A la segunda va la vencida

La simpática mascota de Hudson llega al fin a las PSP occidentales tras un debut como juego de puzzle que no llegó a traspasar las fronteras japonesas. En esta ocasión regresa el Bomberman más clásico, adictivo y desafiante. Enciende la mecha y disponte a ser sacudido por toda una explosión de jugabilidad… 

'Bomberman Since 1985', así reza en la carátula de esta nueva revisión de una de las sagas más prolíficas del mundo de los videojuegos. Curiosamente, el origen de la serie data incluso de un par de años antes, con un juego titulado Bomberman que ya poseía la mecánica clásica de esta histórica saga y que llegó a ver la luz en los ordenadores MSX y Spectrum. El juego incluso llegó a ser distribuido en occidente con el nombre de Eric and the Floaters. Tras este prólogo vio la luz una entrega para la histórica NES en la que el look del protagonista ya se asemejaba al actual.

Orígenes aparte, el caso es que el número de entregas de esta pródiga saga superan el medio centenar a día de hoy. Han visto la luz en todas las plataformas habidas y por haber (desde MSX y NES, históricos sistemas cuna de tantas legendarias sagas japonesas a lo largo de la década de los 80, hasta las consolas actuales, pasando por teléfonos móviles e incluso la malograda Virtual Boy), al tiempo que tocaban los más variados géneros (puzzles, carreras de karts, deportivos e incluso RPG estratégico). Un currículum tan amplio da para muchos éxitos, pero también para sonados fracasos; el más reciente ha sido sin duda el desastroso Bomberman Act Zero de Xbox 360.

El modo de juego principal posee un total de cien fases repartidas a lo largo de diez mundos distintos. Pero la cosa no termina ahí, ya que tras terminar este modo historia se nos ofrecerá la posibilidad de jugar al modo clásico, con cincuenta niveles extra a superar. E incluso tras esto nos quedará el plato fuerte de todo Bomberman que se precie: el modo multijugador, el cual se convierte en un divertido desafío al que regresaremos una y otra vez incluso cuando no tengamos amigos con los que compartirlo.

Centrándonos en el modo principal, quizá debamos comenzar explicando la mecánica de juego. Si eres un neófito en esto de los videojuegos, o has estado criogenizado durante las dos últimas décadas cual Teniente Ripley entre película y película de Alien, sin duda las siguientes líneas serán de tu interés. De todas maneras, aunque seas un curtido veterano en la saga también te conviene seguir leyendo, ya que a pesar de que este Bomberman para PSP hunde sus raíces en la mecánica clásica de la serie, no se encuentra exento de novedades.

Tras seleccionar el mundo donde deseamos jugar, lo primero que tendremos ante nosotros será un menú donde se nos permitirá guardar la partida (algo que podremos hacer en la antesala de cada uno de los cien niveles, lo cual es muy de agradecer en una portátil), comenzar la fase, cambiar de mundo (tendremos la posibilidad de volver a jugar en planetas previamente superados) o dotar a nuestro personaje con ítems que aumentarán nuestras posibilidades de superar el nivel en curso. Aquí reside una de las principales diferencias de este Bomberman de PSP respecto a las entregas clásicas de la saga, ya que al hacernos con un ítem éste se almacenará en un pequeño menú visible en el extremo izquierdo de la pantalla panorámica de la consola de Sony (menú que podremos hacer aparecer y desaparecer en todo momento pulsando de manera simultanea los botones L y R), para que así podamos seleccionarlo cuando nos plazca. Gracias a ello tendremos la posibilidad de acumular determinadas mejoras para usarlas en todo momento ya que, además de en la antesala de los niveles, podremos activar los ítems en tiempo real bien durante el juego o bien tras detener la acción con el botón Start. Esto último es lo más aconsejable tanto para no perder tiempo como para no poner en peligro nuestra integridad física.

Ya dentro de los niveles, la mecánica de juego es tan sencilla como sólo un título perteneciente a una saga con más de dos décadas de historia a sus espaldas puede llegar a serlo. En los grandes clásicos del videojuego, sencillez equivale a jugabilidad y diversión, y esa ha sido la razón principal por la que la saga Bomberman ha llegado hasta nuestros días gozando de una salud envidiable.

