Rahm cierra el círculo de la Ryder en Sotogrande

El elefante en la habitación que se proyectaba como una alargada sombra sobre el último tramo de la temporada 2024 de Jon Rahm será evacuado de la sala este jueves (14:00, Movistar Golf, Rahm sale a las 09:35), cuando el vasco saldrá en el Andalucía Masters. Así, completará la serie de cuatro torneos del circuito europeo que era indispensable que jugase antes de concluir el año para mantener su tarjeta y por tanto su elegibilidad de cara a la Ryder Cup del próximo año. El primero fueron los Juegos Olímpicos, siguieron el Open de España y el Alfred Dunhill y en el Real Club de Sotogrande (Cádiz) se cuadrará el círculo.

Otra cosa será que termine formando parte del equipo, algo que deberá ganarse en el campo. Pero todo indica que así será toda vez que cumple los requisitos, ha sido uno de los baluartes del Viejo Continente en la bienal desde su debut en 2018 y las negociaciones entre PGA y LIV para restaurar la normalidad en el golf de élite se acercan a buen puerto conforme pasan las semanas. Precisamente a ellas volvió a referirse, en su rueda de prensa en tierras andaluzas, el León de Barrika, que en su paso por Madrid a finales de septiembre confesó que el resultado que más le contentaría sería un modelo sin fronteras, en el que todos los jugadores pudieran moverse con cierta libertad entre circuitos.

“Espero que haya arreglo y lleguemos a un ambiente más amistoso, lo pienso desde hace varios años. Depende de la gente que lleva ese tema en los despachos, que está más educada al respecto”, dice ahora Jon, que no se considera un actor importante en estas conversaciones: “No me atrevo a decir nada, pero soy optimista. Voy a ver si al final de año tienen algo acordado ya. Es más fácil, digamos, que ciertos jugadores del PGA sepan algo de información que nosotros no tenemos. Seguramente podría preguntar a Greg Norman u a otros y me darían información. Pero no sé si merece la pena malgastar su tiempo y el mío sin tener el poder para hacer algo”.

“Es un campo en el que si no hace viento es más accesible. El viento es un poco lo que hace falta en esta parte del país para que el golf sea todo lo difícil que puede ser. En teoría debería ser un campo muy asequible, aparte de que con la lluvia que hemos tenido, estará blando y los greenes receptivos. Así que si no tenemos viento y no tenemos lluvia, yo creo que hay que esperar resultados muy bajos”, aventuró en pos de una cita que jugó por última en 2021, el año de su primer grande, el US Open en Torrey Pines, cuando la sede aún era el mítico Valderrama, ahora en el calendario del LIV. Entonces, derrengado por las exigencias de su recién adquirido estatus de estrella mundial, falló el corte y afirmó que era “la primera vez” en su vida que no quería “volver a tocar un palo en semanas”. El español Ángel Hidalgo, su verdugo en ese emocionante playoff que decidió el Open de España, y el danés Rasmus Hojgaard, hermano gemelo de su buen amigo Nicolai, le acompañarán en las dos primeras vueltas de esta edición. Junto a ellos, otros 15 españoles conforman una nutrida Armada.

“Yo, la verdad, personalmente... me gusta pensar que como persona no he cambiado. Al final, creo que cada momento en la vida te hace aprender, te hace madurar. Cada día aprendes algo nuevo y tienes nuevas experiencias, pero mi esencia como persona, no es que haya cambiado. Así que no me siento diferente de lo que era en ese verano de 2016. Obviamente, mucho ha cambiado, pero no sé, cuando lo vives, es parte de ello, es lo que yo quería conseguir de manera personal y de manera golfística. Así que llega un punto en que no es que sea normal, pero lo he soñado tantas veces que es como que no es la primera vez que lo veo. Y también ha habido momentos en mi vida, ha habido cambios. Yo creo que el ir a los 15 años de una ikastola en Euskadi, en Bilbao, a estudiar a Madrid, para mí fue un cambio muy grande. Simplemente, el cambio de estudiar en español fue muy difícil. Luego de ahí a Estados Unidos. Yo creo que esos dos cambios fueron más grandes que lo que me haya pasado de profesional hasta ahora”, analizó los cambios que ha experimentado su vida, especialmente en los últimos tiempos.

El último, el nacimiento de su tercer vástago, la primera niña, Alaia. “No voy a meter muy en detalle, pero con los problemas que hemos tenido en embarazo, que no ha sido nada fácil, que fuese todo bien en el parto, que no tuviese ningún problema y que físicamente y esté recuperándose tan rápido en tres semanas, es increíble. Alaia, estupenda, una niña muy sana y haciendo lo que hacen los bebés, que es dormir, comer y quitarle el sueño a su madre, porque yo poco puedo hacer”, comentó preguntado por ella. El primero, Kepa, vino con un US Open bajo el brazo, así que cabe esperar cierta ayuda de Alaia en su ambición de seguir engordando la cuenta de grandes, que no ha desaparecido con su traslado a aires más anodinos que los que se respiran en el PGA. “Cuando dije eso de 19, es el objetivo. Entiendo que con 17 años fui un poco prepotente. Al igual que con 14 años, no sé si se lo dije a Celles (Eduardo, su primer entrenador), y dije que quería ser el mejor del mundo. Pues la misma historia. Pero si no te lo crees tú, si yo no me lo creo, no se lo va a creer nadie. O sea, que al final, si yo no tengo ese objetivo y ese sueño no llego a donde estoy. Y soy alguien que, si no tengo un objetivo suficientemente grande, no voy a darle el máximo esfuerzo para llegar a él. Así que es lo mismo, a eso me refería con llegar o no llegar a 19. Pero si me quedo a mitad de camino y llego a 9 o 10, es una carrera increíble”, sentenció al respecto. Para eso habrá que esperar a abril, cuando el Masters abrirá una nueva temporada de majors. Ahora es turno de su última para del año en tierras españolas.

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