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PARALÍMPICOS I ENTREVISTA AS

Susana Rodríguez: “La época después de los Juegos es difícil, más incluso cuando todo ha salido bien”

La triatleta se colgó un oro en Tokio y reflexiona sobre los cambios que aquello supuso. Vuelve a saborear esas pequeñas metas del día a día y pronto retomará la Medicina: “Tengo ganas”.

Triatlón | Mujeres PTVI
Mikael HelsingCPE/EFE

Susana Rodríguez (Vigo, 4 de marzo de 1988) se confiesa persistente, “a veces demasiado”, ríe. Pero esas grandes dosis de trabajo y entrega la han llevado a convertirse en un referente no sólo en el deporte, también en la vida. Son muchos los obstáculos superados, pero la gallega le resta importancia. Su humildad es una constante, a pesar de los años y los éxitos. Su oro de Tokio en triatlón y su diploma en 1.500 metros le han hecho reflexionar y valorar las pequeñas cosas, como salir a entrenar, ir al Bernabéu a animar al Madrid o volver a trabajar en el hospital de Santiago. Ese será su próximo reto, antes de que termine el año. Ella se convirtió en la primera española ciega que se licenciaba en Medicina, tras haberse diplomado en Fisioterapia. Trabajó en la atención telefónica a los pacientes durante la pandemia. Y todo eso —unido a sus increíbles logros deportivos— le valió una portada en la prestigiosa revista TIME. Sin embargo, la gallega no pierde su esencia. Colabora con el proyecto Imbatibles, de P&G, y el club deportivo Delikia. Trabajo, entrega y humildad, esa es su receta para seguir derribando barreras, para seguir adelante, para encontrar siempre la luz en la oscuridad.

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FEDERACION ESPAÑOLA DE TRIALONDiarioAS

—Hábleme del proyecto Imbatibles...

—Esta campaña de P&G se inicia para dar visibilidad al deporte paralímpico y que éste pueda llegar a más gente. La idea es que todas las personas encontremos nuestra fuerza interior para afrontar los obstáculos.

—También colabora con Delikia.

—Es uno de mis patrocinadores. Al volver de Tokio quisieron dar un paso más y me pidieron crear un club deportivo donde expandir y transmitir los valores del deporte. Una de sus principales banderas es la inclusión de deportistas con discapacidad. Desde el principio Desi Vila, Alberto Suárez... se han unido. El proyecto va creciendo y esperamos que en unos años sea un referente en el deporte adaptado.

—¿Sigue habiendo muchas barreras?

—Las mentales son más difíciles de superar. El problema es cuando en la sociedad falta conocimiento, educación... sobre la discapacidad. En el deporte se ven muchos avances. El objetivo es no tenerle que poner adjetivos al deporte. Veo cosas mejorables, pero estamos en el camino.

—Usted ha superado múltiples obstáculos: fue la primera mujer ciega que se licenció en Medicina en España, hizo doblete en unos Juegos, en los que además ganó una medalla con una cardiopatía...

—Cuando aparecen o ves cómo superarlos o dices hasta aquí. A mí no me gusta rendirme. Soy insistente por naturaleza, a veces incluso demasiado... (risas).

—Ya desde pequeña forjó su carácter. Era diferente y eso generaba comentarios, insultos...

—Sí, escuchaba comentarios. El acoso escolar ahora va mucho más allá de lo verbal porque existen más herramientas que mal empleadas sirven para hacer daño a otros niños. Mi época era diferente. No había el peligro de los móviles, de las redes... Yo en ningún momento me sentí mal, gracias a mi personalidad y el entorno que tenía. Tuve recursos para hacerle frente. Quizá otro en mi situación no. Estoy muy concienciada respecto a estas agresiones, sean grandes o pequeñas. Hay que cortarlo de raíz.

—¿Cómo le ha cambiado la vida el oro de Tokio?

—La repercusión es mucho mayor que la de cualquier otro título porque todavía existe más visibilidad ese año que el resto. La vida cambia porque surgen muchas oportunidades, diferentes actividades, compromisos... Al final tienes que mantener el equilibrio con lo que exigen los entrenamientos. Son cambios buenos, lo que no significa que sean fáciles de gestionar.

“Con el tiempo, una medalla es una medalla y debes haber aprendido cosas para seguir avanzando en la vida”

EL ORO DE TOKIO

—¿Ha sopesado retomar la Medicina?

—Lo haré pronto. Al volver de Tokio me presenté al examen de las oposiciones del Servicio Gallego de Salud y aprobé con plaza. Estamos esperando a que se adjudiquen y creemos que será antes de final de año. Tengo ganas de volver al trabajo del hospital.

—Usted estuvo en primera línea en la pandemia, ¿aquellas vivencias dejan cicatrices?

—Dejan huella, sí. Todas las experiencias por las que pasamos se van acumulando en nuestra mochila. Algo tan heavy no se pasa por alto. Cuando estás en el momento de coger el toro por los cuernos no eres muy consciente, pero a posteriori hay que digerir las cosas y no es sencillo.

—¿Ya tiene marcada en rojo la cita de París 2024?

—Está en amarillo (risas). Quedan menos de dos años, pero hay que ir haciendo el camino y logrando objetivos intermedios. Cuando pase el campeonato del mundo de Pontevedra, que es el más importante en el proceso de clasificación, podré ya mirarlo de frente y ponerlo en rojo. Hay que vivir las otras experiencias y el trabajo diario.

—¿Es fácil encontrar motivación cuando ya se ha alcanzado un oro en Juegos? ¿Qué importancia tiene el aspecto mental?

—El peso de lo emocional es enorme. El físico es necesario para competir con fuerza, velocidad y eficiencia, pero el entrenamiento mental es trascendental. Cuando vas consiguiendo grandes metas (a nivel de títulos), las vas tachando de tu lista y es difícil volver a coger el tren y tener claro qué es lo que quieres en el deporte y para ti. Requiere trabajo y tiempo. Lo importante mientras es disfrutar el día a día. En ese tiempo de transición debes fijarte en las cosas pequeñas. La época de después de los Juegos es difícil, incluso más cuando las cosas te han salido bien. Al regresar de Río era quinta y seguía teniendo pendiente conseguir una medalla. Me puse a trabajar para eso. Después de Tokio, y de cinco años de una exigencia brutal conmigo misma, fue más difícil centrarme. Siempre está ahí volver a ganar en los Juegos. Hay que disfrutar también con lo que venga.

—¿Y qué enseñan más: los éxitos o los fracasos?

—Todo enseña. Debemos verlo como un aprendizaje, porque ganas una medalla de oro y es una locura. Pero después, con el tiempo, la medalla es una medalla. Debes haber aprendido cosas para seguir avanzando en la vida...