabajo de doblaje del narrador por parte de Alfonso Vallés, el trabajo en el plano sonoro tampoco se siente consistente. La música sirve de (alegre) acompañamiento, pero frecuentemente se corta bruscamente, dejando el juego en silencio durante cierto tiempo. En cuanto a los efectos de sonido, cumplen con su cometido, pero hay algunos vehículos que suenan igual que otros bastante diferentes (sobre todo, aquellos cuya función es excavar) y hay algún error, como un animal que relincha sin parar o el sonido de un enemigo que no está en ningún lado.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.