Wii Party, Impresiones
Nintendo te invita a ti y a todos tus amigos a la última fiesta que se celebra en la casa de Wii': más de 70 minijuegos que se funden en divertidas competiciones a cuatro jugadores en las que sólo puede ganar uno. El espíritu de Mario Party se traslada a los hogares japoneses gracias a la última itinerancia familiar de la compañía afincada en Kyoto. Pese al poco espejo publicitario que ha recibido hasta el mundo, la versión japonesa ofrece una fórmula de éxito infalible que busca divertir a niños, padres y abuelos. Wii Party es otra muestra de que a veces, lo sencillo, es más efectivo que complicarse innecesariamente la cabeza.
Nadie hizo caso a Wii Party cuando se anunció. Diríamos que ni los propios medios especializados, tan amigos de criticar cuando la situación se presta a ello, se molestaron en cubrir la noticia que llegaba a los correos de medio mundo. No tratamos de criticar la peculiar forma de entender el mundo de la industria de videojuegos en general, sino de que el lector se forme una idea sobre el grado de cansancio de la industria con respecto a los títulos que no se amparan en una gran superproducción. Quizás fuese esto o la percepción de que todo lo que lleve el sello de Wii ' está poco menos que condenado a ser pasta de la masa de jugadores menos experimentados que buscan pasar un rato divertido frente a la consola sin más pretensiones que esta. De ser así, ¿cuál sería el problema? ¿No merece este estilo la misma atención que otros productos de mayor envergadura?
Estas cuestiones son fruto de las reflexiones de Reggie Fils-Aime, máximo responsable de Nintendo en el territorio Norteamericano, cuando se encargaba de promocionar Wii Party de cara a la masa de jugadores que se autoproclaman hardcore, sirva esta expresión para indicar cierta afinidad de gustos hacia productos de corto maduro, violento o que requieran una inmersión específica por parte del usuario. Estaba Fils-Aime convencido de que ciertos productos han causado un daño a la imagen de Wii que para muchos puede ser irreparable, pero que ha mejorado considerablemente tras el regreso de una buena cantidad de licencias del pasado por las que ahora suspiran los jugadores que otrora llevaban el grito al cielo con aquello de que Nintendo ha muerto'.
Es casi imposible pensar en Wii Party sin parar unos segundos a pensar en la parte social que implica un lanzamiento de esta índole en tierras japonesas, donde la fórmula sigue arrasando de forma incontestable (exactamente igual que en el resto de territorios), aunque no es menester centrar la atención en esta cuestión. Habrá tiempo de hacerlo en el futuro, por lo que de momento interesa entender qué clase de producto ofrece esta última apuesta de Nintendo que veía la luz en el país del sol naciente hace pocos días. Aprovechamos la ocasión para importarlo directamente desde su país de origen para probar su divertido contenido, en el que prima el juego entre varios jugadores, bebiendo de la fórmula que parece haber abandonado Mario Party, y de la que se aprovecha este título simplificando el estilo de juego.
Poco más de puede explicar de este estilo de juego, que decimos es el principal, pero ni mucho menos el único. En principio, la idea del juego es facilitar diversos juegos en función de la cantidad de jugadores que nos acompañen. Es posible competir en un total de 10 rondas, donde debemos coordinar la agilidad con la estrategia (no sólo ganando minijuegos sino cumpliendo determinados requisitos a la hora de colocar a los Miis y demás), o bien tratar de superar los retos en el menor tiempo posible, obteniendo la mayor puntuación que esté en nuestra mano para quedar los primeros en el ranking de puntuaciones. Cada fórmula se interpreta como un estilo de juego completamente distinta, ya sea en sencillos divertimentos de varios segundos o en pruebas más complejas que requieren tanta habilidad como concentración.
Cada jugador decide qué estilo de juego le interesa o conviene más, pero lo que no se puede cambiar es la ristra de minijuegos a la que tenemos acceso nada más comenzar a jugar. De los 70, muchos de ellos son ocultos, requieren realizar una serie de ejercicios antes de comenzar a disfrutar de ellos sin más dilación. No obstante, de las posibles configuraciones de juego que se ofrecen por defecto (el juego en solitario ocupa un lugar muy secundario, lo que pone de relieve una vez más la idea multijugador que ofrece este título), la mayoría se centrar en competiciones rápidas, de una duración que pocas veces supera los 10 minutos de duración. Entre ellas podemos encontrar toda clase de minijuegos de corte clásico (aplastar topos con un gran martillo), otras más locas' (cada jugador convertido en una especie de bola de billar), e incluso algunas realmente innovadoras (carreras de velocidad por el espacio).
Habrá quien piense que este sistema está, cuando menos, poco actualizado o un tanto desfasado, pero en la práctica cada minijuego ofrece realmente un estilo de juego distinto que se disfruta en función de la forma peculiar en la que cada usuario afronte el reto. De ahí que este título y los Wii Sports sean radicalmente opuestos, al menos a la hora de llamar al jugador a divertirse antes que a someterse a una prueba de agilidad, física o de cualquier otra índole. El cómputo global de minijuegos es tan grande como variado, por lo que básicamente hay un poco de todo, tanto en lo referente a los escenarios (el plano gráfico amplia la vistosidad, aunque sin variar en demasía respecto a sus hermanos mayores) como en el uso que se le otorga al wiimote.
A efectos prácticos, el juego hace un recorrido excelso dentro de cada estilo de manejo que se haya conocido en relación al mando de la consola. La gran mayoría de los minijuegos prescinden del wiimote (la búsqueda de la sencillez para que todo el mundo pueda controlar el juego sin problemas). Ya sea colocando el mando de forma horizontal, vertical, apuntando o moviéndolo de lado a lado para orientar al jugador, la optimización es realmente asombrosa. Sigue existiendo ese pequeño elemento molesto que dificulta enormemente la detección de nuestros gestos cuando la emoción hace que el jugador no apunte directamente a la barra de sensores, pero por regla general, tanto por la variedad como por la ejecución, Wii Party logra ofrecer un refinamiento considerable en lo que a controles se refiere.
Es una lástima que hasta la fecha no se hayan añadido más datos sobre el juego online (ni rastro de él en la versión japonesa), un elemento que se lleva pidiendo a gritos desde los primeros juegos y que empieza a molestar a la comunidad de aficionados. En cualquier caso, es de entender que esto se debe a las propiedades de la consola y al estilo de juego que se ha venido proponiendo hasta la fecha. Algunos rumores apuntan a que en el futuro es posible que se centre un título exclusivamente en esta faceta, pero por el momento no existe confirmación alguna al respecto.
Quienes tuviesen dudas al respecto las pueden borrar de un plumazo. Wii Party no sigue los pasos de Wii Sports Resorts -la que parecía ser preocupación fundamental de una gran parte de la comunidad de usuarios- en cuanto se refiere a las ganas de probar un nuevo sistema de control o cualquier otro elemento parecido. El sentido de este título es llevar a casa un estilo de juego que nadie había copado en esta consola, siguiendo los pasos del ejemplo de Mario Party, aportando 12 estilos de juego con un sinfín de minijuegos que sirven para dar y tomar la ración necesaria de entretenimiento una tarde cualquier, antes de salir de fiesta o en casa, tratando de pasar un rato de paz y sosiego. Sobre el lanzamiento Europeo no hay nada confirmado, aunque sería de esperar que el juego estuviese en el mercado antes de que finalizase este año.
- Acción