A 8 millas de la perfección...

Los seguidores de las consolas de Sega recuerdan con nostalgia aquel primer juego desarrollado para la extinta Megadrive que permitía a dos jugadores participar cooperativamente en las diversas misiones plataformeras que nos proponían. Poco después, debido al gran éxito del antecesor, veía la luz la segunda parte del videojuego protagonizado por los dos marcianos más marchosos que había visto máquina de juegos alguna. Esta vez se aplicó el dicho de segundas partes nunca fueron buenas, y lo que en un principio parecía buena idea, acabó cansando tanto a prensa como a jugones.

Sega debió suponer que la "saga" (aunque nunca fue considerada como tal) necesitaba un descanso, lo que privó a los poseedores de Saturn y Dreamcast de disfrutar de las aventuras de ToeJam y Earl en sus máquinas. Sin embargo, tras el enorme lapso temporal transcurrido, y fiel a su idea de recuperar viejos juegos para las máquinas nuevas, Sega decidió otorgar a la todopoderosa Microsoft la licencia para la tercera parte del susodicho plataformas.

La historia como sigue
Como en tantas otras ocasiones dentro de los juegos de plataformas, el argumento que nos induce a jugar es de lo mas simplón que te puedes encontrar. Resulta que al  sagrado Funkopotamous le han robado su valiosísima colección de vinilos funk (los ya mencionados 12 álbumes sagrados) que han acabado en manos de los terrícolas. Nuestra misión, como no podría ser de otra manera, será bajar a la tierra y recuperarlos. Pero ya que estamos allí, nada mejor que convertir a la religión del funk a cuantos terrícolas podamos. Por si esto no fuera suficiente, al poco de comenzar la partida, Lamont, el Funkopotamous, detectará un desequilibrio en el funk, un reverso tenebroso, un lado oscuro: el antifunk.

Nuestra misión por tanto será también restaurar de nuevo ese equilibrio. Que el funk os acompañe (estos guiños a Star Wars que aparecen en el juego son de lo mejorcito).Nuestros tres extraterrestres volverán así al planeta azul para cumplir la misión dada por su maestro. Podemos elegir a cualquiera de los tres personajes al empezar la partida: ToeJam el más veloz y el que más alto salta, además de tener un buen disparo y mucha suerte con el dinero; Earl es más lento y torpón, pero a cambio su funk-fu es más potente, tiene más vida y puede comer comida basura (que le permite ganar energía, mientras que los otros dos personajes perderían vida); por último, la recién llegada Latisha tiene más ritmo que los otros dos, los regalos sorpresa que consiga tienen un valor doble y tiene más suerte con los regalos peligrosos.

Escoger a uno o a otro depende más del momento del juego, aunque las diferencias no son realmente significativas; unas veces será mejor usar a ToeJam porque corre más, lo cual es útil en alguno de los minijuegos; o a Earl porque es más rápido funkificando a los humanos; además, durante el transcurso del juego, encontraremos lugares en el mapeado en los que podremos cambiar de personaje; así si lo que necesitamos es más dinero, más fuerza, más velocidad o alguna otra característica, no tendremos porque quedarnos descontentos jugando siempre con el mismo personaje.

Dos mejor que uno
Uno de los aspectos más importantes y a tener en cuenta en el desarrollo del juego es la participación simultánea de dos jugadores, al igual que ocurría en el original de Megadrive. Cuando los dos jugadores coincidan en puntos cercanos del mapa, veremos una pantalla completa con los dos personajes; pero según se separen uno de otro, la cámara se irá alejando de la acción hasta que finalmente se transforma en una pantalla partida (split screen), que permitirá a cada  jugador ir cumpliendo los objetivos por su cuenta. Una pena que no se haya añadido mayor capacidad de interacción entre los personajes que manejamos en este modo de juego, ya que habría permitido más diversión a la hora de ponerse a jugar.

g  r  á  f  i  c  o  s
El salto de dos generaciones de consolas, desde el anterior ToeJam hasta esta tercera parte que comentamos hoy, no es menospreciable, por lo mucho que técnicamente han avanzado las máquinas de videojuegos. ToeJam & Earl III presenta un aspecto completamente tridimensional, casi obligatorio en estos tiempos que nos movemos. La cámara que sigue la acción se sitúa en una tercera persona, si bien la podemos mover a nuestro antojo y reubicarla con un simple clic a su posición original. Su comportamiento es bastante bueno, superior a la gran mayoría de plataformas en 3D, con la mejora que impone la invisibilidad de los objetos que están entre la pantalla y la acción, por lo que no tendremos que preocuparnos de perder de vista a alguno de nuestros personajes porque un árbol o una casa estén chupando primer plano.

El aspecto de nuestros tres personajes es bastante correcto, si bien mejorable. Y aunque el número de animaciones del que disponen es bastante escaso, todas ellas están francamente bien realizadas. En cuanto a los enemigos, la mayoría gozan del tono caricaturesco y burlón, propio de la esencia del juego; cumplen con su papel, pero no destacan ni por su animación ni por su diseño (honrosas excepciones aparte: a mí esas
cheer-leaders bajitas y cabezonas que agitan ferozmente sus pompones mientras corren hacia ti para darte una patada en la entrepierna me vuelven locas).

