Paula Fernández Ochoa: “Debemos naturalizar el suicidio, así asumirlo”

Desde su visible emoción tras la emisión del documental ‘El viaje, la medalla de la salud mental’, promovido por la Fundación Blanca, Paula Fernández Ochoa transitó un certero camino hasta la capacidad de “disfrutar”, durante su ponencia ‘El bienestar como piedra angular del éxito’, que ofreció este miércoles en el Institut Nacional d’Educació Física de Catalunya, en Barcelona, en el transcurso del XV Fòrum Olímpic-Memorial Romà Cuyàs.

Consultora, miembro de la Junta Directiva de la Real Federación Española de Deportes de Invierno y responsable del programa ‘Mujer y Nieve’, Paula es también hija del mítico Paco Fernández Ochoa y sobrina de la también medallista olímpica Blanca Fernández Ochoa. Y de ambos habló abiertamente. No en vano, “la salud, también la mental, es nuestro motor”. “Voy al médico, voy al fisio y también al psicólogo, no hay por qué avergonzarse de ello”, sentenció.

Del fallecimiento de su tía, apuntó Paula Fernández Ochoa que “con Blanca no se podía ni decir que se había suicidado. Un periodista me dijo que escribiría que Blanca se había muerto en circunstancias extrañas. Pero yo empecé a decirlo, a hablar de suicidio, para naturalizarlo y normalizarlo, para asumirlo, y porque mucha gente se te acerca a decir que le ha pasado con algún familiar. Lo hemos tapado, cuando para conseguir una buena salud mental debemos hablar de ella”, ratificó.

“Creo en un talento responsable, porque tenemos que cuidarnos para lograr lo mejor de nosotros mismos. Cada uno de nosotros somos agentes del cambio, no sólo las entidades, porque toda gran nevada se hace copo a copo de nieve. Entre todos podemos conseguir una sociedad sana mentalmente”, señaló la consultora, quien añadió que “venimos de una época en que el éxito se asociaba a ganar, al ejecutivo agresivo que iba con el maletín 24 horas pero sin vida, el éxito consiste en poder elegir nuestro camino, en ser auténticos y coherentes, no en ser primeros”.

“Otra clave es disfrutar”, indicó Paula Fernández Ochoa. “Mi padre se comía la vida. Murió muy joven, con 56 años, de cáncer. Y supo morir dándonos esperanza, fue un chute para ir cada día a por todas, porque la vida tiene fecha de caducidad y no sabes cuándo termina”.

Y añadió: “Cuando ganó el oro olímpico en Sapporo, antes de empezar, dijo que o ganaba o se mataba. Y eso lo hacía con todo. Explicaba que la vida es como un eslalon, con curvas, pero jamás hay que rendirse. Poco antes de fallecer me dijo: ‘polilla (su mote familiar), prométeme que a reír no te gane nadie en la vida’. Hago todo lo posible por cumplirlo cada día y es una de las grandes verdades”, concluyó, como gran enseñanza vital.

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