Más que una expansión

Capcom nunca ha tenido mayor reparo en explotar hasta la saciedad sus sagas por antonomasia. El caso de Megaman es uno de los más sangrantes de la industria; en los últimos años la empresa nipona ha sacado a la luz numerosas continuaciones para el hombre de hierro, entre las que destacan precisamente las dos de NDS, StarForce inspirado hacia el rol y ZX, la vertiente más arcade y típica de la serie. Esta se convirtió a su salida en uno de los juegos más vendidos de la portátil gracias a su fórmula retro que sin incluir apenas cambios con respecto a los títulos originales, en parte gracias a su extrema similitud con Megaman X. Tanto es así que el resultado de la suma entre Megaman Z y X -ambos spin-off con sede en Nintendo- es el causante de este binomio que hoy analizamos.

Antes de ponernos con ello conviene repasar brevemente la historia de esta supuesta ‘expansión' de Megaman ZX anunciada durante el pasado E3 y que viese la luz también en el periodo estival en Japón, sin atraer muchas miradas pero asentándose con facilidad entre los más vendidos de la consola. No es sorpresa para nadie que Rockman, tal y como es conocido en el País del Sol naciente, logre conquistar el corazón de la prensa y de los aficionados, pero no cabe duda de que esto también es prueba de que Capcom hizo un buen trabajo de cara a mejorar todos los errores de un cartucho que estaba llamado a convertirse en el Megaman definitivo.

Por supuesto también hay que tener muy en cuenta que después de todo estamos hablando de dos cartuchos -original y secuela- que aparecen en España con mucho retraso con respecto a la salida oficial en Japón, más de un año en el caso de ZX y poco menos de 12 meses en el caso del que hoy nos ocupa, lo cual afecta claramente a la calidad gráfica del juego. Este punto se comentó también en su día durante el análisis correspondiente y es un factor que también tendremos en cuenta en esta ocasión.

El mundo del futuro

ZX Advent narra la historia de dos personajes distintos que por motivos dispares han descubierto un Biometal, como recordaréis la base sobre la que se sustentan estos dos últimos Megaman, por lo que será menester elegir a uno de los dos en pos de comenzar la historia. Al contrario que en la aventura original, en Advent los dos personajes principales gozan de ciertas diferencias entre sí, poco acentuadas pero de cierta relevancia a lo largo de la aventura. Mientras que Grey es rápido y habilidoso, Ashe centra sus ataques en la fuerza física relegando la velocidad a un segundo plano.

Resulta cómico pensar que con estas dos simples historias Capcom pretende hacer creer al aficionado que realmente estamos ante una historia concebida desde cero para la ocasión. ‘Concebida desde cero' no es lo que se nos viene a la cabeza cuando jugamos a un cartucho que es prácticamente idéntico en estructura a su antecesor y cuya historia se resume en el hallazgo de dos piezas arqueológicas que nos permitirán luchar contra el mal y salvar el mundo. Un argumento infantil y carente de alicientes para poder disfrutar de él que sin embargo da la sensación de que simplemente cede el protagonismo al sistema de combates.

Apartados técnicos

En cualquier caso en ZX Advent, amén del sistema de juego que comentaremos a posteriori, también prima el aspecto técnico, o al menos el gráfico, otra de las características que siempre ha cuidado muy bien Capcom y que en ZX ya demostró dominar a la perfección. Ya comentamos anteriormente el ligero desfase temporal que ha habido entre la aparición de un cartucho y otro, un problema del que en cierto modo se desentiende ZX Advent al cambiar gran parte de los decorados donde transcurre la acción. El juego recuerda horrores a su antecesor en lo que respecta a la ambientación, al propósito de la historia y demás, pero no en lo que atañe a escenarios y otras localizaciones. 

Laboratorios, túneles subterráneos, oficinas, edificios en llamas, destruidos…, si ZX Advent también recuerda al sistema clásico de la saga Metroid -scroll horizontal, acción en tiempo real, grandes escenarios…- pero se desentiende del título de Nintendo en todo lo que respecta a la ambientación. De nuevo son los parajes desoladores y post-apocalípticos los que más presencia tienen durante la aventura, sin olvidar a los personajes secundarios cuyo papel es casi irrisorio y muy en la onda de un juego que lo único que pretende es, básicamente, ofrecer acción a raudales.

Si gráficamente el juego se mantiene a un nivel aceptable -o casi notable-, el sonido es harina de otro costal. Poco se puede decir sobre la música o las melodías que hacen acto de presencia durante el juego, de corte electrónico con la clásica mezcla entre el ‘beat' y las potentes guitarras eléctricas que como de costumbre son las más llamativas del apartado. Por desgracia el doblaje al inglés es una lacra más que un beneficio, con voces estereotipadas y lejos de cualquier signo de emotividad. No es tanto un problema del juego como un elemento extra que no hacía falta y que en este caso, para colmo, no beneficia en nada al cartucho.

Jugabilidad

De cualquier modo es la jugabilidad del juego lo que a priori presenta novedades sustanciales con respecto a ZX, no sólo por el ‘nuevo' argumento ya mentado sino también por las novedades que nos ofrecen en esta ocasión los BioMetales, indistintamente de a qué protagonista escojamos.

Nuestros nuevos héroes cuentan con la posibilidad de clonar o adquirir las habilidades especiales de sus enemigos al derrotarlos: hablamos claro está de los enemigos más fuertes e imponentes de la aventura, esos que alargan la vida del cartucho. Nunca un Megaman nos había permitido transformarnos directamente en un monstruo para hacer uso de sus habilidades, siempre se había puesto en práctica un sistema remotamente similar pero no haciendo uso de la transformación al uso.

Este aspecto mejora enormemente el aspecto gráfico del juego entre otras cosas gracias al variado diseño de monstruos que hallaremos por donde transcurra la acción. El sistema del juego nos incita a probar nuevas habilidades, conseguirlas todas, e incluso a pasear allá por donde queramos para abrir el juego a una falsa apariencia de libertad absoluta que nos ofrece la posibilidad de realizar las misiones a nuestro antojo y en el momento deseado. Capcom no ha conseguido dar forma al tan anhelado sistema de juego sin tener que pasar primero por obligarnos a realizar ciertas misiones y por llevar al juego hacia una linealidad -típica en todos los Megaman- que se equivocan al tratar de suprimir. Megaman nunca ha sido una saga conocida por sus innumerables posibilidades al estilo GTA, sino más bien por ser endiabladamente divertido aún a costa de no dar al jugador mucho margen a que piense hacia donde ir o por qué camino continuar.

Aparte de estas nuevas habilidades contamos con nuevas funciones destinadas para el stylus, aún muy de cara a la galería y sin funcionalidad real dentro del juego, y con la inclusión de un pequeño mapa que facilita algo más la exploración por los diferentes escenarios de los que se compone la aventura. Dos modos de dificultad que se amplían una vez terminado el juego, algunas sorpresas -como disfrutar del Megaman azul celeste original- y poco más.