Si hablamos de las texturas aplicadas, podemos decir que si bien no son muy variadas, las que están hechas aparecen perfectamente recreadas, creando un mundo colorido, luminoso y refrescante. Destacan también los efectos de luces dinámicas, los reflejos del agua y el perfectamente recreado cielo. Todo sin caídas del framerate. En el lado negativo, la mayor limitación es una distancia de horizonte francamente pobre. Si miramos a lo lejos, veremos como se va formando el mundo delante nuestro, con un efecto popping descarado y que no podemos comprender en un juego realizado en exclusiva para una máquina con el potencial técnico de Xbox.

El segundo aspecto negativo es que los escenarios, basados en islotes (entre isla e isla no hay agua, sino vacío, como si la tierra flotara en el aire) que son demasiado parecidos entre sí. Todas las fases de una misma zona se parecen demasiadas unas a otras. A mejorar esto no ayuda nada que la creación del mapeado sea aleatoria. Cada vez que empiezas una partida, cada fase es distinta ya que los escenarios se crean aleatoriamente. Lo que en un principio parece positivo, ya que daría mayores posibilidades de rejugabilidad, es al fin y al cabo una lacra, ya que no permite un mayor nivel de detalle en el mapeado, ni tampoco una mayor diversidad y variedad de decorados. Así, al ir jugando una fase tras otra, comprobaremos que todo se parece demasiado al punto donde hemos estado antes, lo que resta mucha vistosidad al juego.

m  ú  s  i  c  a
A lo largo del artículo habréis leído como mínimo una docena de veces la palabra funk. Sí, el juego va de recuperar discos funk, nuestros personajes hacen funkificación preventiva y lanzamos notas funk a nuestros rivales. Entonces, ¿por qué diantre  no hay música funk en el juego? Veamos: nuestros personajes se comunican con nosotros rapeando, incluso en algunos de los tiempos de carga se marca unos raps que ni Vanilla Ice en sus mejores tiempos; las misiones nos las presentan las hermanas del soul, que cantan soul y gospel de maravilla. Durante el juego, podemos elegir escuchar cualquiera de los 12 álbumes sagrados del funk que hayamos recuperado, pero ninguno de ellos es funk. Aún ahora lo seguimos sin comprender.

s  o  n  i  d  o    f  x
Los efectos de sonido, muy abundantes durante todo el juego, no han sido perfeccionado todo lo que quisiéramos. Las voces, en inglés, de ToeJam, Earl y Latisha son bastante simplonas y rápidamente se vuelven repetitivas y aburridas, bastante impersonales (sobre todo la de Earl); además en muchas ocasiones en vez de hablar, rapean (volvemos a preguntarnos donde hace aparición el funk). Asimismo, podemos hablar con la mayor parte de los personajes, amigos o enemigos, que hacen aparición en el juego.

Pero su repertorio de frases es tan escaso que cuando en una misma pantalla encuentres, por ejemplo, a 20 alocadas cheer-leaders gritando siempre la misma frase, seguro que deseas que enmudezcan. Mención aparte, en este caso positiva, merece el humano musculoso que porta el letrero de Xbox Live, el cual no parará de insultarnos y de establecer odiosas comparaciones para convencernos de lo mucho que mola Xbox Live y de lo aburridos que somos si no descargamos; su repertorio de frases, en tan peculiar tono humorístico, es tan variado que con ganas nos hemos quedado de descargar algún nivel para ver que nos contaba.

j  u  g  a  b  i  l  i  d  a  d
Si algo es importante en un plataformas es sin duda la diversión que es capaz de ofrecernos. Ahí está el ejemplo de Mario, que generación tras generación siempre ha sabido mantener su esencia, y aunque con altibajos, la capacidad de divertir que muestra siempre ha sido altísima. Sin embargo, este juego de Sega, que en un principio se muestra bastante correcto en el aspecto jugable, y que incluso llega a ilusionar en la primera partida, pronto muestra su cara más oscura. Se hace repetitivo al poco de jugar, pareciéndose demasiado a sí mismo.

Está bien que los programadores hayan intentado mantener  una atmósfera y ambientación propia que ya gustó en Megadrive, pero los tiempos han cambiado y mucho, y la esencia de este juego poco. A todos aquellos que disfrutaron con los dos anteriores juegos, ponerse de nuevo a los mandos de ToeJam y de Earl seguro que les trae unos recuerdos fantásticos de su juventud o niñez; pero todos aquellos que no pudieron disfrutarlo en su momento, verán este universo jugable con reticencia en los ojos.

c  o  n  c  l  u  s  i  ó  n
Contando con tan peculiar estética, no cabe duda de que ToeJam & Earl III tenía personalidad suficiente para hacerse con un lugar de honor en cualquier consola de nueva generación, más si cabe contando el escaso catálogo de juegos plataformeros del que dispone la máquina de Microsoft. Sin embargo, una y otra vez Sega, da la de arena con este juego. Un juego en exclusiva para Xbox que no es capaz de sacar el potencial de la máquina; que se torna monótono tras pasarnos unas pocas misiones; con fases aburridas, demasiado parecidas entre sí  y que no consiguen enganchar, a pesar de la primera buena impresión que genera.

l  o    m  e  j  o  r