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Warhammer 40,000: Armageddon

Warhammer 40,000: Armageddon

Warhammer 40.000: Armageddon

Warhammer 40.000: Armageddon es la última adaptación al videojuego del popular juego de estrategia de tablero. La nueva representación de uno de los productos estrella de Games Workshop se aleja de sus últimas apariciones, y se nos presenta como un título de estrategia mucho más concienzudo y maduro, a través de una interesante recreación de sus mecánicas. ¡Las Legiones de Acero te esperan!

El universo que rodea a los productos de Games Workshop ha traspasado las fronteras de su hobby original, para afincarse de forma estable en el mundo de los videojuegos. Son muchas las adaptaciones que se han recibido de los juegos más conocidos de la compañía británica: Warhammer, Warhammer 40.000, Blood Bowl, Space Hulk y, hasta una muy cercana recreación de Mordheim. Sin embargo, para encontrar alguna similitud con el videojuego que vamos a analizar hoy, tenemos que remontarnos a 1997, con el lanzamiento de Final Liberation: Warhammer Epic 40.000. Con un éxito bastante aceptable, Holistic Design fue la encargada de implementar las reglas de Epic 40.000, una versión de Warhammer 40.000 con miniaturas más pequeñas, de forma que se recrean batallas a mayor escala.

Sin embargo, los últimos trabajos que han tenido como ambientación este oscuro universo de ciencia ficción, ha optado en mayor medida por mecánicas más dinámicas y gestión en tiempo real. Alejándose de esta idea, Slitherine Studios intenta devolver a Warhammer 40.000 al terreno de la estrategia más pura, a través de una adaptación que recuerda a muchos de los juegos de estrategia histórica lanzados por compañías como AGEOD, o la misma Slitherin. Sin duda, un cambio de percepción bastante interesante que busca aprovechar al máximo la complejidad de las tácticas y planteamientos que muestran sobre el tablero los aficionados al producto de Games Workshop. Serán estos, sin duda alguna, los que más agradezcan el lanzamiento de un título de este corte.

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Warhammer 40.000: Armageddon nos pone al frente de un regimiento de unidades de las Legiones de Acero. Se trata de un cuerpo de soldados imperiales dispuesto en el planeta que da nombre al videojuego: Armageddon, mezclando infantería, artillería, blindados e infantería mecanizada. Se trata de un planeta acostumbrado a la guerra, pues los Orkos asolan frecuentemente los dominios imperiales, bajo el mando de distintos Kaudillos. El título cuenta con una extensa campaña, dividida en 4 partes: Un tutorial y 3 actos. La guía inicial forma parte de la misma campaña, aunque sus primeros compases sirvan para familiarizarnos con el estilo de juego y la manera de mover, atacar y reclutar tropas durante la partida. De igual manera, cuenta con distintos escenarios y modo multijugador.

Comenzamos como uno de los nuevos Comandantes de las Legiones de Acero que, si optamos por dar los primeros pasos mediante el tutorial, asiste a las últimas maniobras de su entrenamiento con adversarios reales. Sin embargo, la rápidamente nos veremos obligados a enfrentarnos contra hostiles, cuando un ejército de Orkos -al mando del Kaudillo Ghazghkull Thraka- amenaza con invadir nuestro planeta. Estos son, por lo tanto, los ejércitos protagonistas... a los que se unirán tropas de Marines Espaciales como Salamandras, Ángeles Sangrientos o Ultramarines. El argumento del videojuego está basado en la Segunda Guerra de Armageddon: Uno de los acontecimientos históricos de la ficción que rodea al universo de Warhammer 40.000.

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El planeta en el que se desarrollan los hechos -Armageddon- es un lugar que originalmente fue parecido a la Tierra. Sin embargo, cuando el Imperio colonizó el sistema planetario homónimo, comenzó un proceso de industrialización que alteró casi por completo la faz del globo. Siglos de contaminación y vertidos, así como una inmensa densidad de población, han convertido Armageddon en un planeta colmena. Su atmósfera es extrañamente densa y su aire, irrespirable. Es por eso que los humanos tienen que llevar filtros de aire cuando caminan por la superficie, convirtiéndose en un elemento distintivo de las Legiones de Acero. Armageddon se ha convertido en un yermo tóxico, que el Imperio mantiene únicamente por su importancia estratégica en la galaxia.

