Animal Crossing: New Leaf

Villa Leuros, el pueblo de MeriStation, sigue creciendo a costa de pagar hipotecas y de atender a los vecinos. Te contamos cómo se ha ido diferenciando nuestro pueblo de otros que hemos visitados en estas semanas de partida.

Si por algo se define nuestro pueblo, Leuros, en Animal Crossing: New Leaf para Nintendo 3DS, es por haber pasado del caos al orden a medida que avanzábamos en la partida. La cantidad de acciones disponibles en el título desde el primer minuto te termina abrumando tanto que es inevitable caer en una especie de caos controlado dentro de lo que es  la cuadrícula que compone el pueblo. Y es que aunque a priori te pueda parecer un territorio reducido, de pequeño tamaño, a corto plazo terminas dándote cuenta de que la extensión es más que suficiente como para comenzar a estresarte. Pero tampoco nos llevemos las manos a la cabeza con esto, pues en Animal Crossing: New Leaf ordenarse es tan fácil como planteárselo seriamente y ajustarse a unas “normas básicas de convivencia” en el pueblo.

Todos los pueblos tienen los mismos elementos (un par de playas, río partiendo la villa en dos, zona de recreo con árbol y edificios comerciales), pero dispuestos de diferente forma según la aleatoriedad del sistema. En nuestro caso, Leuros cuenta con dos mitades más o menos bien repartidas y divididas por el río, con la zona comercial (estación de tren y tienda) en la parte norte, casas repartidas por toda la casa, el área de recreo con el árbol plantado el día de nuestra llegada en la zona derecha y playas al sur y al oeste. Teniendo en cuenta esta distribución, colocamos nuestra próxima a la playa oeste, cercana a la tienda y a la estación, y comenzamos a generar ese caos no controlado del que hablábamos antes al iniciarnos en el mundo de la agricultura para comenzar a pagar la hipoteca.

Generar este desorden se debió a que nos pudo el ansia por recaudar dinero, pues comenzamos a plantar árboles de melocotones, nuestra fruta local, sin control ni estructura, creando una plantación completamente caótica en las proximidades de nuestra casa. Más tarde nos dimos cuenta de que habíamos creado un monstruo en Leuros, pues el entorno próximo a nuestra morada es más idóneo para elementos decorativos como árboles específicos y plantas. Pero el error ya estaba cometido y no podíamos talar los árboles por dos razones. La primera, que sin hacha a la venta esta acción resulta imposible —la comienzan a vender más tarde—; la segunda, que si exterminamos las semillas plantadas habíamos perdido tiempo y dinero futuro. Así que no quedaba otra que esperar a recoger los frutos y comenzar a talar a posteriori.

Ya con la lección aprendida y con la partida más avanzada —un par de hipotecas pagadas después—, acudimos a la zona este de Leuros para iniciar la plantación con orden y como es debido: árboles frutales en línea que dan sus frutos a la vez. Optimización de tiempo y recursos lo llaman. Poco a poco hemos ido talando los árboles próximos a la casa para dar forma a un jardincito de plantas que también hemos replicado cerca del área de árboles frutales, aunque hemos dejado algunos árboles del arranque para que sigan dando sus frutos. Así, nuestro perfil de agricultor ha pasado del caos al orden en cuestión de días. Y es que no es descabellado pensar que en Animal Crossing: New Leaf queda reflejada la personalidad del jugador: este redactor suele ser bastante ordenado en sus quehaceres diarios.

Dejando al margen la organización del pueblo, que vamos redefiniendo con elementos como la construcción de diferentes puentes con posiciones que seleccionamos nosotros mismos, nuestro pueblo se diferencia poco a poco del resto a medida que interactuamos con los vecinos. Cada uno tiene su propia personalidad y actitud tanto con nosotros como con los invitamos que traigamos a la villa. En nuestro caso, hemos evitado un par de mudanzas prestado atención a las necesidades personalizadas —te realizarán peticiones como conseguir objetos—, charlando y saludando, y visitando sus casas periódicamente. Los perfiles de los vecinos son muy marcados. Tenemos desde el deportista que está la mayor parte del día fuera de casa (Orestes) hasta el gruñón que no está satisfecho con la lluvia en el pueblo (Brinco).

Pero dejando al margen la modificación del pueblo y la presencia de los vecinos, además de la posibilidad de diseñar elementos como la bandera y el himno oficial, el mayor grado de personalización lo vamos a encontrar siempre en nuestra propia casa, con cuyas ampliaciones irá ganando espacio para colocar más objetos. Aquí también notamos el caos inicial visto con la plantación porque de inicio comenzamos a comprar objetos y a acumularlos en una casa sin espacio, cual síndrome de diógenes —los pantallazos lo dicen todo— ante la falta de espacio en la morada. Por suerte, con las dos primeras ampliaciones se va subsanando el problema, aunque no vamos a comenzar a disfrutar de la casa de verdad hasta que no contamos con varias plantas para definir estilos variados y crear diferentes entornos (habitación, sala de recreo, palacio friki con objetos de Nintendo, etc.).

La zona comercial del pueblo, al norte, también resulta fundamental para personalizar la experiencia de juego. Y es que a medida que vamos avanzando en la partida —pagando hipoteca, trayendo amigos, etc.— conseguimos que se amplíen elementos como la tienda, que venderá nuevos objetos, que se abran nuevos establecimientos como la sala de fiestas, donde tocará Totakeke sus decenas de canciones como guitarrista y como deejay. La expansión de la zona comercial se acelera si amigos conectados a nuestro pueblo se van dejando bayas comprando objetos. Por otra parte, existen eventos aleatorios que van sucediendo en nuestro pueblo como vecinos de otras villas amigas que se mudan, visitas como la pitonisa, el pirata perdido en la playa, los canales de comercialización “extraoficiales”, etc.

De la exploración de otros pueblos de compañeros de la prensa extraemos una conclusión: hemos querido ser tan ordenadores que a veces nos hemos pasado de listos y nos hemos perjudicado en aspectos como la recaudación de dinero, que va más acelerada si plantamos frutales sin más, al menos de inicio. También es fundamental saber que visitando pueblos de colegas podemos descubrir nuevos objetos con los que personalizar nuestro pueblo y hasta encargarlos. Estos encargos también se pueden realizar directamente desde la zona donde quedan expuestas las casas de amigos que hemos visitado previamente y de la que os hablamos en nuestro anterior artículo. No se nos puede olvidar que la isla también se puede personalizar plantando flores, plátanos, mangos y cocos.

Animal Crossing: New Leaf

  • 3DS
  • Simulación

Animal Crossing: New Leaf es una versión para Nintendo 3DS de la popular franquicia de Nintendo. Nuevo motor gráfico, muchas más opciones de diseño y personalización y mejor comunicación entre jugadores y sus ciudades.

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