La aventura de una campeona olímpica “en medio de la nada” en el gran apagón
Laura Ester viajaba en un tren cuando todo se detuvo. La laureada portera de waterpolo ha tardado más de 24 horas en reanudar su marcha a casa, hacia Barcelona. En ruta atiende a AS.
Junto a la marchadora María Pérez y al entrenador y exfutbolista Santi Denia, todos campeones olímpicos, iba a ser una de las embajadoras en la Gala de los Premios del Deporte Provincial, en el Teatro Circo de Albacete. Pero, como tantos planes como personas hubo afectadas este lunes por el gran apagón en la península ibérica, Laura Ester se vio obligada a cambiar el ‘glamour’ por la incertidumbre, en una “aventura”, como ella misma la ha calificado en las redes sociales, que culminaba al fin este martes, pasadas las tres y media de la tarde, 27 horas después del fundido a negro de la electricidad. “Dentro de todo, estaba tranquila”, afirma aliviada a AS.
Llevaba poco menos de una hora en el tren de alta velocidad que la iba a conducir a Albacete desde Madrid cuando, a las 12:40, la marcha se detuvo. Estaban “en medio de la nada”, entre Tarancón y Cuenca. Afortunadamente, lo que no se marchó fue la cobertura, por lo que no tardó la portera de waterpolo del CE Mediterrani y campeona olímpica en París 2024 con la Selección española en tomar conciencia de que no se trataba de un hecho aislado. Con la llegada de las alertas al móvil de medios de comunicación y los mensajes con sus allegados, supo de la magnitud del apagón general.
Parecía que pronto serían evacuados todos pasajeros cuando a las 13:15 llegaron automóviles de la Guardia Civil y empezaron a romper la valla metálica que delimita la zona de las vías, pero la orografía del lugar, con un gran desnivel hacia las vías, hacía muy difícil desalojar a personas con movilidad reducida y niños. Mientras encontraban la manera, las fuerzas policiales facilitaron botellas de agua a los pasajeros, toda vez que la cafetería se quedó sin víveres. Tampoco funcionaban los lavabos, de modo que se abrió una puerta del tren para que quien lo necesitara saliera a hacer sus necesidades.
Llevaban ya más de seis horas en los vagones, que ella trató de hacer más llevaderos utilizando su tableta, no así su teléfono móvil para ahorrar batería, cuando por fin pudieron ser rescatados y evacuados hasta el pabellón de Tarancón, cuyo Ayuntamiento habilitó para todos ellos. Allí recibieron comida y bebida, pero a cambio perdieron la cobertura. Quedaron, como tantísima gente, incomunicados de sus familiares.
“Ese fue el tiempo de más agobio, porque veía cómo pasaban las horas, que seguía sin cobertura y que estaba a solo una hora de Madrid, sabiendo que podrían venir a buscarme pero que era imposible porque no podía comunicarme. Y también sufría por no poder decirle a mi madre que me encontraba bien. Sí le había dicho que nos sacaban del tren y que me subía al coche de la Guardia Civil, pero luego estuvo cinco horas sin saber nada de mí”, relata Ester a este periódico.
“Dentro de lo sucedido, tuve muchas más suerte que otras personas”
Laura Ester
“Pero, dentro de todo lo sucedido, tuve mucha más suerte que muchas personas que se tuvieron que quedar durmiendo en el pabellón, o dentro de los trenes”, relativiza la laureada waterpolista, que comprobó casi con lágrimas en los ojos cómo volvía a tener cobertura casi a la una de la madrugada. Así que de inmediato llamó a su pareja, que en cuanto encontró un coche (el suyo lo había tenido que dejar en su trabajo), fue a recogerla para que descansara en Madrid.
Aunque en un grado bastante menor, ya con la energía reestablecida, vivía Laura Ester este martes los últimos coletazos de la odisea, al poner un pie en Atocha para tratar de tomar otro tren de alta velocidad con destino a Barcelona. El desorden se había apoderado de la estación, entre pasajeros que tenían billete para el día, como ella, y quienes trataban de recuperar o rehacer su trayecto del lunes que el apagón imposibilitó. Afortunadamente, la campeona olímpica al fin pudo retomar el camino a casa, en un trayecto sin sorpresas y con mucha luz. Como la de sus medallas.
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