El juego se desarrolla en un mapa hexagonal que representa a los distintos escenarios que conforman la superficie del planeta, y en los que llevaremos a cabo cada una de las batallas. Existen distintos tipos de terreno, abundando las zonas yermas y grandes edificios que forman parte de las gigantescas ciudades de Armageddon. Por supuesto, hay más elementos en la escenografía, como cráteres, ríos y lagos de vertidos tóxicos. Cada uno de estos terrenos cuenta con características especiales en cuanto a facilidad de movimiento, línea de visión o cobertura. Por lo tanto, hay que tener en cuenta la configuración del entorno cuando vayamos a situar nuestras tropas, para intentar sacar el máximo partido de cada uno de los hexágonos a nuestro alrededor.

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Una única tropa puede ocupar un hexágono en cada momento, y recibe los modificares adecuados el tipo de terreno en el que se encuentre... incluyendo los obstáculos a la visión. De esta manera, aunque una tropa -enemiga o propia- aparezca representada en el mapa, es posible que las armas no puedan alcanzarla al existir obstáculos en medio. Warhammer 40.000: Armageddon permite habilitar o desactivar neblina de guerra, para que aquellas unidades que se encuentren en zonas aún no exploradas sean invisibles hasta que tengamos una tropa a distancia de visión. Como opción adicional, también se nos permite activar o desactivar la posibilidad de deshacer el último movimiento de una unidad, siempre y cuando solamente haya sido de desplazamiento y no de ataque.

Contamos, como decíamos, con 5 ejércitos diferentes: Legiones de Acero, Ultramarines, Ángeles Sangrientos, Salamandras y Orkos. Existen más de 300 tipos de unidades distintas, entre tropas propias, aliadas y enemigas. Las tropas se dividen en distintas categorías: Infantería, Caminantes, Vehículos, Tanques, Artillería y Titanes, cada una con un coste base en puntos de Requisición. Algunas pueden mejorarse, como la Infantería, a la cual se puede añadir transportes para acelerar su avance y ofrecer protección blindada extra durante el desplazamiento. Como si se tratase de una partida de Warhammer 40.000, antes de comenzar una nueva batalla se nos ofrecerá un resumen de los objetivos que debemos conseguir, dando paso al despliegue de las unidades sobre el mapa.

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Los objetivos pueden ser de distinto tipo, aunque el que más abunda suele requerir que ocupemos una cantidad de hexágonos de victoria, marcados de forma especial en el mapa. También hay misiones de escolta, o de aguantar durante un número de turnos las embestidas enemigas. Cada escenario tiene, a su vez, una cantidad limitada de estos turnos: Si no conseguimos alcanzar el objetivo antes de que se agoten, habremos perdido. Durante nuestra fase, podemos realizar distintas acciones, siendo mover y/o atacar la más básica de todas. Una unidad puede realizar un desplazamiento y una ofensiva en el mismo turno, pero nunca moverse dos veces o atacar por duplicado. Una vez agotemos todas nuestras acciones, o no queramos realizar más, podremos finalizar el turno.

Existen más acciones disponibles, como reclutar refuerzos o desplegarlos -siempre sobre las zonas indicadas al inicio de la partida, lo cuál puede darnos tropas frescas, pero alejadas de la vanguardia- o bien reponer los soldados y elementos perdidos en una unidad, finalizando así todas sus acciones. Como el número de turnos es limitado, la táctica de lanzarse con todo sin importar las consecuencias, para luego ir reponiendo tropas o comprando refuerzos, no es una opción factible. Cada una de nuestras acciones debe ir encaminada a la victoria directa, pensando en minimizar las bajas sin frenar nuestro avance. Si pensamos conquistar el último hexágono objetivo comprando refuerzos en la otra punta del mapa, lo más seguro es que acabemos perdiendo esa batalla.

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Las tropas se definen por distintos valores: Movimiento y tipo de desplazamiento, Iniciativa, Fuerza, Defensa, y Puntos de golpe. El primero indica la cantidad de hexágonos que podemos mover, teniendo en cuenta que los tipos de desplazamiento podrían ser imposibles en algunos tipos concretos de terreno. La Fuerza hace las veces de potencia de combate y estado de la unidad, en combinación con la Defensa y los Puntos de Golpe... De esta manera, a mayor fuerza más bajas causaremos. A su vez, cada tropa puede contar con hasta 3 tipos de ataques distintos, definidos por un Alcance, Fuerza de Ataque, Penetración de Armadura, Número de Disparos y Precisión. Al combatir, se realizarán todos los ataques posibles -por rango de distancia- contra la unidad objetivo.

