Aventuras en miniatura

El catálogo de GBA no anima a hacernos ilusiones con un port de película. No en vano, son muchos los ejemplos que nos han llegado a la portátil de Nintendo en los que se intenta explotar el filón de un film sin ofrecer ningún aspecto decente o entretenido a nivel jugable. Bien es cierto que hay algunos ejemplos como 'Una serie de catastróficas desdichas' o algunas aventuras de 'Shrek' que pese a no ser notables consiguen mantenerse en un buen nivel.

Otros, como en el caso de Cars, venden cientos de miles de copias por el mero hecho de estar basados en una adaptación de película pese a su escasa calidad y a sus múltiples defectos. Con esto queremos dar a entender que pese a que el juego que tenemos hoy entre manos sea uno de esos pocos ejemplos 'buenos' en GBA, esto no influirá en sus ventas de cara al público.

Una vez explicado este inciso, lo cierto es que 'Arthur' es simple y llanamente un título aceptable, con algunos defectos en su jugabilidad y con un apartado técnico que en general ralla un buen nivel aunque sin apartarse de algunos típicos clichés del género, como las imágenes de película estáticas para narrar el argumento o algunas fases de relleno cuyo fin es alargar innecesariamente el título.

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Tras encontrarlo bajo tierra, Arthur se convierte en uno de los habitantes del mundo mágico en el que ha caído, un Minimoy que no supera los dos centímetros de tamaño. Una vez en él, descubrirá que el lugar donde ellos habitan corre un grave peligro, por lo que acompañado por la intrépida Selenia y por Betameche se embarcarán en una aventura llena de trampas, saltos, aventuras y muchos enemigos, bautizados 'Secuaces' para la ocasión.

La historia, como veréis llena de referencias hacia distintas series y diversas cintas míticas, ofrece múltiples posibilidades para llevar acabo todo tipo de situaciones como pasaremos a explicar a continuación. Por supuesto, no hace falta mencionar que nuestro objetivo se centra en tratar de salvar el mundo Minimoy ante el acoso de los Secuaces y, de paso, quedarnos con el amor de la joven Selenia.

Los dos personajes se mueven de forma pesada y lenta, el control no es el mejor que hemos visto en GBA, algunas veces tendremos que repetir una fase por culpa de un salto 'al límite', muy complicados de realizar dado el pésimo control. Los personajes en modo cooperativo no corren, algo que se hace muy molesto a la larga.

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Cuando dejemos atrás a Betameche o a Selenia, Arthur tendrá que hacer frente a los 'Secuaces', enemigos fáciles de batir pese a que el control nuevamente no ayuda en absoluto. Estas fases en solitario se limitan a conseguir letras del alfabeto a través de múltiples saltos mediante plataformas. Como hemos visto en el resto de apartados, los saltos son difíciles de medir y muchas veces nos veremos obligados a repetir el salto una y otra vez para poder avanzar. 

También tendremos que hacer frente a misiones secundarias que podremos disfrutar más tarde por separado como minijuegos. No son muy divertidas, pero entre misión y misión son un soplo de aire fresco para escapar de la monotonía a la que nos vemos sometidos. Por suerte el orden de las misiones no es totalmente estricto, en ocasiones podremos elegir qué fase queremos realizar antes según nos atraiga más o menos su nombre.

Los mundos son algo repetitivos, los enemigos no gozan de demasiada variedad y los escenarios por regla general presentan siempre un aspecto muy similar incluso si los comparamos entre los tres mundos distintos que encontraremos. Hay poca variedad de enemigos; muchas fases, como también mencionamos en su momento, parecen más de relleno por su escasa calidad y nula importancia argumental. Los menús dan la pega, bonitos, de manejo fácil.

Como de costumbre el apartado sonoro es muy discreto, con melodías muy repetitivas aunque menos desagradables que en otros juegos. A estas alturas no alcanzamos a entender la verdadera razón por la que tantos juegos de GBA no han conseguido explotar el potencial sonoro de la consola. Diseñar un plataformas con scroll lateral no es razón por la que descuidar el aspecto musical, tanto en lo referente a melodías como a efectos especiales. Siempre tenemos el ejemplo de Metroid Zero Mission.

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