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Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King, Impresiones

Tras años de privación, parece que a la octava va la vencida: Dragon Quest llegará a España. Los amantes del RPG van a poder disfrutar de una de las sagas con más tradición, prestigio y encanto que jamás se hayan creado, legendario rival de Final Fantasy, ahora hermano adoptivo. Tras probar la versión americana, te adelantamos lo que vas a poder encontrarte a mediados del próximo 2006.

Tras años de privación, parece que a la octava va la vencida: Dragon Quest llegará a España. Los amantes del RPG van a poder disfrutar de una de las sagas con más tradición, prestigio y encanto que jamás se hayan creado, legendario rival de Final Fantasy, ahora hermano adoptivo. Tras probar la versión americana, te adelantamos lo que vas a poder encontrarte a mediados del próximo 2006.

Observa Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King en movimiento en este vídeo.

Jugar a un Dragon Quest supone dejarse llevar rápidamente por las emociones, incluso mucho antes de meter el DVD en nuestra PS2. También se plantean muchos interrogantes. ¿Será tan bueno como cuentan? ¿Estará justificada su fama? ¿Qué hace tan especial a un Dragon Quest para los japoneses, que lo prefieren a los Final Fantasy? Son muchas las incógnitas que hay que resolver, y poca la paciencia. ¡Hay que jugarlo ya mismo!

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Pero la precipitación se ha cobrado su merecido: Dragon Quest VIII no se inicia si no hay una Memory Card insertada. La osadía de pasarse el juego sin apagar la consola no podrá ser acometida (lo tomamos como una medida anti-hikikomori, aquellos jóvenes japoneses que se encierran en su cuarto para pasarse el día dándole a la consola y al ordenador). Tarjeta de memoria a la ranura pues, y que dé comienzo la aventura.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Simplicidad
Una breve secuencia de introducción sirve para comenzar a desenrollar el débil hilo de la historia al que más adelante darán consistencia unos cuantos acontecimientos más. No os esperéis una trama enrevesada y complicada, una de esas tan frecuentes en un juego de rol japonés: todo se reduce a la búsqueda del malvado Dhoulmagus, un mago que siembra el caos allá por donde pasa y que es el único responsable de la caída de cierto castillo.

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Sus moradores han sido abatidos y el rey y la princesa hechizados por un maleficio que tratarán de romper con la ayuda del único superviviente de la catástrofe, que eres tú. ¿Simple, verdad? La persecución de Dhoulmagus es el único eje del relato, circunstancia que dará pie, gracias a su carácter sencillo, a evitar las típicas situaciones en las que no entendemos cierto fragmento de la historia.

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El rey Trode, convertido en una especie de rana que corre como Arale, el androide de Dr. Slump, es incapaz de luchar dado su reducido tamaño y poca pericia para el combate, mientras que la princesa es un caballo que va tirando de la diligencia que conduce su padre. De este modo, el rey sólo cuenta con nosotros y con Yangus, un ratero arrepentido que nos encontramos por el camino, para dejar el sendero libre de alimañas.

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De todas formas, no hay por qué preocuparse de esta inicial escasez de aliados: antes de alcanzar las 8 horas de juego habremos completado nuestro grupo, reforzado con la maga Jessica y un templario, Marcelo. Un momento… ¿sólo 4 personajes? Por increíble que parezca, está será toda la comitiva que nos acompañará en nuestro viaje, oportunidad que nos ayuda a tener una mayor empatía con los personajes y a centrarnos mejor en la historia. Los motivos de por qué se unen a nosotros estos dos últimos héroes tendrán, además, una justificación más razonable que el tan manido 'me apetece ver mundo' o su socorrida alternativa 'sois fuertes y quiero estar con los mejores'.

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Esta simplicidad de la aventura encuentra su máxima expresión en los menús. Fuera inventarios complicados, en Dragon Quest VIII todo es accesible y funcional. Con apenas 4 pestañas ya nos hacemos una idea de los objetos que lleva el personaje (en un recuadro limitado para objetos, armas y accesorios), la magia que es capaz de utilizar, sus atributos, y en último lugar, la miscelánea común al grupo. El número de objetos que cada personaje puede llevar es reducido, pero los que sobren pueden colocarse en una bolsa de la que los recuperaremos cuando sea necesario.

