Un adiós sin heridas
Cristian Toro, campeón olímpico en Río 2016, dice adiós al piragüismo con 31 años y rodeado de los miembros del K4, con los que vivió una agria polémica, ya cerrada.
Cristian Toro dijo adiós al piragüismo hoy en el Comité Olímpico Español, rodeado de los suyos y a los 31 años. Entre lágrimas y con mucha emoción. Porque entre los suyos estaban los miembros del K4 500, Saúl Craviotto, Carlos Arévalo, Marcus Cooper y Rodrigo Germade. El técnico Miguel García, forjador de todos. Y otros compañeros como Paco Cubelos o Íñigo Peña.
“No estaría aquí si no es por la gente que me rodea, con la que compartí mi carrera. El deporte es muy bonito por la unión que genera entre las personas y sobre todo por el aprendizaje. He aprendido mucho de Saúl y de Miguel. Crecí con Arévalo y con Cooper y de todos he aprendido”, acertó a decir Toro con la voz entrecortada.
Nacido en Venezuela pero criado en Viveiro (Lugo), Toro alcanzó la cima en Río 2016 logrando convertirse en campeón olímpico junto a Craviotto en el K2 200. Además, luce cuatro subcampeonatos mundiales entre K2 200 y K4 500 y dos oros europeos en K2 200 y K4 500. Siempre en embarcaciones de equipo. Nunca solo. “Cuando competía, no sabía si iba a ganar, pero sí que siempre iba a acabar muerto”, se definió. Un seguro de éxito por su entrega.
Significativa fue la presencia en el COE, junto al presidente Alejandro Blanco y el presidente de la Federación Española, Javier Hernanz, del K4 al completo. Antes de los Juegos de Tokio, la caja de los truenos se destapó en el selectivo nacional previo cuando Toro y Carlos Garrote denunciaron amaños para dejarles fuera de los Juegos y de esa embarcación que después fue plata. Una consecuencia negativa de la alta competitividad del piragüismo español para los pocos billetes olímpicos disponibles.
“Son cosas que pasan en todos los equipos, pero me quedo con que siempre mantuvimos el respeto. Todos somos personas muy ambiciosas y competitivas y hoy es la muestra de que detrás de todo eso hay mucho cariño y respeto”, recapituló Toro después de abrazarse con todos.
“Ese capítulo se cerró. Era un día para apoyar a Cristian, porque dentro de cada carrera deportiva hay altibajos y me quedo con lo bonito. Con la persona que es y será y lo que me ha aportado personalmente”, apuntó Craviotto. “Nos conocemos desde 2009, entramos en el equipo juntos en 2012 y hemos compartido momentos bonitos y otros no tanto, pero es una amistad para toda la vida. Hay que separar lo deportivo de lo profesional y eso es lo que prima”, le secundaba Arévalo.
Toro fue candidato por VOX en las recientes elecciones municipales en Madrid y aunque no entró en el consistorio es asesor deportivo del partido. “Quiero seguir ligado al deporte. Me metí en política porque creo que debe estar en manos de los deportistas, porque yo he sufrido las consecuencias de malas gestiones por parte de gente a la que no le importaba nada y me gustaría acabar con eso”, contó Toro, casado y padre de un hijo que le miraba con admiración.
Deja huella su capacidad para sacar una sonrisa al equipo en momentos de tensión. Y su esprint a la gloria en Río. “Cuando me preguntan qué fue para mí esa medalla... fui a la carrera soñada, con mi ídolo y gané el oro”, recordaba Toro. “Has pasado momentos muy duros y siempre has salido adelante. El deporte te ha dado mucho, pero no te ha regalado nada”, le despidió Alejandro Blanco entre los aplausos del piragüismo. De su piragüismo.
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