Cuando una unidad ve su Fuerza -que aparece siempre indicada en su representación- reducida a 0, queda exterminada y se borra del mapa. Al colocar el punto sobre una unidad enemiga, se nos mostrarán dos valores adicionales, mostrando la pérdida de Fuerza que podríamos sufrir y causar tras la ofensiva. Sin embargo, este número no es más que una estimación en base a los atributos de la unidad y las características del terreno. Porque si hay algo que hace que Warhammer 40.000 no sea una ciencia exacta -como muchos wargames- es la influencia del azar. Un ataque podría, por lo tanto, dar resultados bien distintos a las estimaciones mostradas, lo que puede obligarnos a cambiar de táctica cuando los resultados no son los esperados.

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En cuanto a despliegue y compra de unidades, refuerzos o reposición de Fuerza en tropas dañadas, será necesario gastar puntos de Requisición. Estos se consiguen en cada misión, si bien tendremos un máximo de unidades desplegadas en el mapa. Las tropas que poseemos se mantienen de misión en misión, incluyendo sus mejoras, dando lugar a una verdadera sensación de continuidad en la campaña. Otro punto interesante, es que la historia no es completamente lineal, si no que en ocasiones se nos permitirá decidir entre distintas opciones... Aunque la cantidad de elecciones no es descomunal, si no que nos invita a probar la campaña en un par de ocasiones, probando caminos y elecciones distintas en cada caso.

Los escenarios disponibles en modo solitario, coinciden en gran medida con algunas de las misiones existentes en la campaña, aunque el juego cuenta con un editor para que hagamos los nuestros. Las partidas multijugador requieren que tengamos cuenta de usuario -gratuita- en los servidores de Slitherine, como para la mayoría de sus títulos con este modo de juego. Sin embargo, al limitarse las tropas a las correspondientes a las tropas Imperiales de la Legión de Acero, los Orkos y los capítulos de Marines Espaciales de Salamandras, Ángeles Sangrientos y Ultramarines, su valor como simulador de batallas para los amantes de Warhammer 40.000 es un poco limitado. Si aquí se hubieran incluido más ejércitos, el juego habría ganado muchísimos enteros.

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Lo cierto es que, a nivel de mecánicas, el juego implementa de forma bastante correcta la lógica del reglamento de Games Workshop. Y esto seguro que hará las delicias de los seguidores del wargame de tablero, que pocas veces disponen con una adaptación lo suficientemente fiel al juego. Slitherine omite, quizás de forma intencionada, mucha de la información sobre los cálculos que se están realizando o los resultados de los mismos, si bien este contenido habría resultado de gran interés para los conocedores del sistema de juego. Por otro lado, esta falta de información también provoca que en ocasiones los resultados sean bastante inesperados, ya que se han visto afectados por variables que no se muestra ni conocemos su influencia, como la moral.

A nivel técnico, Slitherine ha realizado un trabajo parco y extremadamente sencillo. Mapas estáticos, al igual que las representaciones de las tropas. Ninguna animación acompaña a los elementos visuales, salvo el añadido de efectos cuando se realiza un ataque, distintos para cada tipo de ofensiva. En las imágenes de las unidades, no se observa ninguna representación de su estado, ni se disminuye la cantidad de efectivos en función del daño recibido. Todo el valor que tiene el título radica, por lo tanto, es su potencial como adaptación del wargame de tablero, siendo su calidad técnica más que mejorable. A día de hoy, un juego sobre un producto como Warhammer 40.000 se merece algo un poco más espectacular y visual, como mínimo.

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En lo sonoro, es cierto que las fases intermedias cuentan con voces y narraciones, pero tampoco se ha realizado un trabajo exhaustivo en este sentido. Además, el juego tampoco viene traducido a nuestro idioma. Sin ser un defecto insalvable, lo cierto es que hay pocos detalles que puedan justificar el elevado precio con el que se distribuye el producto. Los amantes de Warhammer 40.000 no deberían dudar en hacerse con el título, aunque quizás podrían esperar a una rebaja ocasional para comenzar a recrear la Segunda Guerra de Armageddon.

7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.