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Estos objetos también serán intercambiables entre los personajes, y es importante decidir con cuáles carga cada uno, pues no se comparten durante la batalla. Debido a esto, quien no tenga una hierba curativa, no podrá utilizar la de otro para recuperar salud. Además, no es conveniente descartar objetos: disponemos de un caldero mágico capaz de fusionar dos ítems para, por medio de la alquimia, crear nuevos elementos que no podrán conseguirse de otra manera durante la aventura. Este caldero, fruto del trabajo de incontables noches del rey Trode, estará a nuestra disposición en ciudades y caminos, pero no en grutas. Además, sus resultados no serán inmediatos.

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Belleza
Hablemos ya de uno de los aspectos que más impresiona del juego, su exquisita realización, plasmada en la soberbia recreación de escenarios y personajes. Un mundo en 3D, diseñado con la técnica del cel-shading en todo su esplendor, da forma a unas localizaciones que destilan una armonía y perfección admirables y que están muy cerca de igualar la sensación de tener delante nuestro un corte de dibujos animados.

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La firma de Akira Toriyama queda muy patente por el colorido y la estética desenfadada de cada una de las piezas integrantes de esta aventura. Su marcado estilo es fácilmente reconocible en la figura del protagonista y de Angelo, primos lejanos del Gran Saiyaman y Trunks, respectivamente. Pero no hay nada que reprochar al talento creativo de este as del manga: tanto enemigos como PNJs resultan extremadamente simpáticos.

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Por ejemplo, resulta impagable la aparición estelar de un calamar gigante con cierto desdoblamiento de personalidad, trastorno psíquico con el que tanto nos familiarizó Gollum en su día. La única pega del diseño de personajes hay que atribuírsela a la repetición de ciertos modelos. Es frecuente la aparición de camareras, taberneros y mercaderes campeando tanto en sus puestos de trabajo como por otras zonas, reciclaje que podría deberse a los elevados emolumentos que se embolsa con cada creación el padre de la inolvidable Dragon Ball.

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Todos los personajes, sin distinción, exhiben una expresividad tan elocuente y se mueven de tal manera que a todas luces nos da la sensación de estar protagonizando nuestro propio anime. Nada de personajes con movimientos robóticos o acartonados: aquí todos se mueven e interactúan contigo de una manera que deja a años luz a juegos de este estilo, como el Tales of Symphonia.

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Los escenarios son enormes, haciendo justicia al mundo al que dan forma. Durante tu viaje atravesarás pueblos y aldeas ligados por caminos que no debes seguir necesariamente. Cualquier zona que veas que se pierde en lontananza es merecedora de que le hagas una visita, ya que de esta manera encontrarás cofres con un contenido muy atractivo. El paisaje que ofrece desde sus alturas cada colina y torre que localices representa la excusa perfecta para ascenderlas y maravillarte con sus alrededores.

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Durante tu largo recorrido, observarás como el sol sale y se pone, dando lugar a los juegos de luz propios de la transición entre el día y la noche. Este cambio de la luz a la oscuridad no sólo servirá como golpe de efecto visual: es también un componente estratégico. Los monstruos se fortalecen durante la noche, y otros nuevos aparecen. No es aconsejable, por tanto, darse un garbeo por el mundo exterior. Además, la información que te proporcionen los PNJs variará notablemente dependiendo del momento del día en que la solicites, por no decir que determinadas acciones serán imposibles de realizar hasta, por ejemplo, la llegada de la aurora.

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Coherencia
Una de las razones por las que sorprende Dragon Quest VIII es por su fidelidad a la realidad (dentro de sus propios límites, claro está). Dragon Quest pertenece al grupo de juegos de rol que hacen alarde de seguir cierta lógica en los eventos que se van sucediendo. Si encuentras un cofre, sólo podrás abrirlo por delante. Si pasas al lado de un personaje, este se girará a mirarte. Si corres acompañado de un niño, tendrás que esperarle al tener mayor zancada que él. Si hablas con alguien y éste sospecha que eres un ladrón, saldrá corriendo. Si pasas cerca de un borde, lo más probable es que caigas y no que te detenga una barrera invisible (aunque no sucede lo mismo cuando es agua lo que tienes debajo).

