Los diez años de Wild Arms, desde su primer lanzamiento en PlayStation, se conmemoran con esta quinta iteración, que en su versión americana viene acompañado de un paquete de lujo. Desgraciadamente, en nuestro país nos tenemos que conformar con la versión simple, acompañada únicamente por un pequeño libro de arte del juego. Esta quinta entrega vuelve a retomar las ideas de sus antecesores, potenciándolas en ciertos aspectos, entre los que se incluye una mayor libertad de posibilidades de movimiento para los personajes. Con las nuevas acciones, salto y deslizamiento, se abren nuevas vías en la resolución de los puzzles que son tónica habitual en la saga, y que también aparecen en esta quinta iteración.
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La trama nos pone en la piel de Dean Stark, un jóven fascinado por las antiguas criaturas llamadas golems. Junto a su compañera Rebecca, Dean contempla atónito como un enorme brazo cae del cielo en su ciudad natal. El brazo, que resulta ser de un golem gigante, porta en su interior una sorpresa mayúscula, ya que la mano deja al descubierto a una joven, que parece sufrir amnesia. La chica, llamada Avril, porta consigo dos antiguas armas, de procedencia desconocida. Los tres deciden entonces embarcarse en una búsqueda para recuperar la memoria de Avril, que insiste una y otra vez en el nombre de Johnny Appleseed. Así comienza la historia de nuestros personajes, a los que posteriormente se unirán otros hasta configurar un grupo máximo de seis.
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Apartado técnico
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Si bien la consola está en la recta final en cuanto a aprovechamiento de su potencial (que no es poco si vemos los títulos programados para ella), Wild Arms V muestra un aspecto más propio del catálogo inicial que del final de PlayStation 2. Sin que esto llegue a importar demasiado en la aventura, gráficamente tan solo destaca el colorista mundo de Filgaia. Los personajes, con un estilo claramente influenciado por la animación japonesa, están bien animados y resultan sólidos en los primeros planos, incluyendo su divertida animación facial. Pero ahí acaba todo, esta quinta parte no destaca en nada más, ya que el resto de aspectos son bastante simples e incluso calificables como desfasados. Con todo, y como ya hemos dicho, no es un punto realmente crítico para disfrutar del juego.
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La banda sonora, que por primera vez en la serie no está compuesta por Michiko Naruke, mantiene la linea de sus antecesores, mezlando diversos géneros, instrumentos y estilos. Predominan los temas tranquilos, aunque no faltan las potentes melodías para los momentos de combate. En conjunto, resulta una banda sonora muy completa y de las que los aficionados a este tipo de recopilaciones podrían adquirir con confianza. Los efectos de sonido, por otro lado, no destacan por encima del conjunto sonoro, limitándose a cumplir su tarea. Por ultimo, el doblaje al inglés es correcto, aunque quizá peca de infantil en un título donde los diálogos son bastante más maduros de lo que el aspecto de sus personajes indica. Con todo, nos quedamos con las ganas de ver localizado el título, que sí ha llegado traducido a Francia o Italia, sin ir más lejos.
Jugabilidad
El estilo de esta quinta entrega se mantiene bastante rígido en los cánones de la serie, ofreciendo una experiencia RPG bastante clásica, excepto en el sistema de combate, donde se utiliza el HEX, insignia de la saga. Así, volvemos a encontrar un título en tercera persona, que nos ofrece la posibilidad de explorar el mundo de Filgaia, incluidas zonas tanto exteriores como interiores. Para la ocasión, y como decíamos arriba, se ha incluido la posibilidad de saltar y efectuar un rápido deslizamiento. Sin ser añadidos extremadamente novedosos, si que posibilitan el desarrollo de los escenarios en nuevas dimensiones, como así se hace al incluir pequeñas secciones de plataformas. Adicionalmente a la historia principal, podemos realizar otros encargos secundarios que nos reportarán beneficios en cuestión de ítems y equipamiento. Con todo, la vida útil del juego ronda las veinte horas, trascurridas las cuales la probabilidad de volver a jugarlo es bastante baja.
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Esta edición aporta un capítulo extra al juego, siendo esto lo más destacable de la conversión que nos llega a nuestro país. Por otro lado, el desarrollo del título es bastante predecible, y el nivel de dificultad no demasiado alto. A esto contribuye el nuevo sistema de pistas, que nos da indicaciones de cual podría ser el próximo objetivo a cumplir. Además, después de cada combate los personajes recuperan toda su salud, por lo que se pierde en parte la esencia de tener que dosificar el uso de objetos para el transcurso de un pasaje de la aventura. Más allá, existen ciertos objetos que, si se consiguen en cada zona, permiten eliminar todos los encuentros aleatorios de dicha área. Una decisión que queda en manos del jugador, pero que ayuda a conformar la idea de que el nivel de dificultad es bastante más bajo que en sus antecesores. El combate, como decíamos, mantiene el sistema de hexágonos en el que los personajes pueden moverse para atacar a los enemigos. Los enfrentamientos, por turnos, son la base de la aventura, que gracias a una interesante trama resulta bastante divertida de principio a fin.