Una pareja de oro
Cecilia Castro y Javier Pérez Polo atienden a AS tras terminar primera y segundo en los Europeos de Manchester. En el horizonte, los Juegos Olímpicos de París.
Nada más proclamarse campeona de Europa de taekwondo, Cecilia Castro (San Agustín del Guadalix, 24 años) se llevó las manos a la cara y no pudo frenar las lágrimas. Seguramente, tampoco era su intención. Y la situación, muy tensa, no ayudaba. En el asalto de desempate, frente a la francesa Magda Wiet Henin, no se repartieron puntos. Los registros de los jueces, que se demoraron demasiado para alguien al borde de una alegría inmensa, dictaminaron que el oro viajaría de Manchester a Madrid. “Las lágrimas me salieron solas porque sentí: ‘Por fin’. Acabó el tiempo, el marcador no me dio ganadora hasta un ratito después y era como ‘no lo celebres todavía, no lo celebres’. Cuando se confirmó, miré a la grada, estaba mi entrenador y, al verle saltando, a él, al segundo y a toda mi familia, fue como: ‘Dios, lo hemos conseguido’”, explica ahora a AS, unas semanas después de colgarse la medalla, pero aún con la ilusión del momento. Se nota en su voz. “Yo es que soy muy emotiva”, ratifica.
Su oro, junto al de Jone Magdaleno, ponía el broche a una actuación española brillante en Inglaterra. El objetivo era superar las ocho medallas logradas en el Europeo de Sofía (Bulgaria), en 2021. Con nueve, se puso el tick verde. Entre ellas, la plata de Javier Pérez Polo, olímpico en Tokio y la pareja de Cecilia. “Coincidió que competíamos en la misma jornada. Ese día cada uno está a su rollo. Hablamos un poquillo, pero cada uno está enfocado en sus combates. Y, oye, el ver que los dos íbamos pasando rondas… fue muy, muy bonito compartir el momento y es un recuerdo que me voy a llevar para siempre”, recuerda el también madrileño (San Fernando de Henares, 25 años), subcampeón del mundo en 2018.
Empezaron a coincidir como juniors y, entre competiciones, viajes y horas muertas, se tejió la relación que mantienen a día de hoy, también bañada en oro. “Que entienda cualquier aspecto de la vida deportiva es muy importante. Nos apoyamos mutuamente y nos acompañamos en el camino. La verdad que es muy agradable poder compartir el camino con tu pareja”, le dedica Cecilia a Javier. “Lo que me aporta ella, bueno… aprendo muchísimas cosas. Al final, entiende perfectamente que yo un día esté a dieta o que un día esté reventado y no pueda ir a algún lado, porque a ella también le pasa”, Javier a Cecilia.
En Manchester, vivieron un “reconocimiento al esfuerzo”, como la propia Castro define, pero también justicia deportiva. La de San Agustín del Guadalix se quedó a sólo un punto de asistir a los pasados Juegos Olímpicos. Ahora, es optimista con París 2024: “Este año está siendo bastante bueno en cuanto a resultados. Y lo que se ve es que, si se sigue en esta línea, pues puede que sí, que se haga más probable”, remarca entre risas que destilan confianza. Javier, que se sitúa tercero en el ranking, quiere repetir: “La clasificación por ranking se cierra en diciembre de 2023 y el objetivo es terminar entre los seis primeros. Tampoco me paro a pensarlo demasiado. Mi objetivo es hacer, hacer, hacer y que vaya pasando el tiempo. Hay que estar ahí día a día”, enfatiza. En 2016, estuvo en Río como sparring de Jesús Tortosa, que terminó quinto; en Japón, ya como titular, cayó en octavos y, ahora, es firme candidato a todo. “Estoy muy orgulloso de mí mismo y de mi proyección. Soy consciente de que a unos Juegos no todo el mundo puede ir y yo ya puedo decir que soy olímpico de mi deporte”, no esconde.
Taekwondo… y estudios
Javier responde a la entrevista un día después de aterrizar en Madrid desde Roma, donde tuvo lugar el Grand Prix, y un día antes de un examen final de su grado, Criminología. Cecilia, como él, también anda entre libros. En su caso, de Psicología, aunque en su tiempo libre está con Pérez Reverte. “Al final, esto es taekwondo, no es ni fútbol ni baloncesto y uno es consciente de que se tiene que ir labrando un futuro. No sé cuántos ciclos más voy a aguantar”, remarca el primero. “Es difícil, porque, al final, hay que dedicarle tiempo a estudiar. Y con el entrenamiento y los viajes se va el 80%”, explica Cecilia, que, fiel a su formación, reflexiona sobre la situación: “Cuando estoy estudiando, no pienso en el taekwondo, y al revés. Tener diferentes cosas a las que agarrarte cuando algo va mal es importante. Y también cuando va bien, para no desviarte de los objetivos”. Por delante, tienen los Juegos del Mediterráneo, en Argelia, y en noviembre, el Campeonato del Mundo, en Cancún. “Antes, los finales”, como remarca Javier. Y, en el horizonte, un vuelo conjunto a París.