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Cuando consultes un mapa, verás como lo sacas del bolsillo para ojearlo. Si se hace de noche, las tiendas cierran, por lo que no podrás comprar nada hasta el día siguiente. Las armas con que te equipes podrán verse dispuestas con el resto de tu vestuario. Si el protagonista muere, le sustituye otro miembro del grupo, que será el que aparezca en pantalla. Estos son sólo algunos ejemplos de todas aquellas situaciones que nos encontraremos y que nos ayudarán a sumergirnos mayor aún en un mundo fácilmente reconocible.

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Dificultad
Vivir una experiencia de tamañas proporciones no está al alcance de bisoños en el género. A pesar de que el porcentaje de encuentros con enemigos se ha reducido y que la experiencia y el dinero dejados en combate son, a todas luces, considerablemente mayores que en la versión japonesa, Dragon Quest VIII continúa siendo un juego difícil. Y no sólo porque empiezas la partida con menos esperanza de vida que un mosquito en invierno, sino porque no tendrás dinero ni para pipas.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Como también serás incapaz de curarte en condiciones, las primeras horas de juego, que se antojaban emocionantes, se convertirán en una rutina de matar a un par de bichos y volver a la aldea más cercana para curarte y resucitar a tu compañero. Aprovechamos para hacer un inciso, y es que en Dragon Quest lo habitual, cuando te matan a alguien, es ir a la iglesia, lugar donde salvas la partida (mediante una opción llamada 'confesión'), para pedirle al sacerdote de turno que te resucite o neutralice cualquier mal menor del que estés aquejado.

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Eso sí, todo se hará después de dejar en el cepillo la contribución que ellos estimen necesaria (como en Dungeons & Dragons, aunque la inspiración de que el clero se enriquezca a tu costa ya se sabe de donde procede). ¿Comprendéis ahora por qué al principio andaremos tan cortos del vil metal? Una vez que seas capaz de curarte y que hayas reunido dinero suficiente para comprar armas que infundan algo de respeto a tus rivales, cambiará tu sino en la aventura. Es un buen momento para lucirnos con las opciones que nos ofrece el sistema de batallas.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

El combate comienza siempre con una vista en primera persona de los enemigos que han salido de manera aleatoria a nuestro encuentro. Tendremos un primer menú con cuatro opciones principales, a saber: luchar, escapar, intimidar y tácticas. La última de éstas la puedes utilizar si quieres que tus personajes sigan un patrón predefinido de combate, aunque no es muy aconsejable. La de intimidar es la opción más divertida, ya que sirve para espantar a tu rival haciendo muecas. Cuanto más feo sea el personaje que la ejecute, más posibilidades habrá de éxito.

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Si te ves con posibilidades de ganar, escoge luchar y a continuación verás desplegado el segundo menú, mucho más completo. Con éste tienes la opción de utilizar el ataque simple, la magia o alguna técnica especial, las cuales se consiguen con puntos de habilidad, que a su vez se obtienen tras alcanzar un nivel considerable.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Los puntos de habilidad se reparten entre las diversas armas con las que puedes equiparte durante el viaje (hachas, espadas, mazas, látigos…). Por supuesto, para ejecutar las técnicas especiales de cada una de estas armas deberás tener equipado el objeto de ataque correspondiente. Existen varias técnicas especiales exclusivas no de un arma sino de un personaje, y de ti depende descubrirlas. Se aseguran resultados muy satisfactorios en caso de mejorar el coraje, el trato con la gente o, en el caso de Jessica, el sex-appeal…

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Las magias en el juego se aprenden, en su mayor parte, automáticamente, y en ocasiones más de un personaje será capaz de conjurar el mismo hechizo. Por supuesto, consumen PM, al que echaremos de menos constantemente. Por cierto, al dormir en una posada recuperas la vida pero no los puntos mágicos, factor que dificulta más si cabe no perder los estribos y la paciencia con el juego.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Durante el combate, tienes todo el tiempo que quieras para pensar qué comando introducir, pero tu lentitud puede verse premiada con un ataque en primera instancia de tu enemigo. El orden de actuación varía en función de tus enemigos y, cómo no, de cómo potencies tu velocidad durante el juego. Para llevar la voz cantante, nada mejor que ejecutar 'acelerar' al principio de un combate, magia que aprendes relativamente pronto.