Así mismo, los laberintos se encuentran salpicados por los denominados bloques blandos, pequeñas barreras que pueden ser destruidas con nuestras bombas. Pulverizar los bloques blandos de cada fase no sólo es recomendable para abrirnos paso hasta los enemigos, ya que en su interior se esconden los preciados ítems que podemos ir acumulando, así como el teletransportador que nos permitirá abandonar el nivel una vez hayamos eliminado a todos los adversarios que pululan por la pantalla.

Los enemigos que se cruzarán en nuestro camino poseen características de lo más diversas que dificultarán en buena medida su eliminación. Los hay que aguantan varios impactos de bombas, que atraviesan los bloques blandos, que aparecen y desaparecen del escenario, que levitan para esquivar las ondas expansivas de nuestros explosivos, que se entierran en el suelo, que destruyen los bloques blandos en sus ataques (y los ítems que contienen si no nos damos prisa en eliminarlos)… En definitiva, la variedad en este aspecto está más que garantizada. Así mismo, los escenarios de cada mundo poseen características propias que también dificultan nuestro avance: cintas transportadoras, arenas movedizas que nos trasladan de un lugar a otro del escenario de manera aleatoria, zonas de hielo en las que patinaremos de manera descontrolada, túneles en cuyo interior no sabremos lo que nos espera… El último escollo a superar será el tiempo límite, bastante ajustado en determinados mundos como el desértico, aunque por fortuna existirá un ítem para aumentarlo en caso de que se nos quede corto.

El desarrollo de la partida durante el modo historia cambiará en dos ocasiones: al llegar a la mitad de cada mundo, donde accederemos a una fase de bonus en la que tras eliminar a todos los enemigos de la pantalla podremos proveernos de preciados ítems; y en la última etapa del planeta en el que nos encontramos, momento en el que nos enfrentaremos al clásico jefe final que tratará de impedir nuestro avance.  

Jugabilidad y Apartado técnico

Uno de los mayores aciertos del título en su modo monojugador es la generación aleatoria tanto de enemigos como de bloques blandos en cada escenario. Por lo tanto, dado que al perder una vida debemos comenzar la fase desde el principio, nos encontraremos con que la ubicación de los adversarios y las barreras es diferente a la vez anterior. La dificultad se verá entonces modificada, ya que puede que los enemigos pasen a estar situados en sitios cerrados donde será difícil hacerles morder el polvo sin que la onda expansiva de nuestras bombas nos alcance a nosotros también; o puede que los bloques blandos se ubiquen en lugares alejados de nuestro punto de partida, lo que será problemático sobre todo si andamos escasos de ítems y necesitamos proveernos de nuevas mejoras lo antes posible. 

Respecto al apartado técnico, el juego se nos muestra mediante un engine tridimensional que, como el resto del título, hunde sus raíces estéticas en anteriores entregas clásicas de la serie. Es un motor simple, pero de lo más sólido, suave y colorista. Un título como Bomberman no necesita nada más. La acción trascurre con absoluta claridad, demostrando en todo momento que la pantalla panorámica de la portátil de Sony le viene como anillo al dedo al planteamiento del juego. El único error gráfico que notaremos serán puntuales ralentizaciones, aparecidas de vez en cuando sobre todo durante el modo multijugador.

Hudson ha decidido dejar únicamente la funesta cruceta digital de PSP como medio de controlar a nuestro personaje, sin darnos la posibilidad de cambiar al stick analógico. Incluso en un juego de control tan sencillo como este (sólo nos desplazaremos a izquierda, derecha, arriba y abajo, no hay diagonales) resulta de lo más engorroso mover al personaje con la que es sin duda la peor cruceta digital que jamás haya sido implementada en consola o controlador alguno.  

En cuanto al apartado musical, nos encontramos con que cada mundo posee una única melodía; así que estaremos obligados a escuchar la misma composición una y otra vez a lo largo de diez niveles, con lo que nos acabaremos cansando inevitablemente de ella al poco tiempo. Además, si la melodía que posee un determinado mundo resulta ser de baja calidad, pasará de cansarnos a convertirse en toda una molestia, obligándonos a bajar el volumen de la consola portátil para así dar un respiro a nuestros oídos. En el modo multijugador la cosa cambia, ya que las melodías se generan de manera aleatoria en cada confrontación. Y, ya que mencionamos el modo multijugador…

Reservoir Bombs

Como ya hemos mencionado, hasta cuatro jugadores podrán participar en esta modalidad; incluso con un solo UMD mediante la opción Compartir Juego, aunque con esto se mermaran las opciones con las que contaremos para modificar cada partida.