Tensión por la seguridad en París: el Plan B para la ceremonia, sobre la mesa
Esta tarde, cumbre interna con Emmanuel Macron, organización y el Comité Olímpico Francés mientras el presidente habla ya de “escenarios alternativos”.
Con la guerra de Ucrania sin visos de fin, la tensión disparada en los países árabes por la invasión israelí en Gaza y el reciente atentado islamista en Moscú del Estado Islámico que dejó más de 140 muertos, el mundo mira hacia París. Hacia el río Sena, donde el 26 de julio se debe celebrar lo nunca visto: la ceremonia de inauguración de los Juegos por vez primera fuera del estadio olímpico. Un reto mayúsculo de seguridad para el que ya, sin tapujos, se admite en Francia que se trabaja en una alternativa. “Si la amenaza evolucionara y si consideráramos que las circunstancias son necesarias, tenemos escenarios alternativos”, reconoció el jueves Emmanuel Macron en la inauguración del Centro Acuático.
David Lappartient, presidente de la Unión Ciclista Internacional pero a su vez también del Comité Olímpico Francés y miembro del Comité Olímpico Internacional, pasó el miércoles por Madrid para los Premios Nacionales del Deporte y allí confirmó una reunión en la tarde del viernes con Macron y la plana mayor de la organización para ir cerrando flecos. Y uno de ellos es el de la preocupación por la seguridad.
El 26 de julio, cuando el crepúsculo embellezca París a las 19:30, se iniciará una ceremonia a lo largo de seis kilómetros del río y los deportistas ‘desfilarán’ sobre barcos mientras se desarrollan 12 espectáculos artísticos sobre monumentos en el eje del río como la catedral de Notre Dame, los museos del Louvre y Orsay, el Pont des Arts o el Trocadero, frente a la Torre Eiffel.
Del plan inicial de 600.000 asistentes, el presidente del Comité Organizador, Tony Estanguet, ya anunció el mes pasado que se reduciría a 326.000 (104.000 de pago en los muelles y 222.000 en la parte superior). Pero, además, se calculan otras 200.000 en los edificios con vistas el Sena. Una tentación para cualquier ‘lobo solitario’.
Amélie Oudéa-Castéra, ministra francesa de Deportes y Juegos, reconoció hace días que “no hablar de un plan B, no significa que no lo hayamos planeado”.
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