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Los enemigos con los que tendrás que lidiar serán de lo más variopinto y nunca te darán la oportunidad de dormirte en los laureles. Un comando introducido por error puede ser fatal. Procura que nadie te esté hablando mientras estás en pleno combate, para así poder concentrarte al máximo. Si te encuentras con un enemigo al que antes has derrotado sin ningún contratiempo, no te fíes: quién sabe si te ha mostrado ya todo su potencial de batalla. Todavía puede estar escondiendo el ataque que te deje tiritando y te haga regresar a la aldea más próxima con el rabo entre las piernas.

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Por otra parte, hay enemigos que pierden su turno inútilmente. Se pueden quedar embobados, pueden lanzar un hechizo sin tener PM…cuanto menos, ya es un alivio saber que nuestras posibilidades de victoria aumentarán al encontrarnos con el enemigo 'abstraído' de turno. De todos modos, olvídate de relajarte si no tienes buen nivel: éste no es el típico juego donde se despacha al grupo rival a base de aporrear el botón X.

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El diseño de enemigos del maestro Toriyama derrocha originalidad. A los clásicos personajes fetiche, los Slime, en todas sus transformaciones posibles (especial mención merece el Slime metálico y la cantidad de experiencia que deja si consigues abatirlo), junto con otros clásicos de la saga, como las calaveras, se unen un considerable grupo de rivales, más de 200 diferentes, la mayoría de aspecto simpático y muy vistoso. 

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Entre ellos encontramos animales antropomórficos, dragones enanos o colosales, caballeros errantes, muertos andrajosos, árboles demoníacos…todos exhibiendo una animación de lo más fluida y unas habilidades que no nos pondrán la victoria nada fácil, ya que pueden cegarte, paralizarte, aturdirte o incluso hacerte bailar una divertida danza que te hará perder el control. Los jefes finales suelen tener personalidad propia, no se limitan a aparecer y repartir estopa sin más. Cabe destacar también la manera en la que finalizan los combates, en donde vemos como nuestros enemigos caen de una forma realista, es decir, no desaparecen sin más.

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Pero no todo son desgracias en la casa del pobre: a sabiendas de que en más de una ocasión morderíamos el polvo, y dada la difícil tarea de grabar con frecuencia, cuando caigamos en batalla no perderemos ni la experiencia ni las habilidades adquiridas hasta el momento. Sólo deberemos lidiar con dos hándicaps a partir del fatal desenlace: apañarnos con la mitad del dinero (como castigo por ser tan torpes) y volver a patearnos todo desde el punto donde grabamos la última vez.

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Para no tener que cargar con semejantes inconvenientes, el mismo juego nos aconseja utilizar recursos curativos a menudo, la magia 'warp' que nos permita escapar de mazmorras (ideal para cuando estemos en las últimas y la salida quede lejos de nuestra ubicación) y hacer uso del 'ala de quimera', objeto estrella del juego que nos permite (sólo en exteriores) volver a cualquiera de las localizaciones que hayamos visitado previamente, para no tener que deshacer lo andado y exponernos así a otra tunda fatídica.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Cabe destacar que las siempre pesadas transiciones entre combates y mapeado son casi anecdóticas. Imaginad la de tiempo que ganaremos al no tener que soportar los tiempos de espera tan habituales al iniciarse un enfrentamiento…

Generosidad
Aparte de la incómoda dificultad a la que tenemos que sobreponernos al principio, hay muy pocas cosas que no acaben de convencer de este maravilloso juego. Si acaso, una nimiedad que puede resultar también decisiva, según se mire: el hecho de que la vida de los enemigos no aparezca en pantalla, y te tengas que conformar con la cifra de la salud que les quitas con cada ataque. Este factor puede hacer que un combate contra un jefe final se vuelva agónico en el caso de que tu grupo esté al borde de la debacle y que te tengas que jugar el todo o nada: atacar a mansalva o prolongar tus últimos estertores, curándote para atacar varios turnos después y sólo en caso de que te den la oportunidad.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Por lo demás, quitando el popping ocasional y leves ralentizaciones que esperamos que no padezca la versión PAL definitiva, todo son piropos para esta generosa creación de Level-5, sobre todo en el sistema de cámaras. Por incluir se ha incluido hasta una vista subjetiva en primera persona, que aunque se maneje como si de un simulador de vuelo se tratase (direcciones de arriba y abajo invertidas), resulta fácil acostumbrarse a ella. Mientras hablas también puedes girar la cámara, en caso de que busques un mejor plano para apreciar los contornos tanto del personaje como de los alrededores…

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¿Y qué decir del apartado sonoro? Las músicas son de un lirismo exacerbado, y seguro que te vienen a la mente si piensas en montañas y bosques. La versión americana, a diferencia de la japonesa, viene con voces, que ayudan a hacernos una mejor idea del carácter de nuestros héroes. Los actores que han puesto su voz han hecho un excelente trabajo, reproduciendo todo tipo de registros y dialectos del inglés. Sería un sueño poder escuchar algo semejante en castellano. Esperemos que suene la flauta, aunque seamos realistas: si no se dobló Final Fantasy X...

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Un futuro prometedor
Jugar a Dragon Quest VIII deja un muy buen sabor de boca, aunque es peligroso: la realidad se difumina; una vez que te adentras en su mundo, las horas las marca el sol que atraviesa su vasto cielo. La aventura continúa y continúa, no en vano es uno de los RPGs más largos que nos ha traído esta generación de consolas.

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Y esto, para nuestra desgracia, es un arma de doble filo, ya que resulta muy difícil abandonar a nuestro grupo en mitad de la aventura. Queremos ver al rey en toda su gloria y comprobar si su princesa es realmente tan bella como dice…nada puede esperar. La maldición no ha caído sobre ellos, ha caído sobre el que no puede jugar a Dragon Quest VIII de un tirón porque sus obligaciones, y sobre todo su salud, se lo impide.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Si este Dragon Quest es el mejor de todos es algo que, por muy cierto que sea, sólo incumbe al país del sol naciente. En EE UU aun vieron la luz entregas anteriores del juego, pero para nosotros, que poco sabemos de sus predecesores, no sería de mucha utilidad saber en qué supera o no a su séptima parte, por ejemplo. Sabiendo ahora como es el juego y suponiendo que sus hermanos menores tuviesen una calidad semejante, podríamos tirarnos de los pelos por no haber podido disfrutar de entregas pasadas, pero pensemos que aún hay algo que nos beneficia, el hecho de enfrentamos a un juego que no representa otra cosa que la perfección de una de las vacas sagradas del rol japonés.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Jugar a Dragon Quest VIII es una experiencia inigualable. De entre todas las preguntas que pueden asaltarnos, una vez que regresemos del mundo de ensueño que nos brinda, una quizás se haga más recurrente: ¿mediríamos con otro rasero al resto de RPG's después de conocer todo lo que es capaz de ofrecer el género, cristalizado en esta fabulosa aventura? Sonrojaríamos al comprobar que varios títulos intocables por su condición de clásicos, entre ellos las entregas más conocidas de la sempiterna saga Final Fantasy, pudiesen bajar del pedestal al que les subimos fruto de la situación que antaño vivió nuestro mercado, en donde los buenos juegos de rol venían con cuentagotas.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King)

Ahora que Dragon Quest ya ha pasado por nuestras manos, quizá no nos sorprenda tanto su propuesta debido a que no redefine el género, pero su potencial para cautivar y hacer disfrutar llevará a más de uno a encontrar, en la odisea del rey Trode, el viaje que tanto tiempo ha estado esperando.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King

Dragon Quest: El Periplo del Rey Maldito

  • PS2
  • RPG

Octava entrega de esta serie cuya principal novedad es el salto a los gráficos en 3D.

Carátula de Dragon Quest: El Periplo del Rey Maldito
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