Star Wars Battlefront, reventando naves del imperio

Cuántas veces, cuántas… Cuántas desde que el videojuego es videojuego los estudios nos han regalado la oportunidad de sumergirnos de forma interactiva en la magia de Star Wars, la Guerra de las Galaxias, para algunos simples películas y para otros una religión –no es coña, podemos hacernos seguidores de los Jedis. Desde la Atari hasta las recreativas, los juegos de la franquicia abarcan decenas y decenas. Y entre ellos hay un apartado para el dedicado a la acción en las naves de los films. En Star Wars Battlefront II, la emoción de coger una nave, despegar del hangar del crucero estelar y liarnos en ‘dogfights’ con el Imperio era una realidad. Y aunque ya se sabe que en el nuevo Battlefront next gen no las habrá, sus creadores han querido reproducir la emoción, el hype y todo lo que conlleva estar en una cabina con la bso de John Williams resonando mientras luchamos por nuestra vida a los mandos de unas naves que llevan con nosotros toda nuestra vida.

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Hecho principalmente por y para ser tremendamente divertido, este modo de Battlefront que nos sitúa en batallas entre naves –X-Wing, A-Wing, Tie-Fighters y hasta la megaestrella de todas: el Halcón Milenario- requiere de cogerle el truco al principio, pues todo es ‘ruido’ y enemigos a toda velocidad, estelas de luz y nosotros en medio, entre humanos y bots en mitad de un mapa en el que un montón de naves se baten en combate. Estamos vendidos nada más coger el pad, pero cuando aprendemos los fundamentos del control, y cuando la música de Williams nos mete dentro de la acción, es hora de quemar los impulsores y buscar blancos que fijar, aguantar y abatir.

Como era de esperar, cada nave tiene sus propias características: Por ejemplo los X-Wing entran en juego con un útil misil teledirigido que supone un disparo más poderoso que los habituales lásers; Los Tie Fighters no soportan tan bien los impactos como los X, no son tan duros pero lo compensan con su mayor velocidad. Ambas naves pueden rotar sobre sí mismos a un lado o dar un giro de 180º, ideal para cuando vemos la alerta de que alguien nos tiene fijados. Pero lo divertido es que tanto el escudo temporal del X como el boost de velocidad del Tie no son ilimitados, por lo que toca usarlos con pericia y no malgastarlos para no quedarnos como el blanco perfecto. Hemos hablado de un montón de naves, y el truco es que en los dos equipos hay jugadores humanos y bots controlados por la IA de cada bando . Y para no dedicarnos a trampear y sólo abatir bots, la puntuación es mayor si hacemos que sea un rival humano el que se convierta en polvo estelar.

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“¡Un tiro de los de uno entre un millón!”

Stick izquierdo para controlar la aceleración/desaceleración. Stick derecho para mover la nave. Maniobras de evasión en la Cruceta. Botones superiores para las ‘skills’ de las naves como las que os hemos hablado. Gatillos para apuntar, fijar y disparar. ¿Lo tenéis? Pues este es el esquema de control básico que Battlefront implementa en sus naves y que vimos en Fighter Squadron, por lo que solo las habilidades diferencian llevar un Tie o un X-Wing. La gracia está en la forma de ejecutarlo, ya que como decimos las habilidades no están hechas para abusar de ellas, sino para saber cuándo utilizarlas. Y otro toque de estrategia es que a mayor potencia para volar, menor fuerza tendrán nuestras armas, cuanto más lentos vayamos más daño harán nuestros disparos. Equilibrar el binomio armas/velocidad es constante y es uno de los requisitos para convertirnos en los mejores herederos de Rojo 5 y los héroes de la batalla de Yavin. Eso y otros factores como saber recoger sin convertirnos en presas –o lasaña contra el suelo-  los potenciadores diseminados por la parte más baja del escenario, a ras de suelo prácticamente. Cuando el modo fue presentado esta semana vimos en el tráiler el manejo de otras naves como los A-Wing, pero no estaban presentes en la demo.

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¿Objetivo? Sobrevivir, alcanzar más puntuación que el bando enemigo –necesitábamos llegar a los 200-, hacer mucho daño contra las ocasionales naves transportadoras –de repente la contienda se divide en el bando atacante y el que protege-, fisgar cómo a lo lejos surgen destructores estelares y pelear contra todo aquel que en este mapa fuese a coger el mayor power-up que hay: Aquel que te brinda estar en la cabina del Halcón Milenario -o del Slave I de Boba Fett si estamos en el bando imperial-, una nave pesada, poderosa, que lo aguanta todo y el equivalente entre las allí presentes a tener un tanque espacial. Eso sí, llevando la nave más conocida desde Tattooine hasta las minas de Kessel prepárate a ser la mayor diana de todo el mapa en esos momentos, un sacrificio pequeño comparado con lo que se siente al manejarla. Un detalle de comodidad es poder alternar entre vista dentro de la cabina y desde fuera en todas las naves, siendo la 3ª ideal para practicar, pero la 1ª la que mejor te sumerge en la acción.

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“Ya estás libre niño, termina y vámonos a casa”

Arcade para que la diversión sea inmediata pero con aspectos estratégicos para que no solo sea girar y disparar. Esto es lo que DICE ha implementado en el Fighter Squadron de su Battlefront –aunque aún nos quedan por ver más opciones a elegir en cuanto a configuración de cada nave. Si se es fan de Star Wars, el sonido, el ambiente y la impresionante calidad gráfica de este juego te mete directo en la experiencia, y supone un modo que da aire fresco con respecto a manejar a personajes que se mueven a ras de suelo como en los otros modos online presentados, como el intenso Blast o el multitudinario que vimos en el E3 en la batalla de Hoth. Battlefront es ante todo espectáculo. Y el modo de los escuadrones aéreos lo clava en cuanto a lograr esta sensación según lo probado. Queremos jugarlo más tiempo, probar todas las naves en todos los mapas para hacernos una idea de su profundidad. Pero eso, por desgracia, tendrá que esperar un poco. Al menos salimos sonriendo pensando en ese giro de 180º que hemos hecho y el misilazo que le hemos soltado en todo el cockpit al rival humano que se creía que nos tenía fijados. Larga vida a la Alianza